Opinión

Las enseñanzas de Nicol

Por: Julio Figueroa

Exponer es exponerse sin imponer.  El ser no es polémico sino diverso. En el error también hay ser. Y ya sabemos que nuestros errores serán corregidos de no muy buena manera por nuestros adversarios.  El ser está en la palabra. Sin verbo no hay ser. El ser se expresa en la palabra. En el error también se expresa el ser.

-¿Por qué decía Pascal que el hombre no es ni ángel ni bestia?

-El ángel sabe, la bestia no interroga…

El método es un modo del ser. El amor a la filosofía es un camino de vida. La pluralidad es la riqueza del ser.  Necesidad, azar y libertad rigen la conducta humana. El porvenir está en peligro por causas de fuerza mayor. Si todo estuviera perdido en el mundo, todavía nos quedaría una tarea por cumplir: resguardar la morada interior. Seguir siendo lo que somos hasta el fin.   ¿Corresponden los años cumplidos con los trabajos realizados?

Puede decirse que Nicol leyó y sintetizó toda la filosofía clásica occidental, de los griegos al siglo XX, sin polemizar. Pisaba firme las ideas sobre la tierra.

Lo conocí en sus 70 años, en un discurso memorable: Cumplir años no tiene importancia, es algo que a uno le sucede. Pero lo importante no es lo que a uno le sucede, sino lo que uno hace que suceda. ¿Corresponden los años vividos con el trabajo desempeñado? ¡Ay de aquel del que se engaña a sí mismo!

Bajo de estatura, bien trajeado, discreto, sus lentes, voz suave y pausada, hablaba y escribía impecablemente. Concentraba toda la atención en sus enseñanzas. Pensaba y hablaba caminando. Sobrio, ni un gesto de más. Igual que don Boni, el poeta de las moscas, se trasladaba de su casa a la universidad en un Volkswagen. Conocí de lejos a su mujer, discreta.

Las enseñanzas de Eduardo Nicol Francisca, catalán mexicano (1907-1990). Lo conocí en la UNAM.

No tengo sus libros a la mano, una docena, casi todos publicados en el FCE y la UNAM, quizá podría decir más… especialmente de El porvenir de la filosofía, La idea del hombre, Ideas de vario linaje, Filosofía y poesía. Escribo con los ojos porosos de la memoria. Como diría él: con la presencia del pasado. Una de sus conferencias memorables. Enseñaba a pensar. Ver las ideas. Sopesarlas. Sin absolutos.

Nunca lo vi sonreír. Dicen que se relajaba comiendo melocotones empapados en vino. Conocí su casa por fuera, en La Florida. Le regalé un ejemplar de Las enseñanzas de don Juan. Filosofía y sabiduría.

El camino de la vida y el camino de las ideas, las palabras, las experiencias vitales cristalizadas, la sabiduría de los días y los años.

Una vida reflexiva en la turbulencia del mundo, sin apartarse del mundo.  La praxis del pensamiento.

Siento que yo quedo a deber, pero algo trato de pagar, gracias.

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