Opinión

Partido Verde: el uso perverso del marketing político

Por: Sergio Rivera Magos

En plena rebeldía, el Partido Verde desacata las disposiciones del Instituto Nacional Electoral (INE) y continúa con una estrategia en donde el marketing es su única propuesta. Lejos de ser un instituto político es una empresa familiar dedicada al lucro y al tráfico de influencias. Con base en una campaña mediática abrumadora, ha crecido en las preferencias electorales posicionándose como una opción emergente en las próximas elecciones. Sin verdadera ideología o causa, los verdes van como mercenarios vendiéndose al mejor postor. Lejos de ser oposición actúan como comparsa permanente del PRI, con el que se funden y se confunden según convenga.

El Partido Verde está lejos de trabajar o ni siquiera entender la agenda ambientalista más elemental, sólo utilizan el tema ecológico como un contenido publicitario y en el tono más populista posible. Su falta de congruencia los ha marginado del círculo de partidos ambientalistas del mundo: no es posible proponer la pena de muerte y luego pronunciarse a favor de la naturaleza. La iniciativa de la prohibición de animales en los circos por ejemplo, tenía más que una preocupación legítima por los animales, una matemática electoral; constituyó la manipulación de una opinión pública compuesta por bien intencionados y por los que siguen en automático todo aquello que suena políticamente correcto. Ante este problema, un verdadero partido ecologista hubiera puesto en el centro de su iniciativa la sustentabilidad, la posibilidad de encontrar un equilibrio entre el espectáculo circense y la generación de condiciones óptimas para los animales que en él trabajaran. Más que atacar a los empresarios de circo hubieran trabajado con ellos a fin de persuadirlos de adoptar políticas rigurosas y programas para el mejoramiento de las condiciones de los animales de su propiedad. Pero ese es un trabajo fino, propio de aquellos que saben de medioambiente y responsabilidad social, a los verdes sólo les interesaba la aprobación de la ley para poder presumirla en sus miles de spots propagandísticos. Tan preocupados están por la suerte de los animales, que hoy ni se enteran ni les importa que muchos de los que actuaban en circos hoy están siendo abandonados o sacrificados por empresas circenses en quiebra total: a los verdes sólo les interesa el medio ambiente cuando da votos, lo demás es ocioso.

Sus preocupaciones ambientales no incluyen ni tocan problemas verdaderamente mayúsculos para el futuro de nuestro país: la enorme deforestación, la desaparición de las selvas del sureste de México, la destrucción de arrecifes y reservas ecológicas, la contaminación de ríos y lagos por parte de mineras y otras industrias, el mercado negro de especies en extinción; estos problemas no son de su interés, pues no conectan con la indignación o el interés de los electores. Ni de casualidad plantearán una regulación en torno a los rastros y mercados de animales, donde estos son maltratados cruelmente; no le plantarán cara a las productores de pollo o a los trasportistas de cerdos que llegan medio muertos a su destino; ni de casualidad promoverían una ley para obligar a los ciudadanos a dignificar la existencia de sus mascotas; pero si ni en sueños protestarían contra el maltrato animal en una charreada; eso no da votos, lo que es peor, pudiera restárselos. Es más fácil dedicarse a aquellos temas que tienen reflector y que son de relumbrón, los circos, las corridas de toros, las cuotas escolares, todo aquello que significa marketing, que no verdadero activismo.

El Partido Verde es un club de amigos, una red de salvación para todos los que quedan fuera de las listas a cargos públicos del PRI, el negocio familiar de los González Torres. Acoge, no a ecologistas comprometidos o enterados, sino a individuos en quienes priva el arribismo, la ambición ausente de toda ética y la visión de la política como una vía de hacer dinero fácil y obtener poder. Más que buenos administradores o sagaces legisladores son ‘mirreyes’ con conexiones, pragmatismo libre de toda ética y disposición para vender su conciencia ha quien prometa una curul o cualquier otro cargo público: figuras como Manuel Velasco gobernador de Chiapas, nos ayudan a entender este perfil.

Sus alianzas comienzan con el PRI y terminan en Televisa y tienen como objetivo no la defensa de los intereses ciudadanos, sino los de monopolios, grupos empresariales y aliados políticos. El Partido Verde significa el uso más perverso del ‘Marketing’ Político. Lejos de en estos años haber contribuido a la democracia, la han prostituido utilizando el presupuesto público para financiar la ambición de grupo, que más que estar compuesto por militantes, parece estar formado por compinches.

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