Opinión

El nuevo reparto del mundo

Por: Efraín Mendoza

Ahora que está de moda Brasil, traigo a la memoria la visita que un dirigente del Partido de los Trabajadores del Brasil hizo en 1991 a la Universidad de Querétaro. Compartía su experiencia en su trato con los medios de comunicación: muchas veces, explicó, “sacábamos de nuestras asambleas a los periodistas porque los teníamos por sirvientes del poder, y en las marchas les gritábamos: ¡prensa vendida! ¡prensa vendida, cuéntanos bien…!” Con el tiempo, añadió, “entendimos que ese trato nos atraía más antipatía entre la población, hasta que comprendimos que los medios de comunicación se habían convertido en algo tan importante como los medios de producción”, y por consiguiente era necesario entrar a la pelea por su control.

 

Tan fue entendido eso que hoy el Partido de los Trabajadores del Brasil está en el poder y ha producido a uno de los líderes latinoamericanos más emblemáticos: Luiz Inacio Lula da Silva. Viene esto a colación a propósito de la visita que hizo el jueves 29 de mayo a la Universidad el senador Javier Corral Jurado, una de las voces más claras en relación con el poder fáctico de los medios de comunicación y una rara avis que ha puesto el acento en la gravedad de lo que está ocurriendo en este momento en el campo de la comunicación.

Asistimos al nuevo reparto del mundo de las telecomunicaciones en México, y está ocurriendo sin demasiado ruido, como gusta a los beneficiarios del reparto. Sin disparos, sin estridencia, sin que la gente común dimensione lo que se está definiendo. Que nadie meta las narices ni las manos. El senador Corral alertó con claridad que lo que con la reforma constitucional se avanzó, hoy, con las llamadas leyes secundarias, está en riesgo de irse al caño.

Para poner el foco a este tema y dar seguimiento al voto de la docena de legisladores federales queretanos, encabezó la formación del Frente por la Comunicación Democrática, con más de un centenar de ciudadanos que saben de la importancia de que, efectivamente, las telecomunicaciones operen como un asunto de interés público. Se trata de un tema político, que tiene qué ver con el sistema nervioso de la República, que no interesa solamente a los que tienen alguna concesión o a los que anhelan que los servicios salgan más baratos o el internet tenga más velocidad. Tampoco se reduce a la amenaza de supresión del sagrado derecho a despotricar por las redes sociales.

Esto, en el fondo, es lo menos importante. El tema de las telecomunicaciones tiene qué ver hoy con las posibilidades de gobernar y con las posibilidades reales de la democracia. Con las posibilidades de que un tema se oculte o se ponga en el centro de la atención nacional. Los medios poderosos tienen posibilidades de destrozar a alguien o de encumbrarlo o revivirlo. Tienen la posibilidad, y la historia reciente ha sido generosa en evidencias, como lo ha advertido el legislador, de “cumplir soviéticamente el papel de adormecedores de la opinión pública”.

Al vincular el tema de la comunicación con la educación y la democracia, la reforma constitucional descansa en una nueva concepción: la información es un bien público, no una mercancía. De igual manera, le arrancó un gajo al poder presidencial al trasladar algunas facultades a un organismo autónomo. No obstante, en la letra chiquita de las leyes reglamentarias se pretende devolver al Ejecutivo facultades en relación con las concesiones y los contenidos.

Esto tiene que ver con el debate público, con el nombre que damos a las cosas; tiene que ver con los complejos procesos de desinformación y contrainformación; tiene que ver, en suma, con lo que Tácito desde el fondo de los siglos nos ha alertado: “a la rapiña, al asesinato y al robo lo llaman por mal nombre gobernar y donde crean desierto lo llaman paz”. La diferencia radica en quién tiene el control de los medios de comunicación. Del mismo modo como la riqueza y la desigualdad se explican si conocemos quién tiene el control de los medios de producción.

Es hora, pues, de prestar atención y monitorear la posición de los legisladores queretanos frente a la cuestión.

Ciudad de Querétaro, mayo 30, 2014

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