La formación de rebeldes competentes, tarea fundamental de la educación
Por: María del Carmen Vicencio Acevedo
Hay una fuerte discusión sobre si realmente hacía falta una reforma educativa o bastaba con crear las condiciones para hacer realidad, en TODAS las escuelas del país, lo que establece el artículo tercero constitucional, o bien, mejorar y generalizar lo que promovían diversos programas, impulsados desde la propia SEP, el Conaculta y Culturas Populares, en algunos espacios públicos, desde hace varias décadas.
Me refiero por ejemplo a estrategias de organización escolar y formas de trabajo docente, cuyas características permitían adecuarse a los más diversos contextos; trabajar colegiadamente la planeación y evaluación de las clases; integrar colaborativamente a alumnos de dos o más grados en un grupo, superando los obsoletos esquemas de separación, así como las formas de trabajo centradas en el maestro.
La Propuesta Educativa para Grupos Multigrado, en el medio rural, el programa Conafe (Consejo Nacional de Fomento Educativo) o el Plan de Actividades Culturales de Apoyo a la Educación Primaria (PACAEP), eran algunos ejemplos de cómo lineamientos generales pueden adecuar la educación a los contextos más diversos (y adversos), llevando a maestros y alumnos a comunicarse intensamente y conocer de cerca su propia comunidad; a sentirse identificados y orgullosos de ella y a desarrollar proyectos de investigación-acción que les permitían articular un sinfín de conocimientos de diferentes asignaturas, para comprender el contexto en el que viven y emprender tareas productivas. Los resultados de dichos procesos se hacían públicos ante la comunidad extraescolar, a través de simulacros o ejemplos reales como programas de televisión, presentaciones de libros colectivos, foros científicos, obras de teatro, museos comunitarios, galerías artísticas, etcétera. Ciertamente muchas de estas experiencias padecen (o padecían) de diversos problemas, fallas, contradicciones, etcétera, pero ¿por qué desmantelarlas o llevarlas a la inanición, en lugar de rescatarlas, actualizarlas y potenciarlas?
Las reformas de 2011-2013 parecen desconocer toda esta riqueza. En un “borrón y cuenta nueva” imponen “desde arriba” (para cumplir con los mandatos del Banco Mundial) una forma de trabajo homogeneizadora para todos los estados del la República Mexicana. Con esto se desquicia a muchos maestros, obligándolos a desgarrarse en una doble personalidad: la que les dicta su formación previa, su experiencia y compromiso con el pueblo y con sus alumnos y la que no tiene más remedio que obedecer, rabiosamente y con miedo, los dictados oficiales de los que no pueden escapar, pues están “amarrados” a los exámenes ENLACE o CENEVAL (y los resultados de éstos a su permanencia en el empleo o a las demandas de los padres de familia).
Quienes tienen aún cordura y entienden lo que sucede y no saben simular, se muestran ansiosos, rebeldes y escépticos; sufren de estrés y viven la experiencia laberíntica de la que hablan algunos psicoanalistas. Para no sufrir el desgarramiento, lo “mejor” es el conformismo, o “hacerse de la vista gorda”.
En el debate sobre esta reforma educativa participa “medio mundo”, políticos de todos los colores, empresarios de todas las áreas, académicos de todas las disciplinas… Y así, como en la década pasada se puso de moda discutir sobre física cuántica, así cualquiera cree que sabe y puede discutir sobre educación, y puede también tomar decisiones sobre cómo se debe enseñar en las escuelas públicas, sin haberse acercado siquiera alguna vez a observarlas por dentro y mucho menos a dialogar con los involucrados.
En este contexto, quienes no saben, imponen, desde arriba a la derecha, a los que conocen, prácticas tan absurdas como ésa (a la que me referí en otro texto), de contar cuántas palabras pronuncian los niños por minuto, para comparar el resultado con los estándares oficiales, dizque porque así comprenderán mejor los textos. Una práctica que sigue imponiéndose, a pesar de haber sido descalificada por diversas investigaciones científicas y a pesar de que, varios funcionarios educativos (es decir, los que participan en la toma de decisiones) dicen desaprobar (¿?), y a pesar de que agrava la ignorancia, la exclusión de las mayorías, el temor y la sensación de falta de sentido y la pérdida de identidad de los maestros consigo mismos y su profesión.
Algo muy distinto sucede en muchos espacios, con grupos de maestros que están generando experiencias educativas contra-hegemónicas, desde abajo a la izquierda.
Entre ellas están la Universidad de la Tierra en Chiapas y la Universidad Descalza de Venezuela; espacios educativos incluyentes que buscan demostrar, cómo también Latinoamérica (y, en especial el mundo indígena) puede construir conocimientos altamente pertinentes y relevantes para mejorar la vida humana, desde muchas lógicas populares que han sido negadas y castigadas por la ideología dominante.
Boaventura de Souza Santos, uno de los principales impulsores de esta pedagogía alternativa, basada en su “Epistemología del Sur”, señala que la docencia, como tarea sustantiva de las universidades y de las normales, no debiera consistir en formar seres conformistas, sino en formar REBELDES COMPETENTES, capaces de contribuir a la globalización de una lógica contra-hegemónica, que nos salve de la salvaje destrucción, provocada por el capitalismo tardío.
metamorfosis-mepa@hotmail.com
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