Opinión

Tozudez de la pedagogía alternativa

Por: María del Carmen Vicencio Acevedo

Las tres últimas semanas de julio, me encontré con amplios grupos de “indignados” (ésos que se manifiestan insistentemente en España) y pude entablar un diálogo intenso con varios de ellos, en particular con los comprometidos “tozudamente” con una educación popular alternativa.

El jueves 19 de julio, en 80 ciudades españolas, surgieron nuevamente las multitudinarias manifestaciones del movimiento ciudadano “M-15” (clave de su inicio, el 15 de mayo de 2011), que integra a diversos sectores sociales: maestros y estudiantes, comerciantes en pequeño, artistas y artesanos, desempleados, funcionarios públicos de bajo rango, jubilados, sindicatos de todo tipo, etcétera. Aunque los participantes tenían propósitos y lemas distintos, se unieron en decidido repudio a este sistema socioeconómico que reduce o hasta anula al ser humano, negando su condición de sujeto pensante y activo, capaz de decidir, y convirtiéndolo en objeto comercial.

Decididos impulsores de este movimiento son maestros, que conforman en España la llamada “Marea verde”, no por pretensiones ecológicas, sino por el color de su camiseta, con el lema impreso: “Por una educación pública, de todos y para todos”.

La manifestación de julio emergió ante el anuncio del presidente Rajoy sobre las “inevitables” medidas gubernamentales para aminorar la crisis que agobia al país: reducción de programas sociales, aumento del IVA al 21 por ciento, disminución del tiempo libre, privatización de empresas públicas, total liberalización del mercado, etcétera. Medidas que, en la metáfora política, suelen adjetivarse como “dolorosas y amargas pero necesarias”, tal como las intervenciones quirúrgicas o los medicamentos.

Es tal el enojo de los manifestantes, que el rey Juan Carlos decidió (“generosamente y motu proprio”) apoyar las medidas de austeridad, bajando en siete por ciento su sueldo y el de la familia real. Ahora ganará sólo 272 mil euros anuales (alrededor de cuatro millones 624 mil pesos mexicanos; poco más de 385 mil pesos mensuales, sin contar prestaciones y sin atender a que ese sueldo es “libre”, ya que el mantenimiento de la familia real y sus gastos de representación provienen del erario público). Simultáneamente aparecen notas periodísticas sobre diversos personajes, que gastan miles de euros en una sola noche, ya sea en bebidas o en regalos, y circulan cientos de blogs que dejan claro por dónde va la crisis: millones de euros que despilfarran los políticos en francachelas, en gastos personales excesivos e incluso en cuantiosos donativos a la poderosa Iglesia católica.

En tanto que aumenta considerablemente ahí, en el “Primer Mundo”, el número de “parados”, que concluyen que su única opción es emigrar a otros continentes, incluida Nuestramérica.

La crisis (actual y recurrente) que vive el mundo occidental no surge por falta de pericia o control de quienes dirigen la macroeconomía. Es una estrategia planeada para concentrar el poder y las riquezas en unas cuantas manos. Ésta es la utopía de economistas, tipo Milton Friedman, que pugnan por la absoluta liberación económica, la privatización de lo público, la disolución del Estado de bienestar y la anulación de todo programa social. El llamado “combate a la pobreza” se traduce en la eliminación de los pobres (como en la película Un mundo maravilloso, de Luis Estrada), así como de quien se oponga a tal orden de cosas. La eliminación de los primeros, sin embargo, no es tomada en serio, porque, de desaparecerlos, ¿quién produciría los bienes de que gozan los pudientes?

El fundamentalismo neoliberal, como única opción posible, se impone a través de la construcción social del miedo, según documenta Naomi Klein en La doctrina del shock, libro indispensable para comprender este contexto.

La misma lógica guía a Mitt Romney y Paul Ryan, candidatos republicanos a gobernar los Estados Unidos: la pugna abierta del individualismo contra el concepto social del ser humano (que coincide con la tesis que guía a los titiriteros de Peña Nieto).

En España, por estas fechas, tuvo lugar el XXIX Reencuentro Internacional de Educadores Freinet (Ridef), que organiza desde 1957 la Federación Internacional de Movimientos de la Escuela Moderna (FIMEM), fundada por Célestin Freinet, francés socialista, fundador de la Pedagogía Moderna.

En esta ocasión, el Ridef reunió a 500 maestros de 31 países del mundo, con varios propósitos: 1) Reflexionar colectivamente sobre los problemas educativos contemporáneos; 2) intercambiar experiencias sobre cómo enfrentar los desafíos que este sistema presenta al ser humano; 3) refrendar el compromiso con una educación popular alternativa, y, sobre todo, 4) consolidar el sentido de pertenencia (para asumir que no estamos solos, y que amplios sectores sociales están contra este sistema, aunque no encuentren aún formas efectivas de construir alternativas).

Reflexiones fundamentales en el encuentro surgieron a partir de las preguntas: ¿qué clase de seres humanos son generados por el neoliberalismo?, ¿qué futuro puede esperar racionalmente el ser humano en este sistema?, ¿qué les corresponde hacer a los educadores en este contexto?

Al respecto, la pedagogía popular alternativa es tozuda al insistir, a pesar de los poderosos dictados de la ideología dominante, en que el individualismo no es la opción y que, sin perspectivas solidarias, la vida humana carece de sentido, no tiene futuro y su destino único posible es la aniquilación total.

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