Opinión

En defensa de la familia

Por: Ángel Balderas Puga

anbapu05@yahoo.com.mx

PARA DESTACAR: En México, según datos oficiales de la OCDE, somos el país de dicho organismo en el que más se trabaja. 10 horas diarias en promedio. En contraste con países como Bélgica, donde  sí que se piensa en la defensa de la familia. Pues la defensa de esta pasa por tener buenos salarios y tiempo para la convivencia familiar.

Poco antes de la marcha organizada por el Frente Nacional por la Familia, recibí a una persona en mi domicilio, quien amablemente pasó a invitarnos para acudir a dicha marcha. Lo primero que preguntó es si estábamos interesados en la integración familiar, ante la respuesta contundente de que sí, su semblante mostró un gesto de satisfacción, seguramente pensó “estos son de los nuestros”, pero ese gesto fue cambiando poco cuando le expliqué que uno de los principales motivos para la desintegración familiar es el actual modelo neoliberal.

 

Efectivamente, es inútil que se eche la culpa a padres de familia porque “dejan solos a sus hijos”, como si fuera una cuestión de voluntad y no de necesidad de sobrevivencia. Esos hijos requieren ser alimentados y cubrir sus necesidades de desarrollo, para eso se requiere tener dinero y un empleo bien remunerado.

Los pésimos salarios que tenemos en México obligan a millones de personas a tener que buscar un segundo empleo, como en el caso del magisterio en donde los y las docentes buscan la doble plaza, lo que implica trabajar cinco horas frente a grupo en la mañana y cinco horas frente a grupo en la tarde, para tener un nivel salarial de unos 10 mil pesos mensuales. A esas 10 horas frente a grupo hay que agregar lo invertido en transporte: del hogar a la primera escuela, de la primera escuela a la segunda y de ésta última al hogar, más el tiempo para la comida. Unas dos horas adicionales con lo que ya está fuera del hogar 12 horas. Si a eso agregamos que hay que llegar a casa a desarrollar aún más trabajo, o doméstico o profesional, pues evidente que queda poco, muy poco tiempo para la convivencia familiar.

Para quedarnos en el tema del magisterio, una maestra de preescolar en España llega a ganar hasta 56 mil pesos mensuales, una de primaria en Suecia hasta 58 mil pesos mensuales, uno de secundaria en Francia hasta 67 mil y uno de bachillerato en Alemania hasta 94 mil pesos mensuales. Es evidente que con este nivel salarial, ningún maestro de estos países tiene necesidad de trabajar una segunda plaza.

Su jornada laboral va de las 8 de la mañana a la 1 de la tarde y ahí acaba su actividad profesional pues todas las actividades escolares adicionales, además de dar clase, se desarrollan en la escuela en su horario de trabajo, pues solo atienden a tres grupos diarios, de 15 alumnos cada uno. Las actividades de preparación, revisión y tutorías se llevan a cabo en la escuela por lo que al salir de la escuela se van a su casa a comer con sus hijos y la tarde completa la dedican a la familia y hacer actividades colectivas con sus hijos y con su pareja sentimental.

En cambio, en México, según datos oficiales de la OCDE, somos el país de dicho organismo en el que más se trabaja. 10 horas diarias en promedio. En contraste, en Bélgica se trabajan 7.1 horas al día, en Dinamarca, Alemania y Sudáfrica, 7.4 horas diarias, en Francia, Holanda, Finlandia y Noruega, 7.5 horas al día.

En estos países, sin demagogia, sí que se piensa en la defensa de la familia. Pues la defensa de esta pasa por tener buenos salarios y tiempo para la convivencia familiar.

Pero además de los salarios y del tiempo, habría que agregar que los países que defienden a las familias tienen sistemas universales de salud gratuitos o casi gratuitos, lo que disminuye la tasa de mortalidad.

Mientras, según datos de la OCDE, la esperanza de vida promedio de los países que conforman esta organización, es de 80 años. México ocupa el último lugar con una esperanza de 74 años, la que resulta muy diferente de los 83 años en Suiza, Japón e Italia y los 82 años en España, Islandia, Francia, Australia, Suecia e Israel. En nuestro país, muchos mexicanos mueren por falta de atención médica. Muchos niños quedan huérfanos porque sus padres fallecen de enfermedades curables. Muchos abuelos, después de una ardua vida laboral, en vez de estar en su casa y convivir con hijos y nietos se ven obligados a trabajar de “cerillos” en supermercados dado el raquítico monto de sus pensiones, lo que los obliga a seguir trabajando para completar su manutención.

 

Es por esto que no deja tener un dejo de hipocresía que aquellos que impulsan un  capitalismo salvaje que destruye, verdaderamente, a las familias, al mismo tiempo se presenten como adalides en defensa de la familia.

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