Esfera pública entre la política y lo político
Por Gabriel A. Corral Velázquez
En estos tiempos, como en casi todos, cuestionarnos el quehacer de los políticos es parte de la reflexión cotidiana que hacemos como ciudadanos. ¿Cuál es el sentido de la política y del quehacer del político? ¿De qué manera la participación ciudadana debe generar una mejora sustantiva al quehacer de la política y por ende en la vida cotidiana de las sociedades? Preguntas de no fácil respuesta; pero que invitan a la reflexión en torno al papel que juega la política y lo político en la construcción de sociedades políticamente participativas en donde el debate en torno a los asuntos de interés colectivo debe formar parte de la actividad cotidiana.
La política y por ende lo político tienen su espacio de acción en la esfera pública; la cual se define como un espacio en donde se lleva a cabo la libre asociación y acción discursiva sobre la cual se construye la opinión pública. La esfera pública sin duda constituye un espacio institucionalizado en el que se puede analizar cómo se construye la vida política de una sociedad.
La esfera pública constituye entonces el espacio en donde se relacionan las prácticas cotidianas y los procesos políticos. Los análisis sobre estos procesos refieren a que en buena medida lo público es central para el ejercicio político. Lo público como lo de interés colectivo significan dos fenómenos de acuerdo con Ardent (1993), en primer lugar es lo que se puede ver y oír y tiene la más amplia publicidad y por otro lado significa el propio mundo, cuanto es común a todos nosotros y diferenciado de nuestro lugar poseído privadamente.
Para quienes estudian y ejercen la ciencia política como área de conocimiento, la esfera pública debe ser un lugar privilegiado para comprender la acción de los sujetos que construyen los discursos y las prácticas sociales que forman parte de la tensión sobre la cual se desarrolla la relación política. En este sentido debe quedar claro que lo público no sólo se reduce al ejercicio del poder político.
Podemos señalar, a partir de esto que el interés público como lo señala Green (2002) tiene un sentido que sugiere que el papel del gobierno pudiera ser más que simplemente el equilibrio y la determinación de una estructura de imposiciones. Esto es, en muchos de los casos que la definición que en ocasiones se le da al término interés público radica más bien en que lo público está sólo ligado a cuestiones gubernamentales y no necesariamente refiere en exclusiva a ello.
En este punto, la esfera pública y por tanto el ejercicio de la política se presenta como un lugar importante para la construcción de un proyecto colectivo y por tanto como un escenario para la disputa política entre lo legítimo y lo hegemónico. Esto nos conduce a un juego de tensión entre cada uno de los integrantes que buscan establecer como temas de interés colectivo sus propias nociones. Dicha tensión se puede traducir en acuerdos o imposiciones a través del discurso, el cual está construido para y en la esfera pública.
En este sentido es un reto para los estudiosos de la ciencia política reconocer la acción política de la sociedad en general. Se debe tener claro que la esfera pública representa un lugar central en donde se debe permitir el ejercicio de lo político a fin de que en México se configure una esfera pública sólida en la cual se cimienten cambios a nivel legal, institucional que coadyuven a construir un régimen democrático. El reto para quienes estudian ciencia política es desarrollar análisis que abarquen de manera importante los cambios que en la esfera pública ha habido a partir de las alternancias electorales y lo que éstas han traído como consecuencia en las prácticas sociales a nivel político. Sin embargo, queda claro que en algunos casos ha permanecido el arraigo de prácticas que han privilegiado el establecimiento de acuerdos entre las élites políticas, manteniendo las reglas del juego político como las conocemos tanto de manera formal como informal. Es en esta tensión en la que, me parece, aún queda un largo camino por recorrer y que nuestros científicos políticos tienen ante ellos un gran cúmulo de preguntas entre la tensión que representan los diseños institucionales y las prácticas, por un lado y por otro el debate en torno a lo público; esto sin duda representa hoy en día un reto que enriquece su quehacer.
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