Un Querétaro para el futuro
Por Omar Árcega E.
481 años de la fundación de la ciudad de Querétaro se cumplieron la semana pasada, casi cinco siglos de ser la bisagra, el punto de encuentro entre el centro y norte primero de la Nueva España y después de la República Mexicana. Tan reaccionaria como para que aquí se gestará la independencia de México y tan conservadora como para indignarse por la quema de imágenes hecha por las fuerzas revolucionarias. Desde tiempos prehispánicos región de frontera, de tránsito, de fe religiosa y punto de unión entre culturas.
El paraíso
Más allá de los festejos oficiales y culturales este aniversario nos debe llevar, como sociedad, a observar y reflexionar en la ciudad que tenemos y en la que deseamos habitar en los próximos 50 años. Fue una de las primeras urbes que se subió al proceso industrializador de México, desde entonces empezó a crecer con rapidez, la tradicional migración venida desde los estados del Bajío se trastocó, ríos de gente empezaron a llegar desde la zona norte del país, el flujo de los llegados del Distrito Federal también se aceleró. Nuevos asentamientos aparecieron como hongos al ritmo de la llegada de las industrias, los otrora cerros llenos de garambullos se convirtieron en calles empinadas, los reclamos por vivienda popular hicieron surgir a colonias como Lomas de Casablanca, varias universidades llegaron y las que existían crecieron al ritmo de la vorágine. Fue una época de vertiginosas transformaciones para la siempre apacible ciudad de Santiago de Querétaro.
Por el crecimiento continuo durante la década de los ochenta, noventa y hasta la actualidad, somos una zona donde las crisis pegan menos, generalmente se crece por encima de la media nacional, si nos quedamos hasta aquí se podría concluir que poco falta para que esta tierra sea el edén, el paraíso perdido.
El infierno
Sin embargo, todo este crecimiento, la generación de esta bonanza, también ha generado sus zonas oscuras: planeación urbana deficiente, centralización de actividades en la zona de los valles, riesgos con la sustentabilidad ambiental, encarecimiento del suelo y con ello de la vida, aparición de puestos de trabajo de ínfima calidad, olvido de la zona serrana y del semidesierto, pésimo transporte urbano, carencia permanente de agua, lo que obliga a traerla de lugares lejanos y la encarece, exceso de tiendas de autoservicio en detrimento del pequeño comerciante, un 10 por ciento de la población con carencias por calidad de la vivienda.
El reto
Un poco por la voluntad popular, otro poco por el pésimo candidato del partido albiazul y otro poco más por la campaña sucia lanzada por los tricolores, todo esto generó que en los próximos tres años el destino de esta ciudad lo dirijan autoridades priistas. En cuestión de planeación urbana hay enormes retos que vencer, pues ahora las problemáticas y sus soluciones no se circunscriben al municipio de Querétaro, ahora vivimos en una realidad metropolitana, lo que se haga tendrá que hacerse de la mano de los municipios de El Marqués, Villa Corregidora, Huimilpan y Pedro Escobedo, esto plantea desafíos en cuanto a la coordinación entre autoridades municipales, por otro lado, Gobierno del Estado junto con estos municipios debe hacer el plan maestro de desarrollo cuidando en evitar centralizar el crecimiento industrial y de servicios, la Sierra y el semidesierto también existen, se debe combatir la especulación con el suelo pues son dos o tres grandes empresarios los que se están enriqueciendo a costa de la pobreza de miles; con mano firme se debe reordenar el transporte público para hacerlo más eficiente, las micromafias de los transportistas deben ser combatidas, no se puede ser rehén de ellos. A nivel administrativo, para atacar las grandes problemáticas deben implementarse los presupuestos multianuales, hace falta un departamento de planeación metropolitana que escuchando a la mayor cantidad de voces posibles genere el plan de desarrollo para los próximos 50 años y el compromiso de todas las fuerzas políticas de llevarlo a cabo.
El futuro
Las élites queretanas siempre se han caracterizado por estar un paso delante de las dinámicas nacionales, esto le ha dado viabilidad a todo el estado. En este siglo XXI los dirigentes no pueden ser menos, ahora cuentan con la fuerza de una sociedad civil organizada que puede aportar ideas y sensibilizar sobre aspectos no considerados. El reto es seguir teniendo un estado a la cabeza de las dinámicas transformadoras, pero al mismo tiempo generador de igualdad social, económica y de oportunidades. Desarrollo sí, pero con la menor cantidad de pobres y pensado en crear una tierra generosa en cuestiones laborales, ambientales y calidad de vida.
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