Opinión

Día uno

Por Manuel Basaldúa Hernández

El recorrido más difícil de hacer es el que se dirige a tratar de encontrarse a uno mismo. Se intuye la ruta, se puede llegar al destino, pero en ocasiones uno se desvía intencionalmente. Más bien, se evita caminar por la línea que lleva a ese encuentro. Por eso mejor se mira el trayecto errático de una paloma, de una mariposa. Y luego se enlaza con la monótona línea en el cielo que deja la estela de humo que despiden los jets cuando dividen el cielo. Así, sucesivamente, uno se conecta con viajes de otros, que le dan significado a nuestra vida.

La postura de pie que uno práctica en un lugar no es total inmovilidad, es el resultado de un traslado en cachitos de grandes distancias. El vértice momentáneo entre una ruta y otra, mientras se respira profundo y pausado.

Me doy cuenta que las personas cuentan sus historias a partir de sus viajes. Tiempo y espacio son el complemento dinámico de la vida. Nodos necesarios para que la existencia de todos y cada uno siga su curso. Entonces, se observa que todo es movimiento, traslado, recorrido, peregrinaje. ¿Qué ocurre mientras tanto en esa travesía? Puede ser inocuo, trivial, sin sentido, pero cobra importancia cuando se recuerda, y se cuenta al otro y se enlaza con eventos sociales.

El viaje de un niño en bicicleta rodeando un parque, el “raite” de un compañero con otro que tiene auto, el traslado en autobús de una ciudad a otra, entonces se convierte en una historia, como las otras que son descritas en obras literarias, académicas o científicas, a las que tenemos acceso gracias a los libros, a los periódicos, a los correos electrónicos, a los twitters, o a una ligera charla o una sesuda conversación.

Los viajes que he realizado, se multiplican con las historias que me cuentan los amigos, los alumnos, que escucho furtivamente o que provoco intencionalmente. Con los libros que ilustran los recorridos, con el cine, la radio, un folleto para turistas. Pueden ser distancias enormes, otras son cortísimas. Pero siempre refieren lugares insospechados, hasta los más conocidos, incluso. De eso hablaré en este espacio. Porque la interacción de las personas, ahora incluso son objeto de estudio, más allá del interés casi voyerista, intrusivo del que da tibia satisfacción de llevarlo a cabo.

Los socioterritorialistas son un pequeño grupo de estudiantes y profesores de la UAQ que se piensan científicos del estudio del espacio y del territorio. Que hablan de eventos extraordinarios y cotidianos de los grupos sociales, de las ciudades, de las calles, de los parques, incluso del cuerpo, del arte y de la política. De las luchas entre personas por su lugar, o del disfrute del espacio en el ocio.

Por ahora, la combinación de esa mirada académica de los socioterritorialistas y del periodismo, me permitirá acercarme a ustedes, y a invitarlos a estos viajes reales, imaginarios, reflexivos solamente con la levedad que nos permite la vida tan compleja, como es la vida contemporánea.

manuel.basaldua.h@gmail.com

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