Los sentidos y la teoría en la clínica
Por: Alejandro Morales Herrera
Hoy estamos ante una crisis de la clínica, la cual debe de acaparar los reflectores de todo aquel interesado por los malestares subjetivos, del alma, de la mente, etcétera. Tanto el psicólogo como el psiquiatra deberán de cuestionar y de pensar su práctica clínica.
Considero que la clínica está configurada por nuestros sentidos y el saber teórico que hemos aprendido en la escuela, muchos se preguntarán ¿qué tienen que ver los sentidos con la clínica? Los sentidos juegan un papel muy importante, recordemos aquellos inicios de la clínica, donde el médico a partir del método de la observación comenzaba a hacer sus clasificaciones nosografías, el ojo era el instrumento que captaba aquellos movimientos, aquellas manifestaciones que daban cuenta de las enfermedades que posteriormente serían registradas.
En la clínica que produce el psicólogo, el papel de la mirada debe de dirigirse en observar cómo llega el paciente, con qué llega el paciente y en el caso de los niños, cómo juega, qué objetos toma y cómo los hace jugar, ya que en muchas ocasiones los movimientos, las posturas, los gestos hablan y comunican algo de ellos (pacientes), posiblemente traten de transmitir una vivencia que les generó un malestar.
Otro de los sentidos que podemos localizar es la escucha, la cual juega un papel enriquecedor en la clínica, ya que no solamente el médico debe observar el síntoma, sino que ahora debe ser interrogado, cuestionado con la intención de dar cuenta de su origen, la palabra se posiciona como un medio, como un canal que posibilita nombrar eso que se padece o de comunicar ese malestar.
El psicólogo debe ofrecer un espacio de escucha, debe de ser muy cauteloso y presentar atención ante las tonalidades que tiene la palabra del paciente al decir algo, como dice aquella frase “no es tanto lo que se dice, sino como lo dice”, al brindar este espacio de escucha rescatamos entre las penumbras el valor y el sentido de sus palabras, pero sobre todo encontramos a ese ser del sujeto.
Por último podemos encontrar al cuerpo como otro instrumento que se juega en el espacio clínico, en ocasiones los médicos deben de tocar la zona afectada para sentir ese abultamiento, esa bolita que esta generando un malestar, por el lado del psicólogo el cuerpo se entrega en ese espacio analítico, en ese espacio de creación, se pone el cuerpo en escena; pensemos en el trabajo clínico con niños, en ocasiones posiblemente el juego que se desarrolle dentro del consultorio haga que el psicólogo rompa con esa imagen de ser una persona seria y sin movimiento y de paso a que su cuerpo se arrastre, corra, brinque, que tenga un contacto con el cuerpo del paciente y no por esto deja de ser un psicólogo. El cuerpo del psicólogo podrá ser una vía que posibilite que en el paciente se genere un trabajo subjetivo, considero que esta idea deberá de problematizarse un poco más, pero será en otra ocasión.
Cabe aclarar que estos sentidos descritos se interrelacionan, la idea sería que esto estuviera dentro del espacio clínico y que no solamente tuviera un poderío hegemónico la teoría.
Considero que actualmente esta hegemonía de la teoría dentro de la clínica ha imposibilitado que se brinde un espacio de escucha, ya que solamente el psicólogo o psiquiatra sabe lo que le pasa al paciente y le dice qué es lo que tiene que hacer, y en ese decir qué hacer calla el sentir del paciente, calla la posibilidad de nombrar lo que uno siente, lo que uno cree. En esta clínica actual ya no es necesario mirar al paciente, ni tampoco tener un contacto con él, sólo basta que mencione sus síntomas para decir qué enfermedad es la que padece. Este poderío de la teoría, hace caer en el error de querer acoplar la teoría al caso que se presenta, imposibilitando que se dé la oportunidad a la sorpresa a lo nuevo, no todos los casos son iguales, puede haber casos similares, pero en la similitud hay una grado de diferencia y es en ese grado de diferencia por donde debemos de conducirnos y, como lo decía, posibilita dar la apertura a lo nuevo.
Yo no critico la teoría, más bien lo que propongo es que la clínica actual se posicione en este entrecruzamiento de la sentidos con la teoría, es decir que sí utilicemos la teoría como una base para poder sostenernos en nuestra práctica clínica, pero a la vez utilizar esto de los sentidos para generar un espacio que dé apertura a lo nuevo, a la creación y al trabajo.