Opinión

El gobierno de Calzada y su relación con el ombligo

Por: Edmundo González Llaca

 

Cartón: Ana Alvelais

“En el ombligo del mandato de Calzada”. Así bautiza Julio Figueroa su encuesta. Nuestro Mitofsky queretano identifica al ombligo por su característica física, ser la mitad del cuerpo, la que compara con la mitad cronológica del sexenio de Calzada, pero no relaciona al ombligo con su profunda significación cultural: la ruptura y la conquista de la individualidad. La cicatriz recuerda el momento mágico en el que nos separamos de quien nos dio la vida y somos un nuevo ser.

Esta larga introducción es para decir que la otra mitad, los otros tres años del sexenio que faltan del gobierno de Calzada, no se distinguirán por romper con su pasado sino al contrario, agudizar sus vicios políticos, los que por cierto, hemos identificado desde el principio del sexenio. Este comentario sobre el gobierno de Calzada se enfocará exclusivamente al estado en que se encuentra Querétaro en su democracia. En este sentido, la respuesta podría reducirse a escribir: la política es la mesma y él sigue siendo el mesmo.

Es un gobierno personalista, bíblicamente no se mueve una hoja de la administración de Calzada si no es por voluntad y orden suya. Este estilo de liderazgo produce incondicionalidad, pobreza en la creatividad; un gabinete borrado. Literalmente gente que no se atreve a decir esta boca es mía; realmente secretarios a quienes no se les conoce ni la voz. Es la visión rancia de la concepción del poder como un patrimonio personal. Calzada puede perfectamente parodiar a Luis XIV y decir: “El gobierno soy yo”.

Esta concentración del poder provoca que la política le dé paso a una actividad menor: la grilla. A la maniobra tortuosa, a los golpes de astucia, “esa torcedura de la inteligencia”. La energía pública se desgasta en los pasillos y en los rumores insidiosos, más que enfocarse al servicio público. El gobernador sólo toma nota de la existencia de su grupo de trabajo cuando se trata de aplicar medidas de austeridad, en ese momento: que se apliquen los ahorros presupuestales en la milpa de mis colaboradores.

Es un gobierno autoritario. La crítica tiene sordinas que casi la desaparecen. Hace poco los responsables de la comunicación en el gobierno, al dar a conocer una investigación se jactaron, con el máximo descaro, que del análisis de cien notas periodísticas, 98 habían sido positivas para el gobernador. Cuando recibí el premio de periodismo, dije que 98 elogios en cien notas, no las obtiene ni Dios.

Un gobierno autoritario tiene una avidez insaciable de reconocimientos, no le basta verse diariamente en el espejo de sus colaboradores y los medios oficiales, y que este espejo le conteste que es el mejor gobierno que ha existido en Querétaro y anexas, recurre entonces a autoquemarse incienso. Conmovedora fue toda la autocomplacencia del informe gubernamental, sólo faltó que en un momento se interrumpiera la lectura y se orquestara una porra: “Nosotros, la clase política en el poder, ra, ra, ra.”

Un gobierno personalista y autoritario demanda opacidad, que es el líquido amniótico de la discrecionalidad, la corrupción y el capricho del gobernante. Sin embargo, en virtud de que esa red con la que pretende el gobierno mantener atrapada la crítica ya tiene un buen número de agujeros, entre otros, los del periodismo electrónico, por supuesto dialogoqueretano.com.mx, y otras publicaciones, obliga a aplicar la política de la simulación. ¿Dónde quedó el ajuste de cuentas con el gobierno anterior? Ni siquiera se sancionaron faltas evidentes, como el uso de aviones que hicieron funcionarios del sexenio anterior para ir de shopping a Estados Unidos. Sobre el saqueo la burla.

En los informes de gobierno supuestamente se informan de programas y más programas, mismos que no responden a los ¿porqués, a los cómos? Los resultados que se dicen ¿sucedieron como debieron de suceder? ¿Cuáles son los indicadores de gestión que nos permitan evaluarlos y demandar rendición de cuentas? ¿Y el compromiso del tren rápido? Alguien podría argumentar que todo eso no se puede decir en un informe, el problema es que la información no se encuentra ni en los portales electrónicos a los que pueda acceder cualquier ciudadano.

Los gobiernos personalistas y autoritarios viven obsesionados por el control, en el fondo no confían en su gabinete, tampoco en los periodistas, bueno, ni en su partido político, menos aún en la ciudadanía, sólo en sí mismos. En este sentido la simulación se refleja, por ejemplo, en la nueva Ley de Participación Ciudadana, que tapa el ojo al macho y aparentemente responde a la demanda que de ella habíamos hecho varios grupos de ciudadanos. Después de muchos tumbos legislativos el gobierno aprobó una ley, que es un ejemplo, precisamente, de cómo desalentar la participación ciudadana. ¡Qué ni se les ocurra semejante idea!

¿Qué nos espera en los próximos tres años? La agudización del retroceso democrático de Querétaro con la cortina de humo de algunas obras de infraestructura y salpicada por una que otra inversión. El peor escenario: que de la asfixia a la crítica se degenere en la represión y el acoso, lo que sería el suicido político del gobierno.

No me siento bien. Me duele escribir todo esto, pues confieso que yo voté por Calzada. La esperanza se evapora.

Espero sus comentarios en www.dialogoqueretano.com.mx donde también encontrarán mejores artículos que éste.

 

Cartón: Ana Alvelais

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