Opinión

El gasolinazo y la verdad

Jicotes

Edmundo González Llaca

Mentir no es solamente decir falsedades, sino también callar lo que se debe de decir o enredar cosas ciertas con cuestiones ajenas a la realidad. La mentira tiene un horizonte de matices que llevan al engaño. El presidente Peña Nieto mintió en su compromiso de que no habría más gasolinazos; explicó su necesidad pero calló las causas que llevaron a tomar la decisión.

Omitió que aumentó la deuda pública en un trece por ciento; que nunca cumplió con los programas de austeridad y el derroche que la propaganda y los gastos suntuarios no tuvieron la menor restricción. Ciertamente que el aumento de la gasolina viene del exterior pero no hay duda que políticas internas equivocadas empedraron el camino. La indignación nacional es económica pero lo más lamentable ha sido la falta de respeto a la verdad, piedra de toque ético de la democracia. Toda una catástrofe nacional.

Gasolinazo, la corrupción y slim

En época de guerra el delito más grave es la traición a la Patria y en época de crisis económica la peor falta a la sociedad es la corrupción. La indignación nacional actual no solo tiene como principal motivo el gasolinazo sino también la oleada de gobernadores ladrones. Para darse una idea del daño que le han provocado al país.

De acuerdo con los expedientes de la Auditoría Superior de la Federación y 26 contralorías estatales las denuncias alcanzan la cantidad de 245 mil millones de pesos, lo que representa el subsidio anual de gasolina. La frustración y angustia ha llegado a tal punto en algunos sectores de la sociedad que no dudan en proponer como candidato presidencial a Carlos Slim, bajo el argumento, bastante ilusorio por cierto, de que es millonario y no sería corrupto ni permitiría la corrupción. Es el desencanto y la solución desesperada ante una clase política depredadora y ratera.

Los gobernadores y los cocodrilos

Había la creencia de que cuando los cocodrilos lloran al comerse a sus presas se debía a la culpa que les provoca devorarse a sus víctimas. No era cierto. Se descubrió que las lágrimas no tienen nada que ver con el arrepentimiento sino que se deben a que las glándulas que segregan saliva y lágrimas están juntas y, al comer, se echa andar el lagrimeo.

Este tipo de lágrimas derramaron los gobernadores en su última reunión. Después de manifestar su aflicción por el golpe brutal a la economía familiar; hacer casi pucheros por el aumento de precios, en el momento en que se propuso reducir los salarios de la cúpula burocrática, la mayoría clavó su mirada en el techo, otros cerraron los ojos en actitud reflexiva y algunos jugaron con su llavero. En nada se comprometieron. El Señor Gobernador, Francisco Domínguez, dijo que va a analizar la propuesta ¿Analizar qué? Todo indica que, como los cocodrilos, los gobernadores derraman lágrimas falsas.

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