Variantes del erotismo: Metros y tecnos

AMOR, HUMOR Y MUERTE
Por: Edmundo González Llaca
“Eso de discutir, me critica un amigo, sobre las diferencias entre el erotismo y la pornografía, como lo haces tú y tus lectores está más pasado de moda que especular sobre si los hijos deben o no fumar delante de sus padres”. Prosigue: “El tema son las características, ventajas y desventajas de los ‘tecnosexuales’ y los ‘metrosexuales’”. No puedo evitar abrir los ojos, metro ¿qué? Lo que es un motivo para que agregue: “Ahí está tu ignorancia, cuando te hablo de metrosexuales no me estoy refiriendo al número que calza o presume calzar el individuo, sino a una nueva tendencia sexual”. Me tranquiliza, pues ya me sentía humillado.
Sintiéndome más viejo que un reloj de arena me pongo a investigar. Encuentro un texto sobre el tema: “Metrosexual se refiere a los hombres de las grandes metrópolis como Nueva York, Londres (hombres de San Juan del Río, Huimilpan y zonas aledañas, mejor olvídense) que están dispuestos a invertir tiempo y dinero en explorar su lado femenino”. (Se sabe de algunos que salieron vestidos de boy scouts a explorar su lado femenino y se quedaron en el intento, regresaron fascinados pero ya con faldita escocesa).
“El metrosexual no está peleado con su sexualidad”. (Aunque no puede evitar hacerle el fuchi) “El hombre metrosexual es una versión del dandy o playboy del siglo pasado, pero con la diferencia de que al metrosexual no le molesta expresar sus emociones en público”. (Si usted está en el cine y de pronto el señor de al lado se tira al suelo llorando, haciendo una pataleta, amenazando con hacerse pis si no le traen más palomitas, lo más probable es que no esté ante un niño crecidito sino frente a un metrosexual).
“El metrosexual es heterosexual pero también es capaz de asumir roles que antes eran catalogados sólo para mujeres, tales como: cocinar, limpiar la casa o cuidar a los niños”. (Si usted además de todo esto lleva la ropa a la tintorería, tiene derecho a que no le llamen mandilón, sino metrosexual. Si sus amigos insisten en decirle el mismo apodo despectivo de mandilón, puede usted pellizcarlos o amenazarlos de que los va a acusar con David Beckham, ex capitán de la selección inglesa de futbol y metrosexual de tiempo completo).
“Los metrosexuales se pasan la vida cuidando el cuerpo y el aspecto. Son capaces de recurrir al cirujano plástico para lograr la apariencia perfecta”. (Los metrosexuales se someten a permanentes hojalateadas corporales o a cirugías mayores. Los cambios pueden ser: de color de la piel, barriga, nariz, liftings, párpados, papada y mamas. En ocasiones deben traer colgada en el pecho su fotografía original porque después del quirófano ya no los reconoce ni su mamá).
Si a estas alturas no sabe usted si es metrosexual, sexual en el Metro, naco, mamilas o chiva rayada del Guadalajara, el texto le ayuda a disipar semejante dilema:
“Test para saber si eres metrosexual.
1. ¿Te gusta que tu ropa interior luzca por encima de tu pantalón? (Aunque sea calzón Trueno).
2. ¿Has pagado un tratamiento facial? (De perdida una mascarilla de aguacate).
3. ¿Te han confundido con un homosexual? (Lo que todavía no se sabe es si esto es elogio, reconocimiento u ofensa).
4. ¿Tienes más de 10 pares de zapatos? (No se incluyen chanclas de baño).
5. ¿Renuevas tu guardarropa de acuerdo con la temporada? (Se refiere a estaciones del año, no a la temporada de fútbol).
6. ¿Tienes planeado invertir dinero en acudir a un spa? (No se acepta como spa los balnearios públicos de Tequisquiapan).
7. ¿Has llorado frente a tu novia después de ver Titanic? (También se considera como válido moquear en Juegos del hambre o El Rey León).
Si ha respondido a las preguntas que sí, quisiera, bueno, este, no sé, creo que, en fin, felicitarlo.
A esta nueva tendencia sexual de los “metrosexuales” está a punto de que le dé un ataque de nervios, pues ha aparecido una nueva especie que amenaza con derrocarla, o al menos despeinarla y hacerle una arruguita, me refiero a los “tecnosexuales”. A los tecnos, igual que los metros, les gusta explorar su lado femenino y no se quedan atrás en su gusto por el deporte, pero un abismo los separa: desprecian el uso de cosméticos. Esto ha causado revuelo entre las mujeres, que no tienen el peligro que padecen con los metrosexuales, que luego les bajan el lápiz labial y hasta el neceser completo.
Según la amplia literatura al respecto, el tecnosexual tiene un deseo compulsivo por las computadoras, los celulares y la web (mujeres que no tengan correo electrónico, absténganse de buscarlos). Buena parte de su tiempo se la pasan frente a sus aparatos electrónicos, en los que se incluye lo más avanzado de las laptop y BlackBerry. (Fanáticos de los accesorios, se sabe que en más de una ocasión terminan sus relaciones sentimentales, simplemente porque no les gusta el software de la novia).
Hasta aquí la literatura sobre el tema y quisiera hacer algunas reflexiones. La evolución del erotismo es el reflejo no solamente de los valores de la sociedad sino también de sus avances en la comunicación. El erotismo es la síntesis del espíritu cultural y técnico dominante, de esta forma ha pasado de las tarjetas postales a las películas, casetes, internet, etcétera. No es de extrañarse que lo cibernético pase ahora a formar parte de la estética personal.
El fenómeno ha sido llamado cíborg* que es: “fusión, combinación, encuentro o relación parasitaria entre lo biológico y lo cultural”. En otras palabras, el cuerpo y la máquina como hermanos siameses. Me imagino que los aficionados a esta mezcla deben ver una película de Transformers como si fuera una película pornográfica.
Francamente, estimado lector, en ninguna de las nuevas tendencias sexuales encuentro un pequeño detalle: lo sexual. Por los nombres que se aplican –en los que destacan lo sexual– pareciera que tienen un irrefrenable anhelo por los “halagos de la carne”. ¿Será cierto? Pero ¿qué tienen que ver los órganos reproductores con sujetos que muestran un deseo irresistible por lucir bien y comprar aparatos electrónicos? ¿Dónde queda el contacto físico? ¿Los jugos que se comparten? No lo entiendo.
Salvo que los metrosexuales al hablar de mascarillas se refieran a que son en todo el cuerpo; que los tecnosexuales se escondan con su agenda electrónica y que ésta les sirva como estímulo para dedicarse a placeres solitarios, o que cuando se refieren al disco duro estén hablando de otra cosa.
Mi impresión es que estas nuevas tendencias sexuales son producto de la mercadotecnia y la sociedad de consumo; no es creíble que las mujeres ni los hombres puedan llenar sus fantasías eróticas con marcas de ropa y microchips.
La “ciborgización” del erotismo y la sexualidad es aterradora, la realidad virtual parece querer ampliar su imperio a encuentros más reales y de otro tipo. Nadie puede enamorarse con este predominio del narcisismo masculino a costa, sin duda, del compromiso con la pareja. Hay una sustitución de la mujer o del hombre por una satisfacción de la vanidad personal vinculada a la capacidad de consumo de tecnología.
En términos concretos, es la repetición del mito de Narciso. Este súper galán griego despreciaba el amor y entre sus víctimas se encontraba la ninfa Eco, quien no logró más que las numerosísimas doncellas que le lanzaban todos los perros. Desesperada se retiró a un lugar solitario, donde anoréxica y bulímica, adelgazó tanto que sólo quedó su voz lastimera.
Un día Narciso se inclinó sobre una fuente para calmar su sed, al ver la imagen de su rostro tan bello, se auto-apantalló de tal manera que se quedó enamorado de sí mismo. Insensible al resto del mundo, murió inclinado sobre su imagen. En el lugar brotó una flor a la que se bautizó con su nombre. La mercadotecnia y la moda actual suprimen en los jóvenes el esfuerzo de la auto-contemplación y les otorga el concepto en el que se deben de reflejar. Son como especies de amibas con dos patas, para el orgasmo personal sólo les hace falta un espejo y su iPad.
Hay algo que también llama la atención, tanto a los metros como a los tecnosexuales les da por incursionar en sus aspectos femeninos; no hay duda que también las mujeres desarrollan sus potencialidades masculinas, en otras palabras, el mundo unisex es una realidad que gana terreno. Queriendo ser positivo, es de anhelarse que este intercambio de roles sirva para una mayor comprensión entre mujeres y hombres, homosexuales y lesbianas.
Mi llamado es a la tolerancia y a evitar a los radicales que son un peligro para todos. Lo hago por conveniencia pues yo soy, además de heterosexual, todavía un clásico, es en la diferencia donde sigo creyendo que se encuentra lo divertido de la vida. Si se toma en cuenta, además, que soy queretano, se comprende mi patología.
Espero sus comentarios en www.dialogoqueretano.com.mx donde también encontrarán mejores artículos que éste.
JICOTE
Fusiles y contradicción
El señor gobernador José Calzada, al inaugurar la Cumbre de Negocios, no solamente se fusiló impunemente a Colosio al expresar: “Las buenas finanzas nacionales deben reflejarse en las familias”. Colosio decía: “Traducir las buenas finanzas nacionales en buenas finanzas familiares”. Este fusile descarado es lo de menos, lo que salta como una contradicción que indigna es su afirmación de que es tiempo de la “política social”, cuando el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) sostiene que en el inventario estatal de 2010, las entidades federativas con menor número de programas y acciones sociales fueron Hidalgo (seis) y Querétaro (15). Ojalá que el gobierno aclarara ¿qué entiende por política social? De seguro que no lo mismo que el Coneval.
*Sobre el tema, léase el magnífico ensayo de Naief Yehya. Pornografía. Obsesión sexual y tecnológica. Ensayo. Tusquets Editores. M
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