El otrora “divino tesoro”
Por: Efraín Mendoza Zaragoza
En estos días de mayo cumplió Carlos Fuentes tres años en la tumba. En una de sus últimas intervenciones públicas, a la mitad de la campaña electoral de 2012, formuló un reproche a la ignorancia personal del entonces candidato presidencial del PRI, un deseo de que la izquierda acumulara fuerza suficiente para impedir el retorno de ese partido y un reclamo específico a la casta política. Dijo Fuentes: “En México hay cincuenta millones de personas menores de treinta años y ningún candidato habla de ellos”.
Más allá de la línea de corte para identificar a los mexicanos que caben en la categoría genérica de “jóvenes”, es cierto que ese antiguo “divino tesoro” no pasa por buenos momentos. Enfrentan los jóvenes serios problemas. Los vemos en las esquinas haciendo malabares para sobrevivir, los vemos transformados en anuncios vivientes o convertidos en “barras bravas” de los candidatos en disputa. Síntoma del árido horizonte en que se encuentran, vimos hace unos días la brutal agresión a un joven por parte de una turba formada también por jóvenes. Si esta imagen sintetiza la visión que los políticos tienen de la juventud, el país entero podría suicidarse mañana.
Viene esto a cuento porque es necesario que el tema de los jóvenes sea puesto en el centro de la atención. Y precisamente por su relevancia es que el encuentro que de este lunes en ocho se realizará en nuestra Universidad con la participación de los cinco candidatos a la gubernatura, girará precisamente en torno a los problemas de los jóvenes en Querétaro. Veamos tres datos recientes sobre la situación general de los jóvenes.
El primero. De acuerdo con el Informe denominado “Estado de la población mundial”, producido por la ONU, habitan la tierra mil 800 millones de personas entre 10 y 24 años de edad. Y resulta que 60 de cada 100 de ellos están excluidos de las oportunidades de estudio y de trabajo. Ni estudian ni trabajan, pues. Sus perspectivas son sombrías. En esta cifra, que es la más alta de la historia, se sintetiza el caldo caliente del resentimiento. Esos jóvenes son carne viva para la delincuencia, la violencia y la depresión.
El segundo dato, proveniente de la Comisión Económica para América Latina (Cepal), muestra que el 45 por ciento de los jóvenes de entre 12 y 29 años sobreviven en la pobreza. Esos jóvenes tienen mayor escolaridad que sus padres pero no la han pasado mejor. Y no sólo eso, el estudio revela que la inversión oficial ha venido disminuyendo significativamente. En los dos sexenios de la alternancia panista federal, el dinero destinado a los programas orientados a los jóvenes disminuyó 24 por ciento. Los recursos asignados en 2003 fueron los más altos de la historia, equivalentes casi al 10 por ciento del presupuesto, y para 2012, el monto representó apenas el 7 por ciento del presupuesto.
El tercer dato es desolador y fue revelado apenas este miércoles por la Comisión de Derechos de la Niñez de la Cámara (federal) de Diputados. Entre los jóvenes de 15 a 24 años se posicionó como la segunda causa de muerte nada menos que el suicidio. No es, desde luego, un fenómeno que sólo afecte a los jóvenes, pues se presenta en todas las edades y en todos los estratos sociales por las causas más variadas, que pueden ir desde carencias afectivas hasta la presencia de enfermedades terminales. Pese a la mitificación de la juventud como etapa de gran vitalidad y fortaleza, la fragilidad es muy alta, sobre todo en entornos familiares muy adversos, que podrían tener como trasfondo la precaria economía y la falta de horizonte existencial. En 2011, por ejemplo, ocurrieron 5 mil 718 suicidios entre jóvenes, y del 60 por ciento no se tiene certeza sobre la causa. Además, por cada suicidio se producen entre 10 y 20 intentos fallidos.
Como postre, añado un dato más, revelado en febrero por el Instituto Nacional Electoral: están convocados a votar el próximo 7 de junio nada menos que 25 millones de jóvenes entre 18 y 29 años. De ellos, casi la mitad no simpatiza con partido político alguno y un tercio, de plano, dice no tener el menor interés en la política.
El panorama es dramático. Y lejos de prestar atención a esta complicada situación, a los políticos les resulta más cómodo armar fuegos artificiales y alimentar el espectáculo. En este país donde se sanciona al malhablado y se premia al corrupto, no le falta razón a Carlos Fuentes. Por eso será muy importante conocer cómo leen la situación de los jóvenes queretanos los candidatos a la gubernatura de Querétaro. Y, por supuesto, habrá que verificar si tienen alguna respuesta o algún compromiso ante ellos.
{loadposition FBComm}