Opinión

Maestros a examen

Por Salvador Rangel

La educación en México inicia a partir de los aztecas, el Calmécac era la escuela de los hijos de los nobles y sacerdotes, y el Telpochcalli (en náhuatl ‘casa de los mancebos’), donde se educaba a los jóvenes del pueblo, a partir de los 15 años, para servir a su comunidad. Cuatro eran los Calpullis y en ellos había escuelas.

Durante la conquista la educación tuvo el carácter de evangelizar, época en que sobresale la figura de Tata Vasco, por el apoyo a la enseñanza de los indígenas.

Ya en la etapa de independencia, el 21 de octubre de 1833, se crea la Dirección General de Instrucción Pública para el Distrito y Territorios Federales, leyes expedidas por Valentín Gómez Farías, al declarar libre la enseñanza y secularizar un conjunto de instituciones para dedicarlas al servicio educativo.

En la Constitución de 1857 y particularmente 2 de diciembre de 1867 se publicó la Ley Orgánica de Instrucción Primaria para el Distrito Federal y Territorios, se pretendía reorganizar la educación nacional.

Durante el Porfiriato la educación tuvo avances. En 1889 se llevó a cabo el Primer Congreso Nacional de Instrucción Pública, con prominentes intelectuales, entre los que figuraban Justo Sierra y Enrique C. Rébsamen. En el congreso se formaron 19 comisiones, como “Enseñanza elemental obligatoria”, “Escuelas rurales, maestros ambulantes y colonias infantiles”, “Escuelas de párvulos” y “Emolumentos de los maestros”

En 1921, en el gobierno de Álvaro Obregón, José Vasconcelos, Secretario de Educación Pública, lleva a cabo una verdadera cruzada educativa con la creación de escuelas rurales, bibliotecas itinerantes, impulso a la edición de libros, etcétera.

Así a grandes rasgos se puede observar que el Estado mexicano se ha preocupado, en la medida de sus posibilidades económicas, en procurar educación primaria gratuita; sin embargo no siempre ha sido fácil llevarla a cabo, frente al Secretario de Educación Pública, existe un poder que no en pocas ocasiones ha sido freno para el avance de la educación, el sindicato de maestros, que ejerce un férreo control sobre sus agremiados y presión hacia el propio gobierno.

En el sindicato de maestros han existido liderazgos fuertes en lo político y económico, el ingeniero Jesús Robles Martínez, Carlos Jonguitud Barrios y ahora Elba Esther Gordillo, líder vitalicia de la organización sindical.

Las plazas vacantes las otorga la Secretaria de Educación Pública, pero tiene injerencia el sindicato; existen maestros interinos, es decir, no son propietarios de la plaza que desempeñan, ya sea porque el titular tiene comisión sindical o desempeña otra plaza en la que también es interino.

Así que se llevó a cabo un examen para cubrir 18 mil plazas, fue por medio de la Convocatoria Nacional para la Asignación de Plazas Docentes 2012-2013.

Se presentaron 134 mil 704 maestros al Examen Nacional de Habilidades y Conocimientos y Competencias Docentes, y de acuerdo a la información el 70 por ciento de maestros, 94 mil 292, obtuvo menos de 60 aciertos de un total de cien, es decir, casi de “panzazo” la libraron.

Cuatro mil 796 obtuvieron calificación de “no aceptable” y 129 mil 908 sí cuentan con los conocimientos para aspirar a una de las vacantes.

Según la convocatoria, que aprobaron la SEP y el SNTE, con más de 30 aciertos se “aprueba” el examen, requisito para obtener una plaza. Y naturalmente que se le otorgará una plaza, pese a que no respondieron ni la mitad del examen.

Únicamente 309 docentes obtuvieron “10” de calificación, contrapartida hubo 75 profesores que obtuvieron cero de calificación.

Y el 3.5 por ciento (cuatro mil 796) no tienen derecho a plaza, debido que no lograron más de 29 respuestas.

Lo anterior hace pensar en la necesidad de evaluar la enseñanza que se imparte en al escuelas Normales y no nada más ahí, sino en todos lo niveles.

Y los nostálgicos, recuerdan el refrán “El alumno aprende con el maestro, sin el maestro y a pesar del maestro”.

rangel_salvador@hotmail.com

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