Opinión

Pobre Querétaro

Por: Daniel Muñoz Vega

Estamos a tres semanas de elegir gobernador, alcaldes y congreso. Las lluvias son un actor importante en la presente elección; cada que cae un tromba, Roberto Loyola no ha de poder dormir. La actual contienda es volátil. La gubernatura es un volado, se definirá en la línea. Los priistas están seguros de la victoria de su candidato; los panistas igual; son incapaces de analizar la pobreza de ideas, no ven lo raquítico de sus proyectos, ellos van por el puesto sexenal, lo demás, vale gorro.

La actual contienda ratifica el bipartidismo de la entidad. La apertura vía redes sociales, exhibe a dos candidatos fuera de órbita. Una elección estéril donde lo único que se disputa es un botín; la lucha absurda del poder por el poder.  Nada hay más. El elemento sustancial de los proyectos políticos es un ego desbordado por parte de los actores principales. El mirreynato en su versión priista y panista se visualiza en la figura de Francisco Domínguez y Roberto Loyola. El disparate como materia prima de su discurso, sobre todo en Domínguez que va desde el robo de cerveza en su época estudiantil hasta incitar a los concesionarios del transporte público a paralizar la ciudad. Francisco Domínguez es incapaz de refutar las acusaciones de dinero ilícito en su campaña; literalmente, así como dice una cosa dice otra. Una entrevista realizada por Adela Micha en la cual le cuestiona la supuesta conversación con Carlos Mendoza, candidato a gobernador por Baja California Sur, donde se afirma que recibirá 30 millones de pesos, exhibió al candidato panista. No fue capaz de dar argumentos sólidos para desmarcarse de la grabación. Esa es la imagen real de la lucha “anticorrupción” que encabeza Acción Nacional.

Por el PRI el panorama es igual de desolador. Roberto Loyola comenzó con un discurso excluyente y sesgado.  Los queretanos como esencia,  como almas puras e incorruptibles, una visión retrógrada de la realidad de la entidad. El uso de discursos huecos para evadir la transparencia en torno al tema de su declaración patrimonial fue una pésima estrategia de campaña.   Loyola trató de vender la ridícula idea de que por el hecho de ser queretano el señor es buena onda.  ¿Cuál es la verdadera palabra de queretano? ¿La de la élite? ¿La de los negocios al amparo del poder? ¿La del conservadurismo? sería interesante saber qué quiere decir palabra de queretano, porque como slogan de campaña podríamos pensar en una clase dominante, que abusa de sus privilegios y que es excluyente.  Loyola es incapaz de redactar un discurso más coherente a la realidad política y social de Querétaro. Cuando el estado recibe 45,000 personas al año, no puedes tener un discurso de hace treinta años.

Francisco Domínguez y Roberto Loyola, son personajes con relativa trascendencia en la vida política de Querétaro. Si bien, uno de los dos será gobernador, sería importante preguntarnos para qué quieren ocupar tan “honorable” puesto.  El poder es atractivo a aquellos que ha vivido de él tantos años. La fachada de la honestidad y las buenas costumbres cada  vez es más endeble. La realidad es que en esta elección, como en la mayoría, el  negocio es lo que va en juego. El negocio de la pirámide de la burocracia, donde ganan los de arriba salpicando a los de abajo. La realidad es que no hay un proyecto serio que hable realmente de sustentabilidad. Palabras vacías hemos escuchado en mes y medio de campaña. No hay tantita sensatez para explicar y proponer soluciones a los problemas de la ciudad. Para hablar de movilidad, Loyola presenta unos sofisticados renders con los cuales explica como funcionará REDQ, sin mayor conocimiento del problema; Pancho incita a los transportistas; no tiene un análisis serio de la realidad. Nadie habla del problema del agua, del crecimiento y el aumento de la pobreza. Lo único que escuchamos son las mismas promesas huecas de siempre, las de cada seis años.

La sociedad por su parte sigue dormida, en todos lados analizamos la pregunta más absurda del momento ¿Quién va ganar? Siendo honestos y realistas, vale gorro quien gane.Francisco Domínguez y Roberto Loyola son exactamente lo mismo, diferentes formas pero en el fondo es igual. Sería interesante analizar nuestra falta de capacidad para organizarnos, para empoderarnos a la hora de tomar decisiones, para decidir el rumbo, sólo seguimos pensando en ir a votar y esperar a que gane el candidato que nos gusta, como si esto fuera un partido de futbol. Mientras no seamos capaces de dar un salto de conciencia cívica, Querétaro se hundirá con el resto de la realidad nacional. Hay que entender que la vía política está agotada, es necesaria una vía alterna que dependa de la sociedad y donde seamos capaces de generar respuestas y soluciones a la inmensa problemática. PAN o PRI es el futuro que nos espera; partiendo de ahí, podemos imaginar cual será ese futuro. Votar es un bonito acto patriótico que sirve de poco, urge cambiar.

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