El thatcherismo y el punk
Por: Óscar Amézquita Ugalde
El músico inglés Morrissey mandó una carta al diario estadounidense The Daily Beast. En ella dice que la recientemente fallecida Margaret Thatcher, poseía características completamente negativas: “Destruyó la industria manufacturera británica, odiaba las artes, odiaba a los pobres, a Greenpeace, a las feministas. Fue la única líder política europea que se opuso a la prohibición del comercio de marfil. Dio la orden de volar el Belgrado (buque argentino) aun cuando se encontraba fuera de la zona de exclusión de las Malvinas. La mayoría de la clase trabajadora británica ya la ha olvidado, y los argentinos estarán celebrando su muerte. En resumen, Thatcher era el terror sin un átomo de humanidad.”
Gran parte de los anteriores temas, son abordados en las letras de los grupos de música punk: desempleo, pobreza, guerra, protección al medio ambiente, etcétera. Morrissey, antes de formar al grupo The Smiths, participó, a finales de los años setenta, en un grupo de punk rock llamado Nosebleeds. Era una banda más, entre tantas, que habían adoptado este estilo de música puesto de moda por los Sex Pistols.
Los hijos de la clase trabajadora no querían saber nada de las utopías ni de las consignas hippies de amor y paz. “En Inglaterra, apareció el grito de NO HAY FUTURO que retrataba el desencanto de la generación pre Thatcher. El lema de HAZLO TÚ MISMO, impulsaba al individuo a tomar el control de su vida. Era el Londres de 1976, cuando los Sex Pistols se encontraban a la cabeza de una avanzada que, al son de tres acordes hastiados de sofisticación del rock, empujada por el proletariado y sustentada por el nihilismo, llamó a la anarquía en el Reino Unido e hizo temblar de miedo a la sociedad británica”. (Diccionario de Punk y Hardcore. Zona de Obras, 2011).
Éste era el panorama socioeconómico que encontró Thatcher al convertirse en Primera Ministra de Gran Bretaña (1979 a 1990). Un sistema que no ofrecía oportunidades a los jóvenes. God save the Queen (Dios salve a la Reina), se volvió una canción-himno de los Pistols: “Dios salve a la Reina/ al régimen fascista/ ellos hicieron de ti un tarado/ una potencial bomba H./ Dios salve a la Reina/ ella no es un ser humano/ no hay futuro/ en el sueño de Inglaterra.”
Este grupo de punk prefabricado vio su fin en 1978. Fue un producto comercial creado por Malcolm McLaren, quien se enriqueció y logró su “gran estafa del rock and roll”. Thatcher, estaba por iniciar otra gran estafa llamada neoliberalismo: privatizar empresas públicas, vendidas a precios de oferta; recortes presupuestales en educación y vivienda; antisindicalismo y flexibilización en el mercado laboral, etcétera.
Álvaro Detor y Pablo Hernández, en su libro “México Punk, 33 años de rebelión juvenil”, dicen que en los suburbios ingleses existían bandas que tomaban más en serio las consignas y los fundamentos vagamente políticos de los Sex Pistols, “varias bandas comienzan a aferrarse a las ideas libertarias o socialistas; claros ejemplos pueden ser The Clash y Discharge. Sus canciones giraban en torno al anarquismo, libertad y pacifismo.”
Una banda, poco conocida, de nombre CRASS, era la más activista de aquella época. “Practicaban una postura más seria y radical. Se integraron al movimiento punk como una forma de resistencia cultural y respuesta reaccionaria. Pasaron de las palabras a los hechos y una de sus formas sería la acción directa: repartir panfletos llenos de manifiestos, publicaciones de libros y fanzines, marchas, actos de boicot, pintas, crearon comunidades anarquistas, dieron origen al movimiento OCUPA (se apropiaban de inmuebles públicos inactivos o abandonados, que servían como moradas de los punks).” (op. cit)
Los gobernantes de los países imperialistas saben perfectamente que un conflicto bélico les puede ser muy favorable para aumentar su popularidad y su reelección. Margaret Thatcher, en 1982, se involucró en la llamada Guerra de las Malvinas. La banda punk española, Código Neurótico, escribió una canción, muy simpática, sobre este acontecimiento: “Me voy ya hacia las Malvinas/ me voy lleno de anfetaminas/ qué más me da, qué más te da./ La presidenta Thatcher me está cayendo gorda/ la presidenta Thatcher es una gran pelota./ La presidenta Thatcher no come gominolas/ la presidenta Thatcher no sabe saltar olas./ Esta es una guerra con barcos y aviones/ aunque muera mucha gente no habrá soluciones.”
A México también llega el movimiento punk en una época de crisis económica. A finales de los años setenta y principios de los ochenta, luego de la “docena trágica” que significaron los gobiernos de Luis Echeverría y de José López Portillo. Los primeros punk fueron de la clase media, pero casi de manera natural fue adoptado por los jóvenes de clases marginadas. Con el gobierno de Miguel de la Madrid inició el neoliberalismo en México y se consolidó con Carlos Salinas de Gortari.
Muchos ven, o quieren ver, la agonía del punk y del neoliberalismo. En el caso del primero, un fanzine llamado Autopsia publicó un artículo (en el número 18 del periódico Generación, noviembre de 1991) llamado “El punk ha muerto”: “Hemos hecho una revolución perdida. Nos lanzamos a la guerra sin armas. Sin conocer al enemigo. Sin conocernos nosotros mismos. Hemos lanzado golpes en la oscuridad. Nos autodestruimos lentamente. Somos cadáveres vivientes. Somos una protesta mediocre. Una protesta a medias. Nos encanta que nos tengan miedo. Nos encantan las fotos, que vean qué malos somos. Pero somos de papel. El sistema capitalista no se anda con mamadas. Esto es una guerra. Y nosotros ya la perdimos.”
Prefiero quedarme con las palabras de Jello Biafra, ex vocalista del grupo punk hardcore Dead Kennedys: “El punk no ha muerto, pero merecería morir cuando lo vemos convertido en un club social de mentes cerradas y egolatría”. ¿Aplicarán también las anteriores palabras para los gobiernos neoliberales?
amezquita27@hotmail.com
Twitter: @amezquita_oscar
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