El régimen de Felipe Calderón, una fábrica de pobres
Por Ángel Balderas Puga
El pasado 29 de julio, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) dio a conocer un reporte con respecto a la pobreza en México. Quien tiene acceso a Internet, puede checar por sí mismo los datos, basta acceder al sitio web del Coneval (www.coneval.gob.mx), organismo público descentralizado de la Administración Pública Federal, uno de cuyos objetivos es la medición de la pobreza en nuestro país.
Cuando Felipe Calderón usurpó la Presidencia de la República, mediante un escandaloso fraude electoral, perfectamente documentado, el número de pobres en México era de aproximadamente 45 millones. De acuerdo a los datos del Coneval, para 2010 ese número ya había aumentado a 52 millones de habitantes (46.2 por ciento de la población total).
Un aumento de siete millones de pobres en tan sólo cuatro años. Este dato dice mucho más que la palabrería hueca de Calderón y de los derechistas neoliberales que lo apoyan (no todos ellos panistas): el país se ha empobrecido con el usurpador y con ello la mayoría de la población salimos perdiendo.
Definición de pobreza
De acuerdo al diccionario de la lengua española de la Real Academia Española (RAE), uno es pobre si no tiene lo necesario para vivir y de acuerdo a la Enciclopedia Británica, uno es pobre si no es capaz de satisfacer sus necesidades básicas. En todo caso, es necesario definir con parámetros, lo más objetivos posible, lo que significa “vivir” o “necesidades básicas”.
Es claro para todos que “vivir” no puede ser definido sólo en términos de una vulgar sobrevivencia estrictamente biológica y que las necesidades básicas no se refieren únicamente al acceso al alimento.
En efecto, de acuerdo a la ONU la pobreza es “la condición caracterizada por una privación severa de necesidades humanas básicas, incluyendo alimentos, agua potable, instalaciones sanitarias, salud, vivienda, educación e información”. Sencillamente, una familia es pobre si sus ingresos no alcanzan a cubrir las necesidades básicas señaladas por la ONU, no hay que darle más vueltas al asunto.
Sin embargo, las derechas neoliberales han inventado una serie de falacias para esconder la pobreza que sus políticas públicas generan. Se han inventado conceptos artificiales y el Coneval no es la excepción.
Medición de la pobreza
Para empezar, de acuerdo a la Ley General de Desarrollo Social (LGDS), la información que debe emplear el Coneval es la que genera el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) y, como se ha evidenciado en múltiples ocasiones, desde que el Inegi perdió autonomía y objetividad, ese Instituto acostumbra ahora maquillar sus cifras para esconder indicadores tan importantes como la pobreza o el desempleo.
Por ejemplo, ¿quién en su sano juicio puede creerle al Inegi que la tasa de desempleo en México era, en enero de 2011, de tan sólo el 5.43 por ciento cuando de acuerdo al Bureau of Labour Statistics, de los Estados Unidos, esa misma tasa fue de 9.2 por ciento, en junio de 2011, alcanzando una punta superior al 10 por ciento, a principios de 2010, y de acuerdo a Eurostat, en la eurozona, en 2010, esa tasa fue en promedio del 10 por ciento con una punta, en el caso de España que llegó al 20 por ciento?
Las economías de esos países son mucho más fuertes que la mexicana. De acuerdo a Eurostat los países europeos con menor tasa de desempleo, en febrero de 2011, fueron Holanda (4.3 por ciento), Luxemburgo (4.9 por ciento), Austria (cinco por ciento), Malta (6.2 por ciento), Alemania (6.3 por ciento), Suecia (7.8 por ciento), Reino Unido (7.9 por ciento), Finlandia (8.1 por ciento) e Italia (8.4 por ciento). Los datos anteriores muestran que los datos del Inegi son verdaderamente ridículos y totalmente falsos.
Coneval, de acuerdo con su “metodología para la medición de la pobreza”, define “tres niveles de pobreza”: habla de pobreza alimentaria (incapacidad para obtener una canasta básica alimentaria, aun si se hiciera uso de todo el ingreso disponible en el hogar para comprar sólo los bienes de dicha canasta), pobreza de capacidades (insuficiencia del ingreso disponible para adquirir el valor de la canasta alimentaria y efectuar los gastos necesarios en salud y en educación, aun dedicando el ingreso total de los hogares nada más para estos fines y pobreza de patrimonio (insuficiencia del ingreso disponible para adquirir la canasta alimentaria, así como para realizar los gastos necesarios en salud, educación, vestido, vivienda y transporte, aunque la totalidad del ingreso del hogar sea utilizado exclusivamente para la adquisición de estos bienes y servicios).
Como puede observarse, de las definiciones anteriores, si una persona está en pobreza alimentaria automáticamente está en pobreza de capacidades y quien está en esta última, automáticamente, está en pobreza patrimonial y que ésta, casi equivale a la simple definición de pobreza que da la ONU.
Pero además, para tratar de enmascarar más la situación, el Coneval diferencia la “pobreza extrema” de la “pobreza moderada”, definiendo la primera como aquella en la que el ingreso total es insuficiente para adquirir la canasta alimentaria y que además, tienen tres o más carencias sociales. El sentido común nos dice que si uno no tiene suficientes recursos para comer ¡menos tiene recursos para otras cosas! Así que no hay necesidad de agregar lo de “tres o más carencias sociales”.
Éste es un vulgar truco para “reducir” la pobreza extrema, de manera artificial, ¡sólo con una definición! Es así como Coneval señala, y Felipe Calderón se ufana de ello, “se contuvo la pobreza extrema” al mantenerse 11.7 millones de personas en este tipo de pobreza entre 2008 y 2010.
Siempre con el objetivo de ocultar los datos reales sobre la pobreza, el Coneval “saca de la pobreza”, otra vez artificialmente, a 32.2 millones de personas a las que considera “vulnerables por carencias sociales”, aquellas que, a pesar de tener un ingreso superior a la línea de bienestar económico (LBE) su índice de privación es mayor a uno, es decir, tiene una o más carencias sociales, y a otros 6.5 millones de personas “vulnerables por ingreso” (las que tienen un ingreso menor de la LBE y que no tienen carencias sociales), es decir, otra forma “elegante” de decir que ¡también son pobres!
En este caso, las cifras son verdaderamente espantosas, pues de acuerdo a los datos oficiales de Coneval, en 2010, sólo un 19.3 por ciento de mexicanos, equivalente a 21.8 millones de personas, no son pobres ni vulnerables por lo que el otro 80.7 por ciento de la población son, en realidad, pobres, es decir, 91.2 millones de mexicanos.
El verdadero peligro para México
Felipe Calderón se ufana que los “gobiernos humanistas” ¡han abierto oportunidades para los marginados! (La Jornada, 30/07/11) cuando en realidad él, su gobierno y sus cómplices han resultado ser, como muchos vaticinamos en 2006, el verdadero peligro para México.
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