Opinión

Educar en tiempo del horario estelar

Por: Jorge Antonio Torres

 

Nunca me hubiera imaginado que la educación que mis padres me proporcionaron fuera mucho más fácil que la que ahora tienen que proporcionar los padres de ahora. Y es que ahora tienen que dividir sus tiempos entre educar medianamente a sus hijos, prepararse para sus empleos mientras idean la forma de que sus sueldos alcancen para todo y puedan competir con el resto de sus compañeros para mantener el trabajo.

Mis abuelos dicen que los tiempos pasados fueron mejores y es ahora cuando les doy la razón, pues con el vendaval neoliberal de las llamadas “reformas estructurales” impulsadas por el Pacto por México, los niños y jóvenes que ahora cursan algún grado en los niveles de educación básica están expuestos a una serie de situaciones que rompen con todos los esquemas de lo que todavía podemos llamar “Educación”.

Anteriormente los padres podían pasar su tiempo libre en educar a sus hijos en los aspectos que los docentes no eran capaces de cubrir. O simplemente ámbitos que tradicionalmente no estaban habilitados a tocar, por más que fueran las figuras de autoridad fuera de los hogares.

La relación maestro-alumno es ahora algo muy distinto.

Desde las altas esferas de la “clase política” mexicana se tiene una visión alterada de la realidad de los trabajadores en este país. Se piensa que el único esfuerzo que tienen que tener los empleados es hacia con el empleador, que tiene que pelear su puesto de trabajo con toda su fuerza y que todo momento libre con que cuenta es ociosidad sin sentido. No hay mejor argumento para deducir esto que la reforma laboral impuesta desde las curules multicolores de las cámaras legislativas. Olvido de estatutos, de principios y de supuestas éticas que fundamentan la existencia de los variados partidos políticos en México fueron puestos a un lado y establecen firmemente ante nuestros ojos la verdadera naturaleza de los “representantes populares”: más allá de las supuestas discrepancias ideológicas que se manejan en sus actas fundacionales, los integrantes de los partidos políticos están capacitados para traicionar sus principios y a aquellos que votaron por ellos, y establecer políticas gubernamentales que no sólo violan acuerdos internacionales relacionados con el empleo, sino que transmutan todo aspecto social hasta ese momento existente.

Suena aterrador en la teoría expresada en el discurso. Ahora pongámoslo en un supuesto perfectamente posible:

Juan Pérez (que en todo caso puedes ser tú, yo, él, ella o cualquiera) trabaja en un outsourcing. Con el salario mínimo en siete pesos, el empleo que tiene en donde gana 15 pesos suena algo ideal. No lo dejará porque no hay trabajo en ningún otro lado. Trabaja 10 horas en la fábrica porque el jefe de piso pide productividad y se estableció, desde las mesas de roble de los empresarios de la empresa, que se debe de aumentar la cantidad de objetos producidos por hora. Esto se traduce en la constante lucha por producir más en comparación de otro empleado para alcanzar la meta. Cumplir para no quedar como el “eslabón débil” de la producción.

Habiendo trabajado 10 horas, llega a casa casi a la misma hora que su esposa, otra empleada por outsourcing en otra nave industrial. Ni siquiera el sueldo conjunto les alcanza para vivir y mucho menos para recreación. Sus dos hijos pequeños no podrán tener vacaciones fuera de la ciudad para visitar la playa, a menos que se endeuden de por vida.

Juan y su esposa llegan de noche a casa, donde sus hijos están dormidos. Su abuela sólo va por ellos a la escuela primaria pública cercana y los pone a ver televisión. La educación recibida en casa es proporcionada por los programas del horario estelar, mientras que desde la escuela los libros de texto les piden saber cuál es su programa de televisión favorito además de que el maestro está muy alejado de la llamada “calidad” que promueven desde la reforma educativa.

Sin tiempo, sin fuerzas y sin posibilidades, los hijos de Juan no pensarán siquiera en una educación superior. Habrá incluso que hacerlos trabajar antes de los 18 años, con la autorización firmada por los padres, para que así pueda aportar a la economía familiar. La educación falló desde el principio porque las reformas así lo propiciaron. No se puede educar donde no hay tiempo para hacerlo fuera de las aulas. Y más si ahora se piensa que los horarios pueden extenderse.

No es ser pesimista, pero es que me educaron en saber que una persona que se está ahogando sólo puede salir a flote hasta que toca fondo.

Además opino que se debe de respetar la libertad de expresión en los medios de comunicación (DEMOCRATIZACIÓN DE LOS MEDIOS), legislarse adecuadamente sobre los derechos indígenas (MARICHIWEU AMÉRICA LATINA), evitar que los grandes capitales se involucren en nuestras elecciones y con nuestro petróleo, y dejar de disfrazar el fraude electoral desde los medios (#1DMx). #YoSoy132 #NoALaTauromaquiaComoPatrimonioCulturalQuerétaro.

@AntonioTorresA

antoniotorresanaya@gmail.com

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