El más reciente conjuro
Por: María del Carmen Vicencio Acevedo
La palabra “conjuro” es altamente polisémica; tiene significados muy distintos: sortilegio, magia, encanto, maleficio, exorcismo, súplica, imprecación, condena, requerimiento, invocación, apelación, solicitud, conspiración, maquinación, complot, intriga, eliminación, aborto, entre muchas otras.
Todas esas palabras han girado en torno a esa mujer, a la que la revista “El Chamuco” llamó una vez “La peor señora del mundo” (según el cuento para niños de Francisco Hinojosa y Rafael Barajas, Ed. FCE): “En el norte de Turambul, había una señora que era la peor señora del mudo: Era gorda como un hipopótamo, fumaba puro y tenía colmillos puntiagudos y brillantes. Además usaba unas botas de pico y tenía las uñas grandes y filosas, con las que gustaba rasguñar a la gente…” En la cúpula del SNTE había una señora que era la peor señora del mundo: Era muy fea y poderosa, hipnotizaba y amedrentaba a todo el que se le pusiera en frente; consultaba a hechiceros para lograr sus fines y era inmensamente rica…
Así muchos sectores de la población veían a la Gordillo, como una bruja malvada, con un inmenso poder, imposible de eliminar, a menos que supieran el “Hechizo para convertir a las brujas en agujas”: “Si viene una vieja que es bruja malvada y llega a tu alcoba volando en su escoba, busca un talismán y repite de afán: Bruja granuja, chiruja, burbuja, que pronto la bruja se vuelva una aguja” (en “Conjuros y sortilegios”, de Irene Vasco, Ed. Panamericana).
La metáfora de la bruja, si no es sarcástica, como en “El Chamuco” contribuye a mantener el pensamiento mágico de la población, que espera que un valiente príncipe azul (Peña Nieto) venga a librarla de tanta maldad.
La intervención del guapo príncipe era necesaria, porque el popular conjuro de “el pueblo unido, jamás será vencido”, no tuvo ningún efecto frente a ella. No fueron suficientes las mil protestas de la disidencia en su contra, ni todos los foros, ni los cientos de kilos de papel que se emplearon para denunciarla, en forma de reportes de investigación, de manifiestos, artículos de opinión, denuncias ante el ministerio público, desplegados en los diarios y demás.
Libros de denuncia como “El secuestro de la educación…”, de César Navarro Gallegos; “Doña Perpetua, el poder y la opulencia de Elba Esther Gordillo” de Arturo Cano y Alberto Aguirre; “Elba Esther, la dueña del SNTE” de José Escobedo Coronado, o “Los socios de Elba Esther”, de Ricardo Raphael, y muchos otros, apenas si le hicieron algún rasguño.
¿Cómo explicar su enorme poderío? Sencillo. Desde que se instaló en el SNTE, contó con la complicidad del Gobierno Federal, con Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Felipe Calderón, quienes vieron en “la maestra” un instrumento útil de control social. ¿Por qué Peña Nieto, o más bien sus asesores, decidieron eliminarla?
Cuando hablamos de “delincuencia organizada”, no debiéramos referirnos sólo a los narcotraficantes, tratantes de blancas, redes de pederastas, ladrones de autos, etcétera; debiéramos incluir, bajo esa denominación, a muchos funcionarios que nos gobiernan, a líderes sindicales y empresarios corruptos, que se hacen millonarios a costa del erario público, que extorsionan, lavan dinero, evaden impuestos y hacen mil trampas para allegarse toda clase de bienes (incluidos los que llevaron a Peña Nieto al poder).
A pesar de sus grandes escándalos, siguen impunes: Jorge Hank Rhon, Mario Marín, Ulises Ruiz, Carlos Romero Deschamps, Humberto Moreira, Andrés Granier, Arturo Montiel; Emilio Azcárraga, Ricardo Salinas Pliego, el corporativo Soriana, Héctor Lagos de Monex; los dueños del grupo HSBC; los de Wallmart… Si seguimos con la lista no terminaríamos en mucho tiempo.
Por eso resulta poco creíble que la detención de Elba Esther fue una acción “estrictamente legal y conforme a derecho”, como alega Murillo Karam.
Una buena parte de la población, si bien celebra la noticia, sabe que detrás de esta acción se oculta un uso faccioso de la ley: Un grupo en el poder busca simplemente eliminar a un enemigo que le estorba.
No podíamos esperar menos de quienes nos gobiernan.
El problema con esta acción es que no sólo agrede a una delincuente. Constituye una estrategia para confundir a la población. Así menos podrá distinguir a los maestros corruptos, de los disidentes, que critican las reformas peñistas, en defensa de las instituciones públicas.
Contra ellos, Chuayffet advierte autoritariamente que “no habrá marcha atrás” y que los detractores de la reforma educativa propalan rumores falsos “por ignorancia o por mala fe” (sic).
De muy poco han servido para el Secretario todos los análisis que cuestionan la reforma “educativa”, promovidos, no sólo por los profesores de banquillo, sino por muchos académicos de renombre nacional e internacional que han denunciado sus serios inconvenientes.
No sólo la crasa ignorancia y soberbia de Peña Nieto nos gobiernan, también las de Chuayffet.
metamorfosis-mepa@hotmail.com
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