Tan lejos del arte y tan cerca de la TV
Por: Omar Árcega E.
El discurso político suele llenarse de temas como la creación de empleos, la construcción de infraestructura, el desarrollo económico, al aumento o la reducción de la economía, los problemas de movilidad, la estabilidad fiscal y un largo etcétera. Pero pocas veces se habla del tiempo libre y del uso que le dan los ciudadanos. Y es que por su naturaleza este tema parecería ser del ámbito privado. Sin embargo, el uso que los habitantes de un estado o de una nación le den a sus ratos de ocio termina repercutiendo en las dinámicas políticas o culturales y allí es donde se transforma en un tema público, es decir en tópico que debería interesar a todos los ciudadanos.
Menciono esto porque a mis manos han llegado datos de una encuesta de hace unos dos años donde, entre otras cosas, se analizaba el uso del tiempo libre en los ciudadanos del estado de Querétaro. Lo primero que llama la atención es que 2 de cada 3 personas afirman que nunca o casi nunca tienen tiempo para el ocio. Quizá esto pueda ser un indicador del tipo de trabajos que estamos incentivando en el estado o quizás de la poca cultura que tenemos como mexicanos respecto a la optimización de nuestros espacios y momentos. Es un tema que dejo ahí, pues se necesitarán más datos para dilucidar la dinámica que lleva a dar una respuesta correcta.
El patito feo
Hay otro dato que es digno de mencionarse y en el cual quiero centrarme. Cuando se les cuestiona sobre las actividades que desearán hacer en su tiempo libre, un 30% de los encuestados dice que ver televisión seguido de escuchar música. Sólo el 1.37% afirma que le gustaría ir al teatro, danza o exposiciones, incluso jugar videojuegos lo prefieren 3 veces más personas. Esto nos lleva a preguntarnos qué tipo de ciudadanos somos y estamos formando. Muestra que las actividades culturales están lejanas a nuestro horizonte, nos habla de que no fuimos educados en un aprecio por las bellas artes por lo cual las reunimos y prácticamente no pensamos en ellas al tener momentos de ocio. Esto nos lleva inmediatamente a pensar en las nuevas generaciones ¿las estamos educando para generar una sensibilidad artística? Al parecer por la popularidad que tiene el uso de videojuegos parece que no.
Por otra parte, constatamos el gran atractivo que representa la televisión, es un hecho que la mayoría no usa este medio para ver programas educativos o culturales, muy al contrario. Telenovelas, series, programas de concursos acaparan los espacios televisivos y el problema no es que nos guste ver este tipo de programación, sino que sea lo único con lo que nutramos el cerebro. Hay un mundo más allá de la televisión que nos puede dar satisfacciones, esparcimiento y diversión, es el arte. Lamentablemente no nos han educado para verlo de esta manera.
Esto nos muestra las áreas de oportunidad que tienen los entes gubernamentales y privados enfocados de la promoción de la cultura. Los primeros, para generar acciones concretas que incentiven la asistencia de las personas a actividades como el teatro y la danza, es importante que se genera publicidad pero al parecer no basta con ello, hay que hacer esfuerzos por acercar a los creadores de arte a sus posibles consumidores. En esta tarea es importantísimo no descuidar a los que hoy son niños, habría que ver cómo incorporar en la currícula escolar actividades que lleven a las nuevas generaciones a descubrir las bellas artes como algo lúdico. Por otra parte, es también un reto para los promotores privados, pues sin perder los estándares que hacen de sus creaciones arte, deben hacerlas digeribles para amplios sectores de la población, debe sobreabundar la creatividad para presentar obras y espectáculos que seduzcan a los públicos menos sensibilizados y así irles creando un gusto por estas actividades.
El tiempo libre es ese espacio para que las personas se desestresen, cambien de actividades se dediquen a una actividad que las haga sentir a gusto, crezcan en otros ámbitos de su vida. Es uno de los factores que nos da equilibrio en la vida diaria. De ahí la importancia de que sea bien empleado, de que esas valiosas horas no se quemen frente a una pantalla de televisión, sino que se usan para crecer en la esfera de la apreciación artística. Con esto se cumple el ideal de hacer que las personas se desarrollen integralmente, es decir en todas las esferas de la vida, un viejo ideal que rara vez se cumple.
La tarea es acercar cada vez más queretanos al arte y alejarlos de ese monstruo come cerebros llamado televisión, algo que no lograremos en una o dos generaciones, tiene que ser un esfuerzo y una reeducación permanente. Ojalá y algún día se hable de Querétaro no sólo por ser la ciudad más limpia, sino también por tener a las personas con más alto consumo cultural, entonces si estaremos a las puertas del primer mundo.
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