Populismo economicista, el Nobel inexistente
Punto y seguido
Por: Ricardo Rivón Lazcano
La vida, tal como es –decía Simone Weil en su aparente misticismo desordenado–, solamente resulta soportable a los hombres por la mentira. Quienes rechazan la mentira y, sin rebelarse contra el destino, prefieren saber que la vida es intolerable, acaban por recibir desde afuera, desde un lugar situado fuera del tiempo, algo que permite aceptar la vida como es.
Weil se refiere a lo desconocido que nos resulta el mundo, o la realidad, eso que relativiza y ablanda todas nuestras certezas.
Pero hay mentiras más asibles, superficiales y cercanas, ejemplos que alumbran, digámoslo así.
José Gabriel Palma, chileno, es doctor en Economía por la Universidad de Oxford; doctor en Ciencia Política por la Universidad de Sussex y senior lecturer (el privatdozent alemán, o sea, nuestro profesor titular) de la Facultad de Economía de la Universidad de Cambridge.
Palma nos cuenta la farsa-fraude del Premio Nobel de Economía y, en cierto sentido, la farsa del estatus científico de la economía misma. Y de pasada el de sus primas hermanas las ciencias sociales.
Irónico con el discurso “supremacista académico”, asume que sus envidiables credenciales doctorales lo capacitan para, en el mejor de los casos y no siempre, dar opiniones. Opiniones muchas veces muy bien informadas, muchas veces pensadas con la mayor honestidad y siempre planteadas con mucha convicción, pero al fin de cuentas sólo opiniones.
(Este es un paréntesis obligado: opiniones muchas veces muy mal informadas, muchas veces pensadas con la mayor deshonestidad y siempre planteadas con mucha convicción, pero al fin de cuentas sólo opiniones).
Hace poco más de un mes se les otorgó el Premio Nobel a tres economistas estadounidenses que trabajan sobre mercados financieros: Eugene Fama, Lars Peter Hansen y Robert Shiller.
José Gabriel Palma empuja a preguntarnos ¿Tiene sentido dar premios de este tipo en una disciplina donde las ideas tienen un claro origen ideológico y donde las metodologías y los datos son particularmente frágiles? ¿Tiene sentido honrar justo en la mitad de la peor crisis financiera en casi un siglo a alguien que se pasó medio siglo (es el caso de Eugene Fama) diciendo que jamás podría haber una crisis financiera de este tipo? ¿Y qué es de los millones que están sufriendo las consecuencias de esta crisis, producto en gran parte de la aplicación de las políticas de desregulación financiera propuestas por Fama?
¿Existe realmente un “Premio Nobel de Economía?
La sorprendente respuesta es que no existe ni nunca ha existido. Este Nobel es sólo una ficción inventada por una profesión en busca de credibilidad. A Alfred Nobel nunca se le pasó por la mente crearlo; por el contrario, como muchos científicos de esa época, él tenía una opinión muy baja de esta disciplina. Jamás se le hubiese ocurrido colocar a la Economía a la par de ciencias como la Física, la Química o la Medicina, para las cuales sí creó un premio.
En 1969, casi 75 años después de que Alfred Nobel creara el galardón original, un grupo de economistas, poderoso y truculento, decidió inventar el Premio Sveriges Riksbank en Ciencias Económicas “en memoria de Alfred Nobel, usando los enormes recursos del Banco Central de Suecia.
La ironía de llamarlo así es que era “en memoria” de alguien que explícitamente no creía para nada que la Economía fuese ciencia. Es como si el Instituto Libertad y Desarrollo (que promueve la libertad política, económica y social, que analiza, investiga y difunde opciones de políticas públicas para el mejoramiento colectivo chileno), creara un premio para honrar a quienes contribuyeron a la implementación de las reformas económicas neo-liberales, y lo llamara “en memoria de Pablo Neruda”.
Pero un Banco Central dando un premio a uno de los suyos iba a pasar bastante ignorado. Para ello usó una oportunidad fortuita: las celebraciones de los 300 años del Banco Central más antiguo del mundo, el sueco.
Así, el truco consistió en usar ese evento para convencer a la institución a cargo de los premios Nobel de permitir la entrega de este premio en la misma ceremonia de los Nobel de verdad.
El Premio Nobel de Economía no existe. Lo que se entrega es el Premio Sveriges Riksbank en Ciencias Económicas; la bolsa de dinero proviene del Banco Central Sueco y no de los fondos que dejó Alfred Nobel, vaya, hasta las medallas que ceremoniosamente se entregan son diferentes.
Peter Nobel, sobrino de Alfred, dijo: “El Premio de Economía no es más que un paracaidista que pretende ser un Premio Nobel. Es un golpe de relaciones públicas de los economistas para mejorar su reputación. Este premio es otorgado a menudo a meros especuladores financieros.”.
Estar bien informados –dice Palma–, ser honestos y tener convicción (y conocer el lenguaje de la matemática) ayuda, pero de ninguna manera resuelve los problemas inherentes a ser Ciencia Social, dada la infinita complejidad de lo real-social y de la fragilidad inexorable de nuestros métodos de análisis y evidencia empírica. Cuando les digan lo contrario es porque todavía está de moda esta nueva forma de populismo: el populismo economicista.
(El artículo de Palma en http://www.elpuercoespin.com.ar)
rivonrl@gmail.com
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