El fútbol y sus implicaciones políticas
Por: Daniel Muñoz Vega
El fútbol se ha convertido, a nivel mundial, en un esquema sospechoso de lavado de dinero y actividades ilícitas. Es el reflejo del mal funcionamiento de la economía mundial al tener individuos que ganan cantidades exorbitantes por jugar fútbol. Escándalos de apuestas, nuevas formas de esclavitud, evasión fiscal son las plataformas donde muchas veces opera esta industria.
En México, son los medios de comunicación los que aceitan la maquinaria que representa este deporte. El último invitado al pastel fue el grupo de Carlos Slim, que invirtió en los clubes de León y Pachuca, todo con la intención de quitarles una rebanada a Televisa y TV Azteca.
El soccer es una industria global. Europa es la élite del negocio. América exporta talentos. Marcas reconocidas como Real Madrid y Barcelona acaparan el espectro mediático por la vieja rivalidad deportiva y por las diferencias históricas. Las principales marcas son las que invierten en publicidad para generar la demanda. Coca Cola, Adidas, Nike, son tres de los principales pilares del fútbol de élite.
Hablemos de Querétaro y su fútbol. El 5 de febrero de 1985, fui testigo —a mis 4 años de edad— del primer gol que se metió en el Estadio Corregidora. La inauguración la protagonizaron la Selección Mexicana y la Selección Polaca. Tomás Boy fue el encargado de mandar a la red el primer balón en la historia de este bellísimo inmueble. El gol de Boy fue por un soberbio disparo de tiro libre. Querétaro seguía construyendo su historia futbolística, la cual ya tenía camino recorrido con los equipos de Gallos Blancos y Campesinos y sus batallas dadas en el estadio municipal; el nuevo estadio, el cual fue sede mundialista un año después, impulsaba para que la ciudad construyera una mejor historia.
La historia del fútbol en Querétaro, a 29 años de la inauguración del Estadio Corregidora, ha estado marcada por los dramas del descenso y por equipos con turbias irregularidades en sus administraciones. Pasaron por aquí Cobras, Gallos de la UAQ, Atlante, Querétaro, TM Gallos Blancos y aquella versión del inicio del milenio. Las últimas dos versiones: un equipo que logró mantenerse 4 años en el máximo circuito y que le dio a la ciudad su primer liguilla en toda su historia, descendió en verano de 2013; y la última versión, la cual fue impulsada por el gobernador del estado, José Calzada, para que empresarios invirtieran para traer un equipo. ¿Qué empresarios? Los que hoy están acusados de defraudar a PEMEX por cantidades inimaginables. Los exitosos dueños de Oceanografía fueron los que pusieron los recursos para traerse a la desangelada franquicia de Chiapas. Querétaro tiene un gran estadio, dos veces sede mundialista (México 86 y Sub 17 2011) y una fiel afición.
Ante el fenómeno social que representa este deporte y ante la idea de que la ciudad tenga un equipo de fútbol con arraigo, se hizo todo para que Querétaro mantuviera la plaza de primera división. Amado Yáñez era el “saving gallos” de hace un año. Calzada fue el mediador con el grupo Salinas para que vendiera la plaza de Chiapas. Parecía que la maldición futbolística de la entidad llegaría a su fin con un soporte financiero fuerte que pudiera mantener al equipo, que pudiera hacer contrataciones “bomba” y ser protagonista en el deporte con mayor impacto.
La clase política local siempre ha tratado que el impacto social del fútbol se vea reflejado en preferencias electorales. Como estrategia, quizá muy barata, vemos a los contendientes a puestos de elección popular ser de pronto aficionados a los Gallos. 2006 y 2009 fueron el ejemplo de cómo Acción Nacional ocupó como plataforma de promoción al equipo.
Calzada fue más allá, retener al equipo en la ciudad le mantendría sus altos niveles de popularidad. Después se vino el escándalo de Oceanografía. En días pasados, mandó un tuit donde anunciaba que había tenido una conversación telefónica con Decio de María para que el equipo pueda quedarse en Querétaro. ¿A qué costo? ¿Al Gobierno del Estado no le convendría zafarse de este episodio en el que un año antes fue mediador para tener equipo de fútbol? ¿Qué tanto implica políticamente que la ciudad mantenga un equipo con plaza de primera división? ¿Importa la procedencia de los recursos en las inversiones que se hagan en el estado? El tema, sin duda, tiene muchas repercusiones; lo que habría que entender es que en la actualidad resulta prácticamente imposible mantener de forma lícita a un equipo de fútbol, los ejemplos de lavado y desvío de recursos por medio de este deporte son varios. Hasta las empresas con gran capital comienzan a vender a sus equipos porque no son redituables, como el caso de Grupo Modelo, que vendió al Santos Laguna de Torreón. Mi opinión es que ante las principales prioridades que se tienen en el estado, tendría que estar en un quinto término en la agenda del gobierno hacer que Gallos se quede en la ciudad, al menos que en verdad se crea que las implicaciones políticas y sociales del soccer son realmente importantes, lo cual, me resulta absurdo.
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