Veracruz ¡Ay mi Veracruz!
Amplia gama de grises
Por:José Luis Álvarez Hidalgo
El bello e inmortal puerto mexicano se ve envuelto ahora en un mar de confusión y desaliento. Esto no se lo debemos a los nativos del estado y a la gente tan hospitalaria que lo habita. No, para desgracia de los veracruzanos y de todos los mexicanos se lo debemos a la clase política que gobierna Veracruz y que encabeza el controvertido Javier Duarte. Los acontecimientos parecen rebasarlos y las patadas de ahogado para justificar sus desatinos los vuelven patéticos e insufribles. Por lo menos baste citar cuatro casos gravísimos que serán la muestra fiel del lodazal en que nos han metido a todos.
Primer caso: hasta ahora es el más sonado y, paradójicamente, es el que menos cobertura ha tenido de la prensa nacional, ¿por qué será? No logro explicármelo, ¿será acaso por la dócil obediencia que los grandes corporativos mediáticos le deben al nuevo espurio que gobierna este país? ¡No lo creo! Se trata de la filtración de 13 horas de grabación denunciadas y exhibidas por el dirigente panista, Gustavo Madero, en la cual se muestran todas las nefastas componendas que realiza el PRI para comprar votos a través de los programas sociales federales y estatales con miras a la elección del próximo 7 de julio.
Lo peor de todo es el cinismo con el cual la flamante Secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles, ha tratado de justificar lo injustificable y que en una confrontación memorable de fémina a fémina, con Carmen Aristegui, ésta la acorraló y ya no supo ni cómo se llamaba. Lo inverosímil es que los demás medios callaron y el debate nacional y la condena unánime que tendría que suscitar, se ha visto opacada por la falta de difusión mediática.
Segundo caso: este asunto de verdad que produce escalofríos. Se trata, en primer lugar, de todo el ejercicio de simulación del aparato de justicia veracruzano para atrapar, juzgar y sentenciar al presunto asesino de la periodista Regina Martínez Pérez, corresponsal de la revista Proceso. Condenan a 38 años de prisión a un sujeto que no contó con recursos para defenderse y dejaron de investigar al principal sospechoso; además de ignorar todas las pruebas aportadas para incriminar al verdadero culpable. Agarran a un chivo expiatorio y se lavan las manos. Sólo que Proceso les espetó con todas sus letras: NO LES CREEMOS.
Allí no acaba todo, ahora resulta que no conformes con la farsa montada, se ventiló que un grupo de selectos priistas del estado planeaban dañar la integridad física del reportero que ha cubierto el caso, Jorge Carrasco, y que él mismo denuncia oportunamente y la revista alzó la voz a través de un desplegado publicado en todos los medios donde denunciaba tal situación y hacían responsable al gobierno de Javier Duarte de lo que pudiese sucederle al reportero.
Tercer caso: este punto, en verdad nos revela el grado de patetismo, perversidad y el colmo del cinismo de la clase política y de los señores feudales dueños de los medios de comunicación, y que ocurre cuando se le otorga a Duarte un premio por sus acciones emprendidas como “protector de periodistas”, otorgado por la Asociación Mexicana de Editores, “por su compromiso con la libertad de expresión”. La realidad contrasta de modo absoluto con esta simulación: en menos de dos años del sexenio de Duarte han sido asesinados nueve periodistas, hay tres desaparecidos y varios exiliados o forzados al retiro. El mundo al revés.
Cuarto caso: quizá es el menos escandaloso, pero también es muy ilustrativo del estado de descomposición social y política que ha generado el gobierno de Duarte. Se trata de la denuncia que hizo pública en el noticiario de Aristegui, el político veracruzano Miguel Ángel Yunes, al ser detenido de modo injustificado por la Policía Estatal. Una hora lo mantuvieron detenido sin decirle la causa y luego lo soltaron sin siquiera un “usted disculpe”.
Así las cosas en este bello puerto jarocho donde campea el crimen, la impunidad y la ignominia de un gobierno que está llevando a pique la convivencia y la paz social de los veracruzanos y de todo nuestro México querido. ¡Qué suene La Bamba!
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