Opinión

Papachoa

Efraín Mendoza Zaragoza

PARA DESTACAR: Me quedo con la reflexión de Mauricio Ortiz Proal, cuando dijo que una de las lecciones que arrojó la derrota fue la necesidad de que la dirigencia vuelva a “apapachar” a sus bases. A quien sí apapacha el PRI es a los gobernantes panistas. Levantando el dedo en el Congreso. Levantando el dedo en los cabildos.

En estos días hemos venido observando la reacción de los dirigentes locales del Partido Revolucionario Institucional tras su desplome electoral. Es bien sabido que de las 12 gubernaturas en disputa, ese partido calculaba ganar nueve y se quedó solo con cinco. En todos los casos lo hizo con muletas: de un lado el partido fundado por Elba Esther Gordillo y del otro el partido de las telebancadas.

Entre las más pomposas valoraciones que he escuchado, me quedo con la reflexión de Mauricio Ortiz Proal, actual coordinador del PRI en el Congreso del Estado y expresidente de ese partido en Querétaro. Quedé atónito cuando dijo que una de las lecciones que arrojó la derrota fue la necesidad de que la dirigencia vuelva a “apapachar” a sus bases.

Para no caer en la tentación de la libre interpretación recurrí al más autorizado diccionario del español, y dice que apapachar es dar “una palmadita cariñosa”, deslizar “caricias o mimos” a alguien ¡Qué ternurita! Aunque, la verdad, quizá el uso que más se aproxima a lo que está pensando el líder priísta corresponda al origen náhuatl de la palabra: papachoa, que quiere decir “ablandar algo con los dedos”.

En ese comentario se sintetiza la más absurda concepción que tiene de la vida pública ese partido. Es lo más distante de una visión republicana. Ausencia absoluta de una valoración del papel que corresponde a los partidos políticos para el mantenimiento de la democracia. Para cumplir esas tareas, que nadie lo olvide, dispone de una amplia chequera. El PRI nacional solito tiene asignados para este año nada menos que mil millones de pesos, sin contar lo que recibe en cada estado. Tan solo en Querétaro, con uno de los padrones más pequeños en el país, dispone de 20 millones más.

Por supuesto, el lamento del PRI queretano deriva de que aquí perdieron casi todo y ya no hay dinero para apapachar con despensas. Ya no hay dinero para apapachar con empleos. Ya no hay dinero para apapachar con gorras y mandiles. Ya no hay dinero para apapachar con tinacos. En eso están pensando realmente. Porque no se toman en serio la función constitucional y legal que tienen los partidos políticos. Menos se toman en serio su obligación democrática de ser oposición. Por salud pública, por mandato ciudadano, por equilibrio, para contener los excesos.

Invito a quien tenga tiempo a hurgar en los informes financieros de los partidos para descubrir cuánto dedican a la formación cívica de la población. Tomé al azar el último trimestre de 2014 y el PRI reportó haber destinado 105 mil pesos a promoción de la cultura política, una cantidad menor a la que destinó a la compra de un carro usado. Por supuesto, reportó cero pesos a capacitación, cero pesos a investigación y cero pesos a actividades editoriales.

Bueno, pues el PRI no apapacha ni a sus cuadros. No digamos a su militancia de base; no apapacha ni a sus legisladores. Pregúntele usted al diputado federal Braulio Guerra, a la diputada local María Alemán, a la alcaldesa Beatriz León y al antiquísimo líder de los locatarios, Merced Aguilar Trejo. Al ser excluidos, todos ellos salieron furiosos de la sesión de su Consejo Político Estatal, el domingo pasado. Para el expresidente del PRI Andrés Garrido del Toral, su partido está descabezado y toda la base priista está muy lastimada. Pregúntele también a la ex diputada Eunice Arias. En lugar de fomentar la participación y la deliberación democrática, el PRI se está reduciendo al estrecho círculo de amigos, un club con suficiente callo en la subordinación jerárquica y en la derrota de la calle. Pues sí, de ese consejo fueron echados 400 miembros, pues de tener 600 quedó reducido a 200. Ese es su concepto de democracia, en un acto de revitalización del dedazo en plena era digital.

Y bueno, a quien sí apapacha el PRI es a los gobernantes panistas. Y lo hace con toda la suavidad de que son capaces sus dedos. Levantando el dedo en el Congreso. Levantando el dedo en los cabildos. Fiel a su ADN, pues nació en el nido del poder, lo único que el PRI sabe hacer sin equívocos es apapachar a los condes y duques del poder. No importa que sean precisamente esos condes los que le hayan propinado la más despiadada golpiza electoral de los últimos tiempos.

 

 

 

Ciudad de Querétaro, junio 16, 2016

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