IV Aniversario del Instituto Intercultural Ñöñho
Por: Yolanda Correa Castro
El Instituto Intercultural Ñöñho, A.C., cumplió recientemente 4 años de haber iniciado el bordado de una utopía en varios sentidos. Por una parte ofrecer a los jóvenes indígenas y mestizos de escasos recursos del Municipio de Amealco la posibilidad de estudiar la Licenciatura en Emprendimientos en Economías Solidarias. Jóvenes de la comunidad indígena ñöñho (otomí) de San Ildefonso, Tultepec, donde está ubicado el Instituto, han respondido de manera efectiva y comprometida a este llamado.
El director del Instituto, Mario Monroy, considera que esta utopía es un proceso colectivo y en construcción, en el que se han involucrado varios actores: la comunidad, los estudiantes, las diferentes instituciones públicas y privadas de educación superior, autoridades oficiales y profesionistas de variadas nacionalidades y disciplinas. Todos ellos han contribuido en tejer, de manera fina y armoniosa, esta utopía solidaria.
Este cuarto aniversario del Instituto ha posibilitado el egreso, en el mes de abril del 2013, de su primera generación integrada por 9 Licenciados en Emprendimientos en Economías Solidarias, de los cuales 7 son mujeres y 2 varones.
La filosofía de este proyecto se orienta a trazar dos líneas. Por un lado, su objetivo es pensar la economía solidaria, desde abajo, desde los actores sociales que sufren los estragos de la economía neoliberal dominante y excluyente. Por otro ángulo se analiza cómo generar una economía solidaria, incluyente, democrática y justa en el contexto dominante de un mercado devastador, que impone formas de producción sustentadas, exclusivamente, en la ganancia y en la concentración de la riqueza, que no respeta los nichos ecológicos, ni reconoce los saberes tradicionales, locales y comunales.
Por ello, ésta Licenciatura en Economías Solidarias, señala Monroy, es anti sistémica, ya que se propone reflexionar, criticar y generar proyectos productivos que beneficien a la colectividad, que promuevan el respeto por los medios y los recursos naturales, que desarrollen la dignidad étnica y la interculturalidad y finalmente, que sea un espacio donde los diversos saberes y prácticas establezcan diálogos epistémicos horizontales e incluyentes.
Otra de sus líneas filosóficas, indica Mario Monroy, es precisamente el reconocimiento de los saberes comunales, mismo que radica en su modelo pedagógico. En la relación enseñanza-aprendizaje se promueve la aceptación y reconocimiento de la identidad propia ñöñho y de la diversidad cultural como fuentes de aprendizaje y de conocimiento; es decir se trata de concebir la diversidad cultural como un motor y patrimonio que enriquezca las relaciones humanas y productivas necesarias para una vida digna y comunitaria. Una política intercultural es necesaria para todo proyecto de economía solidaria, pues sólo de esta manera se pueden asegurar proyectos productivos con un perfil social y humanista. Se reconoce como raíz identitaria a la cultura ñöñho, y con ello se promueve el respeto y reconocimiento de la cultura propia y de otras culturas. Uno de los pilares del principio intercultural es la equidad de género, como un mecanismo de reconocimiento de los derechos y liderazgo de las mujeres, mismo que se ha reflejado en la participación de ellas en todo el proyecto.
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