Recetas para prolongar la vida
Por: Edmundo González Llaca
Al finalizar el año y cuando la caída de las hojas se intensifica no dejo pensar en la muerte y, zacatón como soy, me aplico a la búsqueda de prolongarla. Leo diversas recomendaciones, la de Jessie Gallan, quien tiene 110 años, a la pregunta sobre el secreto de su longevidad, respondió: “Desayunar un plato de avena y alejarme de los hombres”. El hombre más viejo del mundo, Swami Sivananda, con 120 años recomienda: “Solo comer alimentos hervidos, sin especias ni aceite, y jamás practicar sexo”.
El constituyente que fue más longevo, Jesús Romero Flores: “Comer poquito, beber tantito y dormir solito”. Me parece muy alto el tributo, prefiero a Omar Khayyam, poeta persa del siglo XI de nuestra era: “No robes tiempo al placer y goza. Para dormir va a tener todo el tiempo de la eternidad”.
Sexo y muerte
La mayoría de las recetas para prolongar la existencia recomiendan abstenerse de las relaciones sexuales. Entre otras cuestiones argumentan la siguiente estadística: en Estados Unidos mueren cada año 11 mil personas en el transcurso del acto sexual. Me parecen muchísimas, tal vez la mayoría lo hacía practicando el salto del tigre desde arriba del ropero.
De esos 11 mil fallecidos, dos terceras partes mueren cuando “la revolución de los sentidos” se practica con amantes furtivos o profesionales del negocio. Respuesta a las dos circunstancias: la clandestinidad aumenta la culpa y se eleva la presión al corazón del pecador; si se es amateur en las artes amatorias involucrarse con una profesional puede ser letal. Sigue sin atemorizarme esas estadísticas, después de todo morir en el acto sexual significa simplemente pasar de la muerte chiquita a la grandota. El paso es más cortito que entre la vida y la muerte a secas.