Opinión

Octavio Paz: México y Estados Unidos

Punto y seguido

Ricardo Rivón Lazcano

No sabemos si los horrores que imaginamos se harán realidad, sin embargo, el incierto presente mexicano es una angustiante probada.

Hace 38 años, Octavio Paz escribió un ensayo que, dadas las circunstancias, estaríamos obligados a leer y releer, con serenidad, con una atención penetrante que nos lleve, con suerte, a entender la coyuntura y posible desenlace de nuestra actualidad.

Párrafos pertinentes, párrafos persistentes.

-Hoy los Estados Unidos se enfrentan a enemigos muy poderosos, pero el peligro mortal no está fuera sino dentro: no es Moscú sino esa mezcla de arrogancia y oportunismo, ceguera y maquiavelismo a corto plazo, volubilidad y terquedad, que ha caracterizado a su política exterior en los últimos años y que recuerda extrañamente a la del Estado ateniense en su disputa con Esparta

-La unidad real, efectiva, de la sociedad mexicana se ha ido realizando lentamente en el transcurso de varios siglos, pero su unidad política y religiosa fue hecha desde la cumbre como la expresión conjunta de la monarquía española y de la Iglesia católica. Tuvimos un Estado y una Iglesia antes de ser una nación. También en este aspecto nuestra evolución ha sido muy diferente a la de los Estados Unidos, en donde las pequeñas comunidades de colonos tenían ya, desde su nacimiento, una acusada y beligerante conciencia de su identidad frente al Estado. Entre los norteamericanos, la nación fue anterior al Estado.

-La historia de las sociedades no es menos rica en irregularidades y extrañezas que las biografías de los individuos: ¿qué es la antropología si no la descripción de costumbres insólitas y ritos delirantes? Las sociedades son imprevisibles como los individuos y de ahí que el catálogo de las profecías fallidas de los sociólogos, sin excluir a los más grandes, sea mayor y más impresionante que el de los astrólogos y clarividentes.

-Si el hombre no es el rey de la creación, sí es la excepción de la naturaleza, la singularidad que desafía a todas las reglas y definiciones. Los científicos se asombran ante el comportamiento inesperado y, en cierto modo, caprichoso, de las partículas elementales pero ¿qué son esas excentricidades físicas frente a las extravagancias psicológicas y morales de un Nerón o un San Francisco de Asís? (¿de un Donald Trump, de un Enrique Peña Nieto?)

-En general, los norteamericanos no han buscado a México en México; han buscado sus obsesiones, sus entusiasmos, sus fobias, sus esperanzas, sus intereses -y eso es lo que han encontrado. En suma, la historia de nuestras relaciones es la de un mutuo y pertinaz engaño, generalmente -aunque no siempre- involuntario.

-El México precolombino era un mosaico de naciones, tribus y lenguas. España, por su parte, a pesar de que había realizado su unidad política, era también un conglomerado de naciones y pueblos. La heterogeneidad de la sociedad mexicana era la otra cara del centralismo español. El centralismo político de la monarquía española tenía como complemento y aún como fundamento la ortodoxia religiosa.

-Civilización es el estilo, la manera que tiene una sociedad de vivir, convivir y morir. Comprende a las artes eróticas y a las culinarias; a la danza y al entierro; a la cortesía y a la injuria; al trabajo y al ocio; a los ritos y a las fiestas; a los castigos y a los premios; al trato con los muertos y con los fantasmas que pueblan nuestros sueños; a las actitudes ante las mujeres y los niños, los viejos y los extraños, los enemigos y los aliados; a la eternidad y al instante; al aquí y al allá… Una civilización no sólo es un sistema de valores: es un mundo de formas y de conductas, de reglas y excepciones. Es la parte visible de una sociedad —instituciones, monumentos, ideas, obras, cosas— pero sobre todo es su parte sumergida, invisible: las creencias, los deseos, los miedos, las represiones, los sueños.

-Somos un pueblo entre dos civilizaciones y entre dos pasados. En los Estados Unidos no aparece la dimensión india. Ésta es, a mi juicio, la diferencia mayor entre los dos países. Los indios que no fueron exterminados fueron recluidos en las ‘reservations’. El horror cristiano a la “naturaleza caída” se extendió a los naturales de América: los Estados Unidos se fundaron sobre una tierra sin pasado.

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