Opinión

El superhéroe que nos hacía falta… Crónica inútil del gran escape de Alan Pulido

Tigres de papel

Por: José Luis Álvarez Hidalgo

PARA DESTACAR: Un aspecto a valorar es la impresionante cobertura mediática que tuvo el suceso y el golpe efectista que provocó en una población diezmada por el hambre y las injusticias, que necesita de héroes futboleros para tener una mínima esperanza de bienestar, por lo menos emocional.

Desde que se dio a conocer la noticia, todo mundo se acalambró y comenzaron los dichos y rumores sobre la gravedad de que el narco se haya excedido en sus modos al secuestrar a una estrella del balompié mexicano como lo es el jugador del Olympiakos de Grecia, Alan Pulido. La noticia corrió como reguero de pólvora y tuvo una cobertura mediática tal, que prácticamente todos los medios de comunicación la reprodujeron al instante y se hizo escuchar el clamor de protesta generalizado ante semejante despropósito.

Incluso, el suceso tuvo una gran repercusión internacional y se divulgó en diarios de la talla de El País, El Clarín, El Tiempo, The Washington Post y otros de relevancia mundial;  además de que se expresó una amplia solidaridad del gremio futbolístico y los deseos de su pronta reaparición con vida. Y así fue: en menos de 24 horas el futbolista estaba de regreso, vivito, coleando y con una historia fantástica sobre la forma de cómo logró escapar de sus captores y seguir en el reino de los vivos sin haberse pagado un solo peso por su rescate.

Fue tal el maremágnum que provocó primero su secuestro y luego su aparición que la confusión empezó a crecer por todos lados. En un día hubo hasta tres versiones distintas sobre la liberación del astro futbolero, hasta que se publicó la crónica de Asociated Press (AP) que da cuenta de la hazaña de Alan Pulido para escapar de sus captores, un relato de ficción digno de la zaga de los más intrépidos James Bond en la historia del cine, narrado por el propio futbolista. No me voy a detener en hacer la reseña de tan inverosímil historia que, seguramente usted, estimado lector, conoce de sobra y le habrá hecho reír a carcajadas, tal y como me sucedió.

Los excesos verbales que engalanaron las cabezas de los principales diarios fueron del tenor de “Buscan por mar y tierra al futbolista Alan Pulido”, no se trató sólo de retórica periodística, sino de una verdad irrefutable, dado que el Gobierno Federal y el de Tamaulipas, a cargo de Egidio Torre Cantú, desplegó un operativo sin precedentes para localizar “por cielo, mar y tierra” al afamado futbolista: helicópteros de la Defensa Nacional, Policía Federal y del estado de Tamaulipas, cientos de soldados y agentes; se instalaron retenes, sobrevolaron el estado, casa por casa, con reflectores y una vigilancia extrema para dar con el futbolista. Y dieron con él o, mejor dicho, él solito se liberó y ya nomás fueron a rescatarlo. Fin del cuento.

El precio de la fama no tiene precio. Y el de un proceso electoral tan competido tampoco. Cuando se lea esta columna, ya se sabrán los resultados preliminares de las elecciones del domingo 5 de junio y sabremos si el “Operativo Pulido” les funcionó a la perfección y el PRI obtuvo aplastante victoria en las urnas o si, por el contrario, a los tamaulipecos ya no los engatusan con relatos inverosímiles y grotescos como el secuestro prefabricado y manipulado por el poder político, para tratar de perpetuarse en el poder a través de esta clase de artimañas. El pueblo tiene la palabra.

Otro aspecto a valorar es la impresionante cobertura mediática que tuvo el suceso y el golpe efectista que provocó en una población diezmada por el hambre y las injusticias y que necesita de héroes futboleros para tener una mínima esperanza de bienestar, por lo menos emocional, en su paso por el mundo. La sobrevaloración que hacen los medios de comunicación de las estrellas del espectáculo y del deporte, ocasiona que se les convierta en semidioses que no pueden ser tocados por las garras del crimen organizado; si se atreven, pagarán un alto precio por su osadía.

Juan Pueblo no tiene la misma suerte. Nunca tendrá operativos impresionantes para su localización en caso de haber sido secuestrado o jamás se le hará justicia por su artero asesinato y su cuerpo se pudrirá en la fosa común del desprecio y la ignominia. Solo la fama y el dinero ameritan seguridad y justicia. Hay que ser Alan Pulido o cualquier astro del futbol, la política o la farándula. Los demás, no existimos.

 

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