La encrucijada de los legisladores
Por Rafael Vázquez
Es un hecho de que la tauromaquia siempre ha sido consumida por las clases más altas y en su mayoría se trata de una actividad de las élites.
Si bien esta afición está descrita como “folclórica” e inscrita dentro de las tradiciones mexicanas con raíces ibéricas, la realidad de un pueblo con tan bajos ingresos y con una pobreza y desempleo creciente, es que un boleto para asistir a un evento de esta índole es muy difícil de pagar por la mayoría de los mexicanos.
Y va más allá, a lo largo de la historia el fomento de esta actividad ha provenido en su mayoría de individuos cuyo poder político, económico y social le permitía desarrollar un evento para sus iguales. La historia nos dice que Carlomagno, Carlos I de Inglaterra, Carlos I de España y Felipe II eran asiduos en las corridas de toros.
En realidad este espectáculo es sumamente caro de realizar. Los toros de una ganadería de primera regularmente exceden los tres mil dólares, esto va aunado con la renta de la plaza, el costo de la cuadrilla, los jueces, monosabios, alguacillos, veterinarios, caballos, sueldo de los matadores y en general toda una serie de gastos que lógicamente dispara el precio de los boletos para verlos.
Es completamente infundamentado asegurar que esta actividad es parte de una cultura popular que compartan la mayoría de los mexicanos. Va incluso más allá; en 2009 una encuesta realizada por Parametría encontró que el 88 por cierto de los ciudadanos se dice en contra de que el gobierno apoye las corridas de toros. De la misma manera, la opinión del 80 por ciento de la población según estos números, apoyaría la prohibición total de las corridas de toros. ¿Entonces por qué no se ha legislado al respecto? Claramente es un asunto de poder y hay elementos para probarlo.
El año pasado el 29 de enero en Querétaro, justo en una corrida de toros promovida por los empresarios Torres Landa, hubo una violación al reglamento de Protección Civil Municipal; sin tener los permisos necesarios se expusieron cerca de 150 kilogramos de pirotecnia ante 4 mil 500 asistentes sin estar a una distancia prudente y ni siquiera contar con extintores. No solamente el evento continuó, sino que golpearon a los inspectores que hicieron la denuncia, afortunadamente el evento no terminó en tragedia. Según el juez de Plaza del Municipio, Eduardo Solís Díaz, a estos empresarios les han condonando varias multas.
¿Cómo es esto posible? Fácil, la asistencia del gobernador José Eduardo Calzada Rovirosa a los eventos de dichos empresarios y su conocida amistad con Juan Arturo Torres Landa, es un gran peso para que no se toque el tema ni se impongan las multas correspondientes. No olvidemos que durante la campaña de Calzada Rovirosa a gobernador, él mismo se definió como seguidor y ex novillero, y según su blog (http://creoenti2009.wordpress.com/2009/05/08/cuando-fui-novillero/) participó en 36 novilladas y más de 10 festivales. Su pasión por esta sádica actividad es notoria.
Es en este círculo de poder en el que los legisladores tendrán que moverse a lo largo de los próximos días en los cuales tendrán que inclinarse por lo que les indica la población a la que representan, o por aquellos círculos de poder que obviamente influyen en sus decisiones.
Es importante seguir esta votación porque claramente hay dos sectores encontrados. Se podrá observar a aquellos que voten conforme el compromiso popular que hicieron, y habrá otros que sus compromisos con las élites les haga apoyar el maltrato animal.
Aseguramos que muchos se irán por una tímida abstinencia para no conflictuarse con uno ni con otro grupo. Sin embargo las legislaturas en otros estados presionan al respecto… ¿para dónde caminarán los diputados queretanos?