¿El fin justifica los medios?
Por: Nadia Nesme
Imagina por un momento que decides dejar tu país en busca de una nueva vida, sueña por un instante que eres colombiano, peruano, chileno, cubano o un simple mexicano y que el primer obstáculo con el que te vas a enfrentar al pasar la frontera es que tu sangre es extranjera y tu identidad inválida. Ahora piensa por un segundo: ¿Qué estarías dispuesto a hacer para conseguir una nueva identidad, un nuevo comienzo y una mejor historia?
Desde tiempos muy lejanos ha existido un mito que contado de generación en generación ha perdurado hasta nuestros días y ha sido grabado en la mente de todas aquellas personas que llevan alma latina en su cuerpo y que buscan empezar una nueva vida bajo el cobijo del país más poderoso del mundo.
La leyenda que hoy voy a relatar refiere a hechos maravillosos protagonizados por un personaje sin vida, por un ente de color peculiar, por una cosa cuya forma levanta sospechas y hace despertar las pasiones más bajas de quien anhela conseguirla. Mucho se habla de ella, pero es bien sabido que sólo algunos “elegidos” tienen la suerte de toparse cara a cara con esta fugitiva, deseada y esperanzadora “Green Card”
Este pequeño trozo de plástico que en realidad lleva el nombre de Tarjeta de Residencia Permanente, ha sido, desde su creación, el dolor de cabeza de incontables personas que deciden desprenderse de sus países para emprender un viaje que no terminará hasta tener a esta pequeña credencial en el bolsillo de su pantalón, junto a la cartera que guarda los dólares que con el esfuerzo de ser inmigrante han conseguido.
Bajo el lema de que “el fin justifica los medios” este mito enseña a mujeres y hombres cómo enamorar a los americanos para aprovecharse de su nacionalidad, dota de habilidades a extranjeros jóvenes para llenar de vida a americanos que se encuentran a punto de estirar la pata y así conseguir la promesa de un matrimonio feliz; esta leyenda permite a las personas que tienen las condiciones económicas comprar el amor de cualquier cubano (que sépase de paso, cubano que pisa tierra americana, se vuelve americano) por cantidades de dinero que a cualquiera le atontarían los sentimientos por un rato, le demuestra a mujeres extranjeras que embarazando a algún americano pueden exigir un apellido, una nacionalidad y bienes para su hijo y de paso para ellas.
Y así es como a lo largo de esta historia, se seguirán escribiendo matrimonios ficticios, arreglos con amigos americanos y cuentos donde el amor es pura ficción. Aquí todo está permitido, nada es mal visto y todo es completamente válido para engañar a este país y poder oler el plástico verde con el que está hecho tu “Green Card”.
Sea como sea, obtener la Green Card siempre es y será difícil, pero si tenerla entre tus manos significa que eres completamente libre y legal, entonces, tal vez, valga la pena intentarlo. Si enamorarte de un americano significa poder soñar con construir un futuro en este país, entonces, tal vez, valga la pena tratar.
Algo es seguro, el mito de la “Green Card” seguirá teniendo popularidad entre los extranjeros, pero sobre todo entre nosotros los latinos. Ahora reflexiona por dos segundos: ¿Qué estarías dispuesto a hacer para conseguir una nueva identidad, un nuevo comienzo y una mejor historia?
@NadiaNesme
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