Opinión

La Casa de la Vinculación Social de la UAQ, en Carrillo Puerto

Por: María del Carmen Vicencio

metamorfosis-mepa@hotmail.com

A las “Tejedoras de ilusiones”, con admiración

Entre los discursos triunfalistas y plagados de sonrisas; entre los pronósticos optimistas y las cuentas alegres de quienes nos gobiernan; entre sus autoelogios y autoaplausos, no dejan de vomitar aquí y allá los miles de tóxicos geiseres que la gruesa corteza de las apariencias ya no puede contener. Geiseres que evidencian el tremendo estado de crisis e incertidumbre que vivimos hoy.

Sale a la luz lo que antes sólo veían los afectados o quienes estaban más cerca. Desde aquel 1° de enero del ‘94, cuando los zapatistas declararon la guerra al gobierno federal (despuesito de haber proclamado el ingreso de México al primer mundo), han venido brotando desconciertos por doquier, que contradicen las proclamas oficiales: las muertas de Juárez y del Edomex; los “daños colaterales” de la guerra contra el narcotráfico; los niños de la guardería ABC; el desastre del sistema educativo y la irresponsable y peligrosa denostación de los profesores; las víctimas de los pederastas y del albergue de la “Gran Familia” en Michoacán; los autodefensas, luchando contra la delincuencia organizada, (esa que se encuentra fuera y dentro de muchos puestos gubernamentales); los migrantes desaparecidos; los niños que viajan solos y los mutilados por “La Bestia” (que no son sólo centroamericanos); el chico muerto por la Ley Bala; la frustrada Ley Mordaza en Sinaloa; el caos vial en CAPUFE por el cambio de sistema IAVE; los constantes escándalos en que se ven envueltos los políticos de cualquier partido; los miles de millones de pesos, que reciben diputados y jueces por vender al país y entregar sus tesoros a la plutocracia nacional e internacional…

Esa gente que decide por nosotros está demasiado ocupada en sus intereses y conflictos como para darse el tiempo necesario de atender a la población.

Por otro lado, sin embargo, entre esos geiseres de muerte brotan también miles de expresiones de vida y de esperanza; miles de iniciativas populares de aquellos que no están dispuestos a rendirse y que, aunque no hayan leído a Benedetti, pareciera que lo siguen: “No te quedes inmóvil al borde del camino; / no congeles el júbilo; /no quieras con desgana; /no te salves ahora ni nunca; / no te salves…”. “…No te rindas, aún estás a tiempo / de alcanzar y comenzar de nuevo, / aceptar tus sombras, / enterrar tus miedos, / liberar el lastre, / retomar el vuelo…”

Una de esas iniciativas populares recibe el nombre de “Casa de la Vinculación Social” y está surgiendo en el pueblo de Felipe Carrillo Puerto, del encuentro entre dos actores: la Dirección de Vinculación Social de la Universidad Autónoma de Querétaro y la propia comunidad carrillense organizada. Constituye una forma de concretar el decir de su actual administración: “la Universidad, comprometida con la sociedad que le da vida”.

La Casa de la Vinculación Social es un proyecto comunitario “sui generis”, dedicado a la educación alternativa, que pretende impulsar otras formas de relación social.

No es una escuela, ni una casa municipal de la cultura, ni una institución de beneficencia. Es un espacio que pretende potenciar la autonomía individual y colectiva, así como diversas iniciativas populares, generando redes de apoyo mutuo. Es una iniciativa que busca romper con dos lógicas dominantes altamente dañinas: la lógica mercantil, que despersonaliza, cosifica y genera consumismo superfluo y, sobre todo, desigualdad social; y la lógica asistencial o paternalista: que genera, en los “beneficiarios”, dependencia, pereza, pasividad e irresponsabilidad.

Se trata de un ensayo social (cuyo solo proceso vale por sí mismo), que intenta romper con la ignorancia, la inercia y el aburrimiento; abrir espacios recreativos, diferentes (y mejores) a la televisión o la calle; compartir experiencias e intercambiar saberes; promover el cuidado de la salud y el medio ambiente; generar lazos de amistad y solidaridad para superar el egoísmo y la soledad; fortalecer la conciencia histórica y rescatar los valores culturales; aprender a soñar y a crear, para el rescate de sí mismos y el mejoramiento de la comunidad.

Esta descripción, que parece “sueño guajiro”, ya cuenta con varias muestras de realidad. Antes de cualquier convocatoria, llegaron a esa casa varias señoras, inquietas, entusiastas y decididas a intercambiar sus saberes (así no más, porque tuvieron ganas) y se pusieron a tejer y a bordar. Luego pensaron que les vendría bien hacer ejercicio y se organizaron, entre ellas mismas, para darse clases de zumba y de yoga. Luego formaron un círculo para conversar y reflexionar sobre “cosas de mujeres”, con el apoyo de otras entusiastas antropólogas, atraídas por su imán.

También se están organizando para sacar más provecho a la sala de lecturas, y para apoyar a sus niños, quienes (también por cuenta propia) se pusieron a limpiar un terreno baldío para jugar futbol (pues en la zona no hay ningún parque recreativo).

Todo esto lo han emprendido independientemente del importante apoyo que también están recibiendo de la UAQ, que las impulsa y acompaña.

Lo que viene ahora es abrir ese espacio a muchas otras personas, no importa su edad, ni su género, ni su condición social, ni si saben o no saben leer ni escribir.

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