El día de la psicosis colectiva en Querétaro (O los daños colaterales del gasolinazo)
Tigres de papel
Por: José Luis Álvarez Hidalgo
Las redes sociales estaban a punto de estallar. El rumor apocalíptico adquirió la forma de un nubarrón oscuro y pestilente que nos fue envolviendo a todos hasta asfixiarnos. Los más afectados fueron los Reyes Magos, quienes se vieron extraviados en la larga noche de la confusión y, más aún, los humildes proveedores de sus mercancías que perdieron lo poco que iban a ganar. Esto sucedió la tarde del jueves 5 de enero y se convirtió en la noche de Reyes frustrada por la vorágine de las redes azotadas por el terror.
Inmediatamente acudió a mi mente demente la imagen sonora de aquella epopeya radiofónica de Orson Welles, adaptación a la novela homónima de George C. Wells, ‘La guerra de los mundos’, la cual suscitó una psicosis colectiva de tal magnitud al provocar muerte y destrucción cuando la ficción se vuelca en la realidad y arrasa con todo a su paso. Se trata de un fenómeno que no deja de suceder: la línea fronteriza entre la ficción-realidad, la mentira-verdad, la muerte-vida, se hace tan difusa que nos perdemos en sus entresijos.
En efecto, se trata de una de las primeras consecuencias funestas del gasolinazo, los daños colaterales de la decisión presidencial más grave, infame y estúpida de un gobernante en contra del pueblo de México y, aunque lo nieguen, el signo principal de la traición que representó la reforma energética de Enrique Peña Nieto. Porque la reforma no fracasó, sino todo lo contrario, está cumpliendo al pie de la letra todos los objetivos para los cuales fue diseñada al entregar los bienes de la Nación al capital privado nacional y extranjero.
Lo anterior, genera en la piel del pueblo mexicano una aguda sensibilidad social y psicológica que se hace receptiva de cualquier estímulo que pudiese representar una mínima afectación, una más, a la precaria situación social y a agudizar la endeble seguridad de los mexicanos.
Cualquier señal de alarma que se expande en las redes sociales se magnifica con la vertiginosidad de la bola de nieve y se convierte en un alud de noticias falsas, rumores y absolutas mentiras, que los estudios más recientes en materia periodística y de comunicación de masas, definen y conceptualizan como la ‘posverdad’ o la ‘contrarrealidad’.
Es el viejo apotegma de que una mentira repetida mil veces se convierte en verdad. Fue uno de los recursos que hizo llegar a Donald Trump a la presidencia y que será, de ahora en adelante, el ‘modus operandi’ predilecto en las elecciones por venir. En las redes hablaron de la Teoría del Pánico que, a decir verdad, responde y apuntala muy bien los fenómenos de esta naturaleza suscitados en todo el país a raíz de la imposición del gasolinazo.
El tema de fondo es analizar el intento inmovilizador de la protesta social por parte del poder político al sembrar el miedo en la población y anular su deseo de tomar las calles y ejercer su derecho a la legítima protesta. La psicosis colectiva prende como pasto seco en un contexto de aguda y lastimada sensibilidad social lo cual, aunado a la eficacia comunicativa de las redes sociales, genera un círculo vicioso: el receptor de una noticia falsa se atemoriza y al compartirla (sin confirmar su veracidad) contagia el miedo a sus destinatarios y éstos, a su vez, hacen lo propio.
Ya sucedió en la Ciudad de México y en el Estado de México, y sus gobernantes salieron a dar la cara y decir que “aquí no ha pasado nada”; ahora, se ve sacudida la inquebrantable paz social del Querétaro conventual y su gobernante expresa lo mismo. De acuerdo, concedamos, NO ocurrió lo que dicen que pasó, pero lo que sí existió es el síntoma de una grave enfermedad, un cáncer social próximo a la metástasis. Sólo que el médico que tendría que curarlo, es quien lo inoculó. ‘¡Porca miseria!’.