Tierra de oportunidades…para delincuentes
Por: Omar Árcega
En la película “Los Olvidados”, de Luis Buñuel, el antagonista, apodado “El Jaibo”, comete fechoría tras fechoría, incluso llega a asesinar, sólo termina su círculo de violencia cuando otro personaje, Pedro, lo exhibe públicamente y un anciano ciego delata su escondite a la policía, que finalmente acaba acribillándolo. En otras palabras, el rufián sólo se detiene cuando hay el valor de una denuncia y una autoridad que cumple su función de detenerlo.
Ladrones suertudos.
Traigo a cuento estas escenas de “Los Olvidados” porque describen muy bien lo que no sucede en México. Los resultados de la Encuesta sobre Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE 2014) nos muestran que sólo el 6% de los delitos cometidos en México terminan en una averiguación previa, el resto no es denunciado o bien, en el Ministerio —por diversas razones— no inicia una averiguación. En otras palabras, si yo cometo un delito, tengo muy altas probabilidades de no responder ante la sociedad. A nivel entidad federativa, las cifras son muy fluctuantes, van desde el estado de Guerrero, donde sólo el 3% de los delitos termina siendo investigado, hasta Baja California Sur donde la tasa es 16 de cada 100. Con estos datos ya no nos sorprende que el alcalde de Iguala tuviera nexos con el narco y haya mandado a sus policías a asesinar estudiantes. Lo hizo porque calculó que era altamente probable que no pagara por ello.
El Querétaro tierra de oportunidades y de paz que pregona el discurso oficial sale muy mal parado en estos datos. No estamos entre los 10 primeros estados con menor índice de impunidad. Nos situamos en el lugar número 17, incluso Tabasco y Sinaloa están por encima de nosotros. En nuestra entidad sólo 7 de cada 100 delitos son investigados. El 53.9% de los ciudadanos queretanos que se dieron el tiempo para llegar ante un ministerio público con la finalidad de denunciar, señala que el trámite duró 3 horas o más. Somos el décimo estado a nivel nacional en cuanto a lentitud para realizar este proceso.
Todo esto nos habla del nivel de impunidad que padecemos. Ya uno de los proto-criminólogos del siglo XVIII: Cesare Bonesane, marqués de Beccaria, nos recuerda los castigos duros y severos inhiben poco el delito, lo verdaderamente efectivo es la pena cierta y pronta. Es decir que el criminal perciba que realmente será castigado y que esto sucederá en el corto tiempo.
El rápido, desordenado e irresponsable crecimiento que promueven nuestras autoridades, está incrementando la cantidad de personas que residen en el estado, una consecuencia lógica es el aumento de delitos, pero si éstos no se castigan, entonces es muy probable que los delincuentes se arriesguen a cometer más transgresiones y con mayor grado de violencia. Más temprano que tarde esto repercutirá en nuestras condiciones de competitividad, pues el gasto ciudadano en seguridad y protección será cada vez mayor y esto, a nivel empresas, genera costos.
Quizá por eso deba sorprendernos el aumento de hechos delictivos vividos en los últimos meses: robo de equipo en universidades, centros de investigación, centros comerciales, mayor reporte de “cristalazos” y asaltos. Todo esto nos habla del sentido de impunidad que perciben los delincuentes en nuestro estado.
Es urgente fortalecer a los ministerios públicos y a las policías investigadoras, desde hace años es un secreto a voces que muchas veces se carece de reactivos para el manejo de pruebas de delitos o que el personal técnico para estas labores es insuficiente. Los peritos no se dan abasto para aportar pruebas sólidas en las indagatorias, sistemas como “Plataforma México” son poco eficientes, pues una parte de la información con la que deberían contar es proporcionada por las autoridades estatales, pero estos suelen tener falta de recursos para mantener la información actualizada. Mientras esto no se modernice, prácticas como la tortura o las confesiones a golpes seguirán existiendo, pues es lo más “eficiente” que tienen ministerios públicos y policías para detener criminales, y esto es un serio golpe a la formación de una verdadera cultura en derechos humanos.
Todo esto es una bomba de tiempo, no debemos sorprendernos si en alguna colonia de las periferias un día los vecinos deciden hacer justicia por propia mano, o si de repente las empresas se empiezan a ir, pues sus costos de seguridad son muy altos. Lo más grave de la impunidad es que la autoridad pierde su legitimidad y cuando esto ocurre sólo queda su desaparición o la aplicación de la violencia extrema.
Nuestro Querétaro no será seguro mientras esté en los primeros lugares de la no persecución de los delincuentes. Nuestro Querétaro no podrá generar oportunidades para todos mientras más del 90% de los delitos queden impunes. Nuestro Querétaro no será un estado de paz mientras los ciudadanos dejen de hacer denuncias, pues las perciben como inútiles. Este será el reto del próximo gobernador.
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