Peña Nieto: el que no sabe que no sabe
Por: Ángel Balderas Puga
El Estado fallido
En noviembre del año pasado, el presidente de Uruguay, José Mujica, declaró en una entrevista con la revista Foreign Affairs que la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa era un suceso “terrible” y que México parece ser “una especie de Estado fallido con poderes públicos que están perdidos totalmente de control, están carcomidos”. Afirmaciones con las que coincidimos millones de mexicanos.
Hay que observar que Mujica ni siquiera hizo una afirmación tajante sino que señaló “parece ser” como le puede suceder a cualquier observador extranjero que mira las noticias sobre nuestro país desde la lejanía y el desapego de alguien que no es nuestro connacional.
Las declaraciones de Mujica no ofenden a nuestro país aunque así lo haya querido ver nuestra clase gobernante, los responsables de la pésima imagen que está dando México al mundo. Inmediatamente el gobierno de Peña Nieto puso el grito en el cielo y hasta citó al embajador uruguayo para pedirle explicaciones.
Esta actitud del gobierno mexicano contrasta con la tibia respuesta sobre lo que publicó, la semana pasada, el periódico norteamericano The Wall Street Journal acerca de la opacidad con la que Peña Nieto ha “adquirido” propiedades a contratistas del gobierno. ¿Por qué no se quejó fuertemente el gobierno en contra de dicho periódico?
La misma actitud tibia, si no es que hasta el silencio total, la ha asumido el gobierno con respecto al duro artículo publicado por The Economist, semanario británico conservador quién en un artículo titulado “el pantano mexicano” fustiga a Enrique Peña Nieto como un doble ignorante: primero no sabe la gravedad de las cosas que suceden en el país y segundo no sabe que no sabe. Pero una cosa es reclamar a Uruguay y otra muy diferente hacerlo con Estados Unidos o con el Reino Unido.
Cabe señalar que The Economist era una de las publicaciones más entusiastas con la fiebre reformadora y antinacionalista del gobierno de Peña Nieto, lo que refleja el sentir de grandes inversores británicos quienes vieron en las reformas de Peña Nieto una enorme oportunidad para hacer negocios en nuestro país. Nos referimos principalmente a la reforma energética que revierte la nacionalización de los hidrocarburos llevada a cabo en 1938 por el gobierno del general Lázaro Cárdenas. Sin embargo, la posición de The Economist constituye ahora una de las más grandes descalificaciones del gobierno de Peña Nieto a nivel internacional.
“Ya supérenlo”
El pasado cuatro de diciembre, en una enorme muestra de insensibilidad, tanto política como humana, pidió “superar” el dolor por la tragedia de los estudiantes normalistas de Ayotzinapa. Desde el punto de vista humano es legítimo preguntar si Peña Nieto estaría tan tranquilo si alguno de los desaparecidos fuera su hijo, si podría dormir plácidamente sin saber dónde podría estar alguno de sus hijos.
El pasado 27 de enero, el insensible Peña Nieto volvió a la carga al solicitar a la sociedad mexicana no quedar “atrapados” en dicha tragedia. Lo que evidencia que dos meses después, Peña Nieto sigue atrapado en su “ya supérenlo”, lo que implica que lo que dijo el cuatro de diciembre no fue un dislate sino algo en lo que verdaderamente cree: que los padres de los 43 estudiantes desaparecidos, víctimas del terrorismo de Estado, deben dar vuelta la página como si hubieran extraviado algún objeto sin valor, como si no se tratara de algo extremadamente valioso en la vida de las personas, como si perder a un ser querido fuera algo banal y más sin tener ni siquiera la certeza de qué fue lo que pasó con los jóvenes normalistas.
La fábula de Murillo Karam
El mismo 27 de enero, el “cansado” procurador de la República, Jesús Murillo Karam, salió a los medios para insistir en la increíble versión de que 43 jóvenes fueron incinerados en un basurero, hasta desaparecer totalmente y se refirió a esta absurda y no probada versión como la “verdad histórica”. Murillo Karam habla como si fuera un dogma, como si la sociedad mexicana le tuviera que creer sólo porque sí.
En cualquier país medianamente democrático ese señor ya debería haber renunciado de manera voluntaria por vergüenza o por plena conciencia de su incapacidad, o haber sido cesado por quien lo puso en el cargo.
Murillo Karam pretende cerrar el caso sólo porque él lo dice.
Mucha más robusta es la versión del Dr. Jorge Antonio Montemayor Aldrete, especialista del Departamento de Estado Sólido del Instituto de Física de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), quien ha cuestionado severamente la versión oficial del gobierno de Peña Nieto con argumentos científicos, comenzando por la presunta cremación de 43 cuerpos, lo que habría requerido alcanzar temperaturas cercanas a los mil 600 grados centígrados, mientras que en el basurero de Cocula al que se ha referido Murillo Karam no muestra ningún rastro de haber estado sujeto alguna vez a tan altas temperaturas.
Justamente The Economist critica al gobierno de Peña Nieto porque a pesar de todas las pifias de sus colaboradores y subordinados, aunque incluyendo al mismo Peña Nieto, nadie ha sido cesado como señalaría el sentido común y la responsabilidad política ante una tragedia de esta magnitud.
anbapu05@yahoo.com.mx