Opinión

El de atrás paga

Sólo para nostálgicos…

Por: Salvador Rangel

Dentro la política mexicana, los gobernadores son amos y señores en su entidad y más cuando el Congreso local pertenece a su partido; lo mismo sucede con los presidentes municipales y el Cabildo. Prácticamente no hay poder legal que se les ponga enfrente, solicitan préstamos que son aprobados por los diputados locales y por los regidores y después vienen los pagos que deben cubrir las siguientes administraciones.

En el caso de los municipios, el problema es mayor, ya que al llegar el presidente municipal, de inmediato los empleados sufren por la permanencia de sus empleos y por ser despedidos, las indemnizaciones no son lo que en Derecho corresponde, pero de lo perdido lo que aparezca es ganancia, en contrario a demandar al Municipio y a ver cuándo le pagan.

Lo mismo sucede a los proveedores de bienes y servicios que no tuvieron la suerte de que les pagaran en la administración a la que le sirvieron; al llegar la nueva administración ha de revisar con lupa si el servicio se ajusta a los ordenamientos legales y tal vez no le paguen.

Bien es cierto que muchos proveedores son los consentidos y se ven favorecidos por tres o seis años prestando servicios y nadie cuestiona sus facturas, en algunas ocasiones hay que corresponder a los apoyos durante la campaña y qué mejor que hacerlo con dinero de los contribuyentes.

Y los empleados despedidos y proveedores dan vueltas y vueltas y nada de cobrar y ni con quien quejarse.

En el caso de los gobiernos estatales el problema es igual, los gobernadores hipotecan el futuro de las recaudaciones estatales y participaciones federales por años, no olvidar el caso del ex gobernador priista de Coahuila, Humberto Moreira, y la información fue reservada, es decir, el ciudadano no tienen acceso a ella, sino hasta determinado tiempo, cuando a nadie le va interesar.

Y en las Cámaras de Diputados federales y locales tal parece que están en otro mundo, no sancionan este tipo de conductas que afectan el patrimonio federal, estatal y municipal.

Los recursos públicos no son manejados con la transparencia que se requiere, obras que son caprichos personales y/o mal manejadas y nadie es llamado a cuentas y mucho menos sancionado con cárcel, ya que los políticos brincan de un puesto a otro y se escudan en el fuero que tienen como senadores o diputados.

Es común ver escuelas primarias que carecen de baños que brinden privacidad e higiene a los alumnos, pero las autoridades hacen grandes dispendios publicitarios al acudir a los Honores a la Bandera, la foto es primero.

Cuando un estado o municipio enfrenta problemas económicos hay un plan de rescate financiero por la federación y les adelantan participaciones, eso no resuelve el problema, lo posterga.

Los sueldos de los presidentes municipales son una verdadera afrenta al pueblo, tienen a su servicio camionetas blindadas, no nada más para el edil, sino también para su esposa y qué cargo desempeña ella para hacerse beneficiaria de un bien municipal. Que esos gastos corran por cuenta de su esposo, de su sueldo, que no es el mínimo.

Y el Gobierno Federal no es ajeno a las multimillonarias deudas contraídas en el extranjero y aplicadas en no pocas veces en programas electoreros y de imagen pública.

No hay duda que estamos frente a un problema enorme y que los diputados federales y estatales deben atender, evitar deudas que no son aplicadas en beneficio de quien lo necesita y en los casos de desvíos los responsables sean castigados, no con una inhabilitación para cargo público, sino con cárcel y que reintegren lo “perdido”.

Pero eso es una quimera, ningún político de cualquier partido será capaz de promover esa ley y menos aprobarla.

Y con la reciente declaración de bienes patrimoniales de funcionarios del actual Gobierno Federal, sí cumplieron pero nada más se les “olvidó” decir cuánto cuestan los terrenitos, las joyitas y las obras de arte que poseen. El buen juez por su casa empieza.

Y los nostálgicos al leer las páginas de la nota roja, ven con asombro que más castigo recibe quien se roba del supermercado un kilogramo de arroz que un funcionario que desfalca el erario.

Ante la ley todos somos iguales, pero hay unos “más iguales” que otros.

rangel_salvador@hotmail.com

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