El amor (en tiempos de elecciones) es un perro del infierno
Por Cristian M. Padilla Vega
El amor es un perro del infierno, es la frase que da nombre a un poemario de Henry Charles Bukowski, que publicó en la década de los setenta, y que recoge su obra poética de los años 1974 a 1977. Este libro vio la luz, gracias a la casa editorial del “viejo indecente”, llamada Black Sparrow.
El amor es un perro del infierno y más cuando se trata del amor deformado a uno mismo, llamado ego descomunal. Mientras ese amor a uno mismo sea parte de la búsqueda y la curiosidad por saber de sí y explicarse ante el mundo, es a veces hasta sublime, como el Canto a mí mismo, del poeta norte americano Walt Whitman: “Soy el poeta del cuerpo,/ y soy el poeta del alma/ los goces del cielo están conmigo y los tormentos del infierno/ están conmigo./ Los primeros los injerto y los multiplico en mi ser…/ los últimos los traduzco a una nueva lengua.”
El último verso de Whitman da cuenta de la sublimación de lo que no es bello en la vida y a través del arte encuentra una estética. Pero, el ego desaforado nunca será más que vituperio a nuestra propia persona. Afirmar que uno por el hecho de ser universitario “observador constante de los procesos rectorales” está por encima de la actividad periodística y además no argumentar esto, está por demás fuera de toda proporción de la realidad. Para empezar el periodismo no es propaganda, una cosa es hacer un artículo de opinión, argumentando de manera sólida y otra verter mi preferencia y mis puntos de vista de manera parcial. “El Grandma no es periodismo, es propaganda”, me decía atinadamente el director de este semanario en una charla de cuates.
Encima de esto aseverar sin más argumento que “la experimentada observación de los procesos rectorales”, que un proyecto representa la continuidad de la ostentación del poder, es una pobre dimensión de la realidad. En dicho proyecto, estamos participando mucha gente que no nos hemos arropado con esas “mieles” de las que se acusan, estamos hablando de un plan de trabajo que estamos construyendo, con propuestas nuevas, varios docentes y alumnos. No sé aquí dónde cabe el continuismo, si se trata de un proyecto nuevo, que apenas se está edificando.
Por otro lado, no se menciona que del lado del candidato “del cambio” es de todos sabido e incluso constatado por muchos de nosotros (incluyéndome), que operan para éste varios “fantasmas” del pasado, que nada tienen de novedoso y sí mucho de sospechoso, ese pasado de las facturas clonadas y otras vergüenzas universitarias.
Pero este no debe de ser el objeto del debate, es decir, la descalificación o la crítica poco argumentada y hartamente parcial. Debatamos, pero en realidad, y no sólo como promesa vana, que se rompe a la siguiente oración de un escrito, en las cuestiones de fondo, es decir, en las propuestas, desde éste nuestro querido semanario, hago un llamado al diálogo, al debate, de las propuestas; esperemos nada más que salgan, para entonces sí lanzarnos a la evaluación de las mismas.