Don Panchito, luchar toda una vida por tierra y libertad

Cuando escuchamos hablar de revolucionarios, se nos vienen a la mente personas sanguinarias y despiadadas, que dieron la vida por la soberanía de un país. Nombres como Emiliano Zapata o Pancho Villa envuelven el ideal colectivo. Pero también existen personas que no tienen armas ni ejércitos para luchar por sus ideales, personas que incluso recorren un viaje largo de más de 12 horas en camión, sólo para mostrarle al mundo que no están derrotados, que la lucha sigue y sigue, como sus cánticos aclaman.
Esta es la historia de Don Panchito, persona que en sus propias palabras define:
“Yo soy uno más de los que no se quieren quedar callados, vengo acompañando a mis compañeros a defender el agua”.
“Escuché en la radio, ´que se presente el compañero Francisco y la compañera Gloria´, y pues ni pregunte pa’ qué. Terminé unas cosas que tenía ahí en el campo y dije, pues pa’ dónde vamos; y aquí andamos”. Don Panchito, originario de la zona del Valle de Atlixco y Matamoros, en el estado de Puebla, es un campesino que no pierde la fe en las luchas agrarias y obreras. A donde sus compañeros lo llaman, carga su carrillera de mazorcas, un rifle de madera, la bandera de México y el sombrero con el lema zapatista: «Tierra y libertad».
Voltear a ver de dónde venimos es un ejercicio que nos ayuda a reflexionar en dónde estamos parados. Este ejercicio lo realiza diario Don Panchito, motivado por cuidar la tierra donde vive, no permite que un Estado opresor se beneficie de personas en situación de vulnerabilidad, al apropiarse de tierras campesinas y extraer la mayor cantidad de recursos posibles. Recorre el país manifestándose, lleva la esperanza de un mundo obrero, campesino y popular a cada rincón del país donde sus compañeros del Congreso Nacional Indígena y el Consejo Indígena de Gobierno, lo llaman.
Como aquella vez en la carretera a Huejotzingo, donde la población civil salió a manifestarse por las irregularidades que se presentaban en el tendido de las torres de alta tensión para la luz eléctrica. El compañero Francisco acudió al llamado, con la carrillera bien ajustada y el rifle por delante, a luchar por una causa justa; tomaron la caseta de la autopista, nadie pasaba hasta que el gobierno brindara una respuesta clara y concisa con lo que iba a pasar en Huejotzingo. La única exigencia de los habitantes era que los cables de alta tensión no pasaran por arriba de la escuela de la localidad. «Entonces, se levantaron los compañeros y yo también estuve ahí con ellos, también estaba ahí parado con el arma y la bandera».
Con huaraches y los pies casi al descubierto, camina con la mirada hacia el frente: Don panchito nos enseña a hacer temblar un país en ruinas, saqueado por las empresas transnacionales, con la complacencia de los distintos poderes políticos que gobiernan en México. Nos invita a construir un camino para dar un nuevo paso hacia la autonomía, con voluntad de pasar a la ofensiva, de actuar otra vez en abierta resistencia y libre rebeldía.
Don Panchito también recuerda que en el mandato de Mario Marín Torres, ex Gobernador de Puebla, se buscaba construir una autopista que conectara el aeropuerto a la autopista Siglo XXI: “allá en, este, Zacatepec y con los de Cholula y también yo estaba yo allá con ellos, pero como se movieron rápido los compañeros, pues metemos amparo y ya no la hizo”.
El pensamiento de nunca olvidar los orígenes que todo ser humano tiene, hace recordar la tierra que levantamos al caminar y la marca que dejamos en el camino, ahora podemos voltear hacia atrás y, en lugar de avergonzarnos, las lágrimas y el sudor derramados, nos hará sentir orgullo. El último aliento de esperanza por un mundo donde quepan muchos mundos, tiene que motivarnos a luchar y resistir, a hacer nuestro rifle de madera, colocarnos las carrilleras de mazorca, mostrar nuestro color de piel lleno de orgullo y salir al mundo desde “abajo y a la izquierda”, gritar que la hidra capitalista que amenaza con destruirnos por completo, nunca lo logrará.
Como un ejemplo a seguir, la imagen del compañero Francisco te motiva a nunca desistir; la lucha es dura y aunque ya nos tomen como derrotados, tenemos que pensar que llevamos 500 años de resistir y podemos resistir toda una vida más. Don Panchito nos muestra cuál es la importancia de nunca desistir. La resistencia sí gana y, aún así, sigue resistiendo.