Opinión

Un jardín sin Guerrero

Por: Omar Árcega E.

Y un día la sociedad queretana se despertó con una de esas noticias que levantan ámpula: la remodelación del jardín Guerrero. Apenas recuperados de la sorpresa los ciudadanos se expresaron contra el proyecto, las redes sociales cumplieron uno de sus fines, mostrar la opinión de ciertos sectores. No faltó quien aplaudió la obra y por supuesto los funcionarios municipales salieron en su defensa. Junto con esta noticia se dio a conocer que estaba en marcha un plan para remodelar el sistema de plazas públicas. Si este tema fuera mera cuestión de estética, esta columna ni lo mencionaría, pues en gustos no hay nada escrito, y necesariamente habría gente inconforme con el resultado final. En una sociedad democrática pueden agradarnos o no los proyectos finales, pero lo realmente importante es cómo se llegaron a ellos.

Lo que aquí nos ocupa son los mecanismos que se realizaron para tomar esta decisión. Una obra de esta envergadura debería ser fruto del consenso entre sociedad civil organizada y autoridades. Esto exige un cierto nivel de cultura política entre gobernantes y gobernados. No basta con que a decir del presidente municipal, un grupo de expertos urbanistas y arquitectos hubieran diseñado el proyecto. Para hacer esto posible existen una serie de aparatos que no siempre funcionan de manera óptima.

Soñar se vale

Amable lector, te invito a hacer un ejercicio de imaginación y soñar la forma ideal en cómo debería funcionar una urbe del siglo XXI. En una ciudad democrática las cosas hubieran sido así: un grupo de expertos bajo la dirección del instituto municipal de planeación realizan un pre-proyecto, posteriormente es enviado a los consejos ciudadanos municipales, sobre todo a los de urbanismo y turismo, allí, otro grupo de expertos no pagados por el gobierno revisan con criterios estrictamente técnicos, discuten la propuesta, hacen observaciones, ven pros y contras. Sus sesiones al ser públicas abren la posibilidad de que ciudadanos y medios de comunicación estén presentes y monitoreándolas.

Casi al mismo tiempo la idea es socializada entre los regidores. Los detalles más precisos los tendrán las comisiones de obras y servicios públicos y la de desarrollo urbano y ecología. En estos dos cuerpos colegiados también se debate la pertinencia de la obra. Es lógico que los regidores del partido del presidente municipal no pongan mayores objeciones. Sin embargo es imperdonable que no lo hagan los de oposición, ésa es una de sus tareas: servir de contrapeso al poder del alcalde. No se trata de obstaculizar la labor del munícipe sino revisar con lupa sus acciones buscando que éstas sean realmente en bien de la ciudadanía. Las comisiones tienen la obligación de enriquecer el proyecto. Si es necesario pueden contratar consultores externos que lo revisen, tienen suficiente presupuesto para ello.

Para este momento la información ya se debió filtrar a los medios de comunicación, entonces los ciudadanos interesados en el tema que aún no han participado pueden hacerlo. Una vez que los consejos ciudadanos y las comisiones de regidores ofrecen sus observaciones. Los encargados vuelven a reelaborar el proyecto o definitivamente lo rechazan. Si hay un cierto consenso a su favor, lo presentan a las instancias de las que ya hablamos para una última revisión y entonces sí, se inician las obras pertinentes. Así a pocos les caería de sorpresa la noticia y la decisión final se vería fortalecida por un verdadero ejercicio democrático. Pero ahí no acabaría el asunto, los regidores deberían estar constantemente revisando los costos y avances de la obra, cuidando que no haya retrasos o incrementos en el presupuesto.

La tarea

Ahora volvamos a la realidad y preguntémonos ¿Qué papel jugaron los consejos ciudadanos municipales, concretamente el de urbanismo y el de turismo en estos proyectos? ¿Qué hicieron los regidores de las comisiones de obras y servicios públicos y la de desarrollo urbano y ecología? ¿Les entregaron el proyecto, lo revisaron? ¿Qué hicieron los regidores del PAN que son la primera minoría? ¿Bajo qué criterios y a quién se le entregó la ejecución de la obra? ¿No estaremos ante un chufanazo?

Lamentablemente la decisión de remodelar el jardín Guerrero nos pinta el poco democrático sistema de decisiones que tenemos como ciudad. Los funcionarios públicos, sin el contrapeso ciudadano o de los regidores de oposición, lo hicieron todo a su gusto y conveniencia, como si estuvieran remodelando un espacio de su propiedad. Convendría revisar si los consejos ciudadanos están cumpliendo sus objetivos, si los que lo integran son ciudadanos expertos e independientes, si sesionan en tiempo y forma. También conviene examinar el papel de los regidores de oposición, ¿están sólo chupando del presupuesto o si funcionan como contrapeso democrático? Sólo de esta forma construiremos una democracia municipal y esto es importante, porque está comprobado que la democracia no se implanta de arriba hacia abajo, sino que es un proceso que inicia en los poderes locales y de ahí se expande a las lógicas nacionales.

twitter.com/Luz_Azul

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