El bulto y el neo priismo
Por Daniel Muñoz Vega
A 12 años de la alternancia democrática, me siento como Lauro, personaje protagónico de la película El Bulto dirigida por Gabriel Retes Mello. Recordarán esta película, donde la trama se desarrolla a inicios de los noventa. Lauro queda en estado de coma tras cubrir como periodista “el halconazo” de 1971 y despierta 20 años después. Al despertar del coma tiene todavía un ímpetu revolucionario, mismo que tenía cuando fue golpeado en aquel suceso que marcaría el gobierno de Luis Echeverría; al momento de despertar se encuentra un priismo neoliberal y el mito del México primermundista impulsado por Salinas.
Tratando de digerir los cambios que pasaron en 20 años, Lauro se da cuenta que todos sus amigos revolucionarios ya trabajaban en la burocracia priista, el sistema los había absorbido; 20 años después sus amigos tenían una concepción muy diferente del PRI y de la realidad del sistema político mexicano a la que tenían en 1971. ¿Qué había pasado con sus compañeros de lucha? ¿Cómo fue que cambiaron y cómo podían decir que Salinas sería el mejor Presidente de México de toda la historia?
Algo parecido encuentro en la época actual en la percepción política de muchos a 12 años de la alternancia democrática. Escucho a gente que votará por el PRI el próximo 1° de julio cuando en el 2000 dieron un voto para acabar con la corrupción de décadas emanada del revolucionario institucional. Lo que me resulta interesante escuchar por parte de estas personas, es el argumento de que con el PRI estábamos mejor. En verdad no encuentro en qué parte de la historia contemporánea de México podríamos decir que con el PRI estábamos mejor. No pretendo hacer una defensa del régimen actual, por supuesto que no; muy al contrario, percibo formas idénticas entre el régimen priista que nos gobernó por 70 años y el régimen que encabezó Acción Nacional por los últimos 12 años.
El posible regreso del PRI, que a estas alturas de las campañas presidenciales no lo visualizo como un mero trámite, sería un fracaso de toda la ciudadanía ante la decepción de la alternancia democrática; si tan decepcionados estamos por la lamentable situación del país y porque en 12 años no fuimos capaces de poner las bases para mejorar a México, deberíamos intentar otro camino, no regresar al PRI a Los Pinos. Votar por el PRI es conformarnos o tal vez dar un paso atrás, significa resignarnos a no cambiar. Vicente Fox y Felipe Calderón son los grandes artífices de este fracaso; Fox, con legitimidad de sobra, pudo haber desmantelado las estructuras más corruptas del antiguo régimen; sin embargo, prefirió la complicidad, prefirió funcionar bajo la misma estructura y convertirse en una extensión del priismo que dejó Ernesto Zedillo.
Por eso concibo que es necesario darle una oportunidad a la izquierda para gobernar, no es ni la panacea ni la solución a los grandes problemas que tiene México, pero si es intentar un camino diferente sustentado en que el proyecto que encabeza Andrés Manuel López Obrador es el que tiene el diagnóstico más exacto de lo que le pasa a este país. Me resulta muy necesario analizar el contexto político, económico y social de México para elegir al próximo Presidente. He repetido mucho últimamente que el contexto es más importante que las mismas propuestas, ya que los cuatro candidatos a la Presidencia de la República nos pintan un México maravilloso y lo hacen de manera mercadológica, basados en puras estrategias publicitarias; las ideas se han banalizado, por eso para elegir al próximo Presidente es necesario apagar la televisión, informarnos de forma verdadera y hacer una reflexión profunda de qué es lo que le conviene a México.
La televisión debe sucumbir en esta elección ante el poder ciudadano que se manifiesta en Internet. La redes sociales han tomado un poder protagónico, imponer la opinión pública generada en Internet por encima de los intereses televisivos, debe ser la gran victoria de este proceso electoral; es claro, es evidente y hasta cínico, la forma como la televisión ha sido un freno para la democratización del país. El negocio televisivo tiene un candidato y ése es Peña Nieto, si el priista llega a la Presidencia defenderá los intereses del duopolio y mantendrá sus privilegios que hasta el momento han sido intocables, apostarle a Peña Nieto representa seguir simulando la democracia, a costa de la ya visible debilidad del Estado. El cambio verdadero va más allá de que gane la izquierda, el cambio verdadero es imponer los intereses de todos a los intereses de unos cuantos. La próxima elección sigue en juego, apaguemos la televisión para reivindicar nuestra inteligencia y sobre todo, reivindicar nuestra dignidad como nación.
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