EL D.F impreso en letras y en celuloide
Catálogo Público
Por: Carlos A. García Calderón
@cgarca_c
Atravesar el centro es un desmoche
(Chava Flores)
No pases por calzada de misterios, el eje nueve te puede acercar
(Santa Sabina)
El desaparecido de efe es una compilación de historias y narrativas que se disipan en postales literarias y en las microhistorias que ha retratado el cine, y se han convertido parte del imaginario colectivo, que son un pasado que deviene presente.
Después del cambio de nombre de aquello que solíamos nombrar de efe, ahora CDMX; y lo que alguna vez fue la Gran Tenochtitlán que posteriormente, se transformo en una edificación barroca, a la que se le denomino la Ciudad de los Palacios, dichos nombres son ecos que quedan impresos tanto en la arquitectura, como en los pasos que redoblan con cierta cadencia los transeúntes, contra la sonoridad y el ruido de las calles; pero sobre todo, el de efe es un registro que funciona como un archivo, tanto de la literatura como del cine, así como de movimientos sociales, recordemos el octubre de 1968, es decir, el de efe ha sido el espacio territorial de batallas culturales, donde se han puesto en juego ideologías políticas y estéticas, también de tragedias a gran escala como el sismo de 1985.
La ciudad ha sido y es un campo de batalla, la sobrevivencia dentro de la misma es una fuerza constante, que le otorga una vitalidad y movimiento que posibilita las escenas más recónditas y a veces inenarrables, de allí la importancia de la literatura y el cine, ya que han captado y descrito al de efe como ese lugar saturado de signos que se reproducen, se disuelven y en ocasiones son olvido. El desaparecido de efe es una compilación de historias y narrativas que se disipan en postales literarias y en las microhistorias que ha retratado el cine, y se han convertido parte del imaginario colectivo, que son un pasado que deviene presente.
El lenguaje forma una cartografía, desde la escritura que se transforma en documento, desde las cartas de relación de Hernán Cortes a la Visión de Anáhuac de A. Reyes son descripciones que son un guiño a los orígenes ubicados en lo pre-hispánico y a partir del colonialismo, o quizá como señalaría B.Echeverría, en su hallazgo estético y encontrar la modernidad en lo barroco y no en el siglo XVIII. Las crónicas de Novo y Monsiváis son parte de la iconografía contemporánea, como el Ángel de la Independencia o la Torre Latinoamericana. Por otro costado La región más transparente (Fuentes, 1958) muestra esa ciudad post-revolucionaria, como el epicentro de la extensión de una tierra, el centro como identidad y receptor de nuevas formas que se vuelven costumbre. La ciudad es el personaje principal. El progreso social a partir de la bonanza generada por la economía basada en el petróleo y el american way of life lo encontramos en Las batallas en el desierto (Pacheco, 1981) los ritos de iniciación como el amor se fraguan en este relato corto donde la ciudad, se desvanece paulatinamente mientras surgen otras historias y otros personajes dentro del espectro citadino.
Mientras O. Paz retrata en Nocturno de San Ildefonso (1976)
Barrio dormido.
Andamos por galerías de ecos,
Entre imágenes rotas:
Nuestra historia.
Callada nación de las piedras.
Después de la globalización y el desastre del salinato aparece Los detectives salvajes (Bolaño, 1998) retratando una ciudad, donde la aventura literaria condensa una época perdida, donde el extravío y la camaradería eran lo cotidiano., sin duda es una radiografía de la ciudad que aparecería una década después. Una novela cercana que revela el paso del tiempo y que me recuerda un poco a Gazapo (Sainz, 1965) donde el azar y la invención de un lenguaje identitario ¡Qué ondon Ñis! se mezclan entre las peripecias y desastres ocurridas en la juventud.
Del blanco y negro al cine digital
Documento que mas allá que sea considerada patrimonio cultural de la humanidad y que enfureció a J. Negrete porque no exhibía el folclor nacional, Los Olvidados (Buñuel, 1950) sigue siendo vigente por las problemáticas que representa, la mala fortuna , la marginalidad dentro de la ciudad y los personajes ahora son fantasmas que circulan entre la Colonia Guerrero y Tlatelolco. Por su parte Ciudad de ciegos (Cortés, 1991) representa el cambio moral en la ciudad, a partir del encuentro sexual, donde lo casual o el compromiso son meros prejuicios frente a los derroteros del placer, que trastoca el día pero también las noches. Por otra parte Amores Perros (Iñarritu, 2000) quizá con un exceso sobre lo fortuito y lo circunstancial, revela lugares inhóspitos o demasiado lujosos, donde la tragedia, no reconoce la lucha de clases y donde el endemoniado Eros ya ha hecho de las suyas. La clandestinidad y sobre todo el desamor son signos recurrentes de una ciudad que mantiene un ritmo casi enloquecedor.
Los signos sonoros que se escuchan en el de efe se registran, se apropian y mantienen latente el signo literario y cinematográfico que ha alcanzado nuestro cotidiano. El gentilicio del nuevo nombre sigue en debate.
La ciudad se transforma en un paisaje efímero, donde se diluye el derrotero de la existencia. Ciudad recicladora de imágenes. Reciclar; digamos es demasiado civilizado. Por cierto, la basura es hoy un gran negocio. Reciclamos afectos, sonidos, recuerdos que desaparecen al caer la noche, entre tanto la ciudad, se come a sus habitantes.
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