¿Qué se forma cuando se informa sobre algo informe?
Tigres de papel
Por: José Luis Alvarez Hidalgo
“La batalla principal tiene que ver con
los contenidos que le damos al público
y la conciencia que asuma
la sociedad mexicana de sus derechos”
Carmen Aristegui
En medio del fragor de la batalla electoral, a más de 30 días de la salida del aire de Carmen Aristegui y a siete meses de la desaparición forzada de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, la atmósfera mediática se encuentra enrarecida y congestionada por el nivel de saturación de los mensajes promocionales de los candidatos que nada dicen y sólo representan el empobrecimiento de una cultura política que se basa en la mercadotecnia para persuadir al votante de que se trata de mejor opción electoral.
Ante este sombrío panorama comunicacional uno se pregunta qué vamos a hacer con los medios que se encargan de informarnos cuando la crisis de la prensa libre e independiente parece abarcarlos a todos por igual. De manera muy indirecta nos enteramos del desfalco por 30 millones de pesos al periódico La Jornada y la necesidad inminente de recortar el salario de sus trabajadores hasta en un 40 %. ¿Y si revientan también a La Jornada? ¿Qué vamos a hacer todos los huérfanos del derecho a la información, de la libertad de expresión y del derecho de las audiencias?
En una entrevista que Aristegui concede a Blanche Petrich, justamente del medio aludido, señala un aspecto que es sustancial en la lucha que se libra día con día para que estos derechos y libertades prevalezcan y superen la avalancha represiva: (…) “la relación de la prensa frente al poder político y económico y la libertad de expresión y de información de los periodistas (…)”. Esa relación: prensa-poder, que está viciada de origen, se enloda mucho más en las turbulentas aguas de un proceso electoral plagado de campañas políticas mediáticas absolutamente vacías de contenido y de formas expresivas más cercanas a la publicidad que a una verdadera comunicación política.
Algo semejante ocurre con la relación entre los empresarios y el poder político, en la cual sobresalen los mutuos favores y los espléndidos regalos de los primeros por las jugosas concesiones que les otorga el gobierno. Aristegui lo señala enfática en la entrevista: «Los empresarios en México, en particular los de las concesiones, han estado históricamente bajo el yugo y condicionamiento del gobierno que sigue afectando la libertad de expresión y los contenidos de la radio y la televisión». De allí el escándalo que suscita el controvertido caso de la casa blanca y las nefastas secuelas represivas que tuvo en contra de Aristegui y su equipo de investigación periodística.
Otro periodista que cimbró las estructuras del poder es el conductor televisivo de Univisión, Jorge Ramos, al exigir, en la cena de gala de la revista Time (donde fue uno de los galardonados), la renuncia de Peña Nieto. Su voz se hizo escuchar en todo el mundo y luego el Ejecutivo Federal quiso acallarla cerrándole todas las puertas en nuestro país. Pero lo dicho, dicho está o en buen cristiano: «palo dado, ni Dios lo quita». Jorge Ramos, lo sentencia al decir: «Nos toca a los periodistas denunciar eso. La labor del periodista es cuestionar a quien está en el poder, evitar el abuso del poder, ese es nuestro trabajo».
Esta lección de ética y de responsabilidad periodística impecable que nos atiza Ramos es la que tendría que aplicarse en toda la nación, en cada estado, municipio y región. Pero, ¿qué es lo que sucede? Que no sucede. En época electoral, el botín es muy grande para los medios debido a que todos los candidatos quieren anunciarse (perdón, quise decir: dar información sobre sus propuestas de campaña) en todos los medios habidos y por haber y están dispuestos a despilfarrar el dinero del pueblo con tal de que así ocurra. Y vaya que ocurre.
En Querétaro así sucede y es PAN de todos los días. Los PRImeros en hacer gala de tales recursos propagandísticos son los dos principales contendientes, o sea el PRIAN (que no es lo mismo, pero es igual) y que todos los días y en todos los medios impresos y electrónicos, se nos pretende engañar con información aparente en primera plana, interiores y en los noticiarios de radio y televisión; información que no es información, que es burda promoción electoral pagada a destajo y que los señores feudales de los medios se pelean entre sí para ver quien informa y deforma aun más nuestra triste y lacerante realidad circundante. Que se acaben las campañas. Que ya termine la farsa.
{loadposition FBComm}