Re-flexión sobre subjetividad femenina, ¿un efecto del neoliberalismo?
Por Araceli Rivera García
La mujer no es una serpiente ni es una flor.
No tiene leche debajo de la lengua, ni miel, ni nada: tiene saliva.
La mujer, es afortunadamente, todo lo que quieras darle.
Jaime Sabines
Un supuesto del neoliberalismo, entre muchos otros, es que la libertad económica es el sustento de todas las demás libertades. El sujeto podrá entonces, satisfacer todos sus deseos. Falacia, porque el sujeto justamente queda sujetado y determinado por el sistema económico-político-social del neoliberalismo y además según Freud, por algo desconocido, por lo inconsciente.
Quiero hacer referencia en estas ideas de manera más directa al sujeto-mujer, con todas las vicisitudes que esto implique. Dejando de lado la obligada pregunta de: ¿Qué es ser una mujer? Porque esta pregunta y también la respuesta sólo concierne a quien por sí misma se la formule.
Interesa por ahora re-flexionar sobre ¿Qué efectos ha producido el neoliberalismo en la subjetividad de ser mujer en este tiempo? Si por subjetividad entendemos que es la experiencia singular de asumirse en una posición particular en la relación que se origina con un otro más próximo que nos es más familiar y que nos transmite desde entonces la Ley de la prohibición del incesto que posibilitará una constitución psíquica.
Si esa posición singular configurada desde ese Otro que puede estar representado también por la cultura, la religión, la sociedad, el Estado, posibilita un cierto talante de ser del sujeto. Entonces, por supuesto que una mujer atraviesa la experiencia y vive consecuencias del cómo ser y cómo hacer. Pensando, siendo y haciendo dependiendo de la síntesis propia desde donde pueda diseñar su propio contorno. Ignorado desde diferentes lugares.
La subjetividad está ligada a lo inconsciente. De acuerdo con Lacan, el inconsciente es un capítulo censurado de la historia de cada persona. Su verdad puede encontrarse porque está escrita en el cuerpo, en la estructura del lenguaje, en el vocabulario particular, en los recuerdos de la infancia, en el carácter, en la tradición cultural y en los rastros que aún con distorsiones de todas estas acepciones posibilitaran establecer una conexión con ese capítulo borrado, rechazado, creando así un sentido de vida propio. (Escritos 1. 1971; 249)
Muy posiblemente las mujeres estamos reaccionando, respondiendo inconscientemente a la demanda constante del modelo económico neoliberal, que ha creado y exige una valoración del sí mismo, sólo si se produce económicamente.
El ejercicio profesional de escucha en la praxis psicoanalítica nos ha acercado cada vez con mayor frecuencia a situaciones críticas. Como muestra, las crisis en la relación de pareja, por muy diversas razones. Una constante es el aspecto económico que hace movilizar de manera especial a la mujer para asumir esa responsabilidad, a costa de minimizar la relación afectiva, de cuidado, de alimentación, de cercanía para con sus hijos. Obviamente, lo económico es parte de lo familiar y es responsabilidad de la pareja. También como sucede en muchos hogares queretanos, a causa del alto índice de divorcios y de madres solteras, creo, otra consecuencia del neoliberalismo, evidentemente la mujer se ve en la imperiosa necesidad de tener un espacio laboral asalariado fuera de casa.
Además, se constata desde la práctica clínica que una mujer efectivamente se siente devaluada, desvalorizada, disminuida, deprimida, disfuncional, depreciada y despreciada, (nótese todos los adjetivos inician con la letra “d” de dinero) en fin, cuando es poco productiva, cuando no tiene recursos económicos propios.
Entonces, su subjetividad, su manera de acomodarse en el mundo, su verdad, su lenguaje, sus pérdidas, sus recuerdos, sus síntomas, su historia, su carácter: entran en el juego de la oferta y la demanda. Por lo tanto, una mujer “decide” trabajar, “debe” estudiar, “saber” dirigir su empresa familiar o sea su hogar, saber educar a sus hijos, debe ser inteligente, culta, arreglada, asumir estereotipo de belleza actual, ser delgada, estar bien informada, leer literatura diversa, escribir, publicar, apropiarse de espacios de poder, superar las capacidades del hombre, ser independiente en todos los aspectos, no necesitar un hombre, competir, seguir su formación profesional, etc., etc., etc.
Todo esto y más, creó el neoliberalismo o contribuyó cualitativa y cuantitativamente, con muchos aciertos y beneficios de re-conocimiento del ser mujer moderna o posmoderna, pero inevitablemente a costa de un trascendental efecto en la familia, disminuir su presencia y acompañamiento en los procesos de desarrollo físico y psíquico de sus hijos. Asistimos al surgimiento de nuevas conformaciones familiares y nuevas subjetividades.