Opinión

La bondad de un extraño

American life

Por: Nadia Nesme

“El instinto social de los hombres

no se basa en el amor a la sociedad,

sino en el miedo a la soledad”

Arthur Schopenhauer

El Día del Amor y la Amistad… Como buena persona que trata de ser única, de escapar de la manada, de pensar diferente y sobre todo, de hacerse la interesante, la mayoría de los años he tratado de escapar a esta celebración (a excepción, claro, de aquel tiempo en el que gastaba todos mis recursos comprando regalos a aquel novio que a cambio me daba peluches usados).

Siempre creí que este día era un invento de la mercadotecnia, un día en el que todo aquel que está felizmente acompañado por una pareja encuentra placer en restregártelo en tu cara; un día en el que sientes que los comerciales en la televisión, las fotos en las redes sociales, las películas románticas y el poder de los colores rojo y rosa en perfecta armonía sólo están ahí para recordarte que estás jodidamente solo y a nadie le gusta sentirse solo.

Y es que en la frase “Feliz Día del Amor y la Amistad” la última palabra sale sobrando cuando en el panorama personal no logras ver amor o al menos así lo pensaba hasta ayer.

¿Qué fue lo que cambió de ayer a hoy? En un país diferente, con la barrera del idioma de por medio y con un clima que no precisamente te invita a salir de tu casa, me encontré con un desconocido que decidió invertir unos cuantos minutos de su tiempo para escribirme unas palabras y regalarme un chocolate. Y entonces pensé en lo que una amiga diría al respecto: “Nunca subestimes el poder que tus acciones tienen en los demás” y agradecí porque existieran pretextos como el 14 de febrero para impulsar a la gente a hacer de la vida de los demás algo mejor.

Y es que últimamente me parece vernos a todos siempre tan ocupados, existiendo de forma mecánica, empañados por la rutina del día a día, olvidándonos que son las relaciones interpersonales las que nos hacen seres humanos. En eso radica la importancia de crear días festivos en el calendario con nombres como “San Valentín”. Así, al menos por un día, recordaremos la necesidad que tenemos de relacionarnos unos con otros para sobrevivir.

Esta persona no supo lo que ese pequeño regalo significó para mí; no supo que siempre había pensado que San Valentín era una pérdida de tiempo por la simple razón de que los últimos años había tenido a mis amigos ahí al lado para burlarse conmigo de todas aquellas personas que lo festejaban, ahora que me tocaba pasar ese día lejos me sentía sola.

Con ese regalo me hizo entender que cuando uno se encuentra lejos de todo aquel a quien puede llamar “amigo” sólo tiene dos opciones: sentarse frente a la computadora esperando mantener vivas las amistades que dejó en la distancia o buscar algo de aquel ser social que lleva dentro y tratar de construir relaciones donde no las tiene, donde no las hay.

En este país construido por inmigrantes, donde los extranjeros abundan por montones, he encontrado cientos de historias de familias separadas, de relaciones amorosas a distancia, de amistades rotas pero sobre todo, en el lado amable de las anécdotas, he descubierto que al igual que los animales, los seres humanos necesitan relacionarse con sus iguales para sobrevivir y así sin importar raza, color, religión, legua, tradiciones, etcétera; todos los hombres tienen la misma lista de necesidades básicas: comer, dormir, sentirse seguro, pero más que nada, dar afecto y recibir un poco de vuelta.

Parafraseando a Blanche DuBois en “Un tranvía llamado Deseo” uno debe empezar a depender de la bondad de los extraños, es parte de ser humano y es una acción completamente justificada cuando uno se encuentra lejos de todo aquello que le es familiar.

@NadiaNesme

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