Cultura

Pecar porque es necesario… El Día de la Bestia

Entre rituales satanistas y conciertos de metal, los personajes descubren que el nacimiento del mal va más allá de una sola noche y de la manifestación alucinógena de una cabra; el Anticristo está en las calles, siembra el terror.

Con la dosis perfecta de comedia y cinismo, El Día de la Bestia (1995) de Alex De la Iglesia, es una de las películas más vistas en la España de la década de los noventa. Una obra llena de sensacionalismo, colorido y humor; el cual muestra que la Nochebuena puede ser más peligrosa que una noche de paz y amor. La película se llevó seis premios Goya.

El cura Ángel Berriatúa (Álex Angulo) ha dedicado los últimos 25 años al estudio del Apocalipsis de San Juan y finalmente ha podido descifrar el mensaje oculto que posee: Esconde la fecha exacta del fin del mundo, el nacimiento del Anticristo, que irónicamente coincide con el 25 de diciembre de 1995.

El cura Berriatúa, que hasta el momento ha tenido una vida ejemplar, se encharca en la misión de corromperse para contactar con Satán y conseguir el sitio exacto donde nacerá el Anticristo. Esa travesía lo llevará a conocer a José María (Santiago Segura), un satanista y tierno vendedor de discos que arriesga todo para ayudar al padre.

‘El profesor Cavan’ o Ennio Lombardi (Armando de Razza), es un investigador de lo oculto, un charlatán que realiza exorcismos, predice el futuro y conduce un escandaloso programa de televisión. En su forzoso contacto con el cura y José María, ‘el profesor Cavan’ descubrirá que sus enseñanzas no eran del todo erróneas.

Critica

El presupuesto original fue de 300 millones de pesetas (42 millones de pesos), la producción a cargo de Andrés Vicente Gómez tuvo que hacer algunos recortes para conseguir el resultado final. Se reutilizaron varias locaciones y los actores se arriesgaron físicamente a falta de efectos especiales.

El filme juega con una fotografía que explota el campo contra campo, lo vuelve una danza. Da lo mismo si el cura entra o habla desde la otra habitación, si está o se va, pues los encuadres están construidos a la par del discurso de este personaje en específico.

Las tonalidades de la película van principalmente desde el marfil hasta el escarlata, en contraste con algunos espacios ambientados en un frío azul. La coloración ayuda a crear atmósferas cálidas para los espacios cerrados como la iglesia y el departamento de ‘el profesor Cavan’ que son espacios con más misticismo; barrocos y hasta cierto punto sacros.

El azul está presente en la calle, donde habita el conflicto social en la España de los noventa, llena de vandalismo y perversión. Una crítica bastante clara desde la perspectiva del director que se encarga de buscar los lugares más icónicos de Madrid para colocar a los personajes y dotarlos de realismo.

La banda sonora está compuesta por temas originales; la mayoría interpretados por bandas de metal muy conocidas. El tema principal —que da nombre a la película— fue ejecutado por Def Con Dos. Otras bandas participantes fueron: Soziedad Alkoholica, Ministry, Ktulu y Pantera, entre otras.

Álex Angulo hace una interpretación cínica del cura convencional que es por mucho uno de los mejores retratos humanizados de un clérigo. Un personaje con profundas convicciones que no se lo piensa dos veces para romper las fronteras de la moral con tal de alcanzar un objetivo mayor en favor de toda la humanidad.

Es un personaje que deja muy en claro sus intenciones desde la primera escena. “Nada padre. No he pecado, pero voy a pecar. Voy a hacer todo el mal que pueda” le dice el padre Ángel a un sacerdote más anciano. “¿Por qué?”, “porque es necesario” replica el sacerdote profundamente convencido.

Durante el filme se ve más de una vez que alguien se incendia. La primera vez, un transeúnte que fue atacado por la banda Limpia Madrid. En esta escena el actor en realidad sufrió quemaduras, ya que mientras filmaban las llamas le alcanzaron el rostro, lo que se puede ver claramente en la secuencia.

En el final, cuando ‘el profesor Cavan’ se incendia y el padre Ángel lo apaga, Angulo acabó lastimándose con las llamas, todo debido a la falta de presupuesto que les impedía utilizar dobles o espacios más controlados. Incluso, cuando la madre de José María le propina una tremenda golpiza al padre Ángel y lo lanza por la escalera, este terminó inconsciente por unos minutos, ya que la caída fue real.

Cuando el clérigo trata de conseguir la sangre de una virgen y busca a Mina (Nathalie Rons), la moza de la casa de José María, en realidad le pinchó el cuello con una jeringa, ya que no había dinero para conseguir ese maquillaje y la actriz aceptó que lo hicieran.

Es fácil comparar el cine de Álex de la iglesia con el cine de Quentin Tarantino, por las dosis altas de violencia y uno que otro litro de sangre tirado de más. Sin embargo, en el cine de Álex se encuentran menos pretensiones y mucho más subtexto; es decir, las películas de Álex no se pueden clasificar como violentas, son una mezcla de humor terrorífico que logra conciliar muy bien con espectador.

¿Nos podemos reír de todo?: es una de las cuestiones que toma el director. Se puede reír de un cura que recorre impávido una ciudad llena de crimen y vandalismo, donde los cadáveres se cruzan en la esquina, donde la pobreza lo aborda desde que baja del tren y donde cometer un delito pasa tan desapercibido que da lo mismo si secuestra a una persona.

En el filme hay una crítica al caos violento, a una ciudad que no agrada a nadie, a espacios que resultan grotescos, pero donde irónicamente se cantan los villancicos y las luces navideñas iluminan las esquinas donde los pandilleros incendian indigentes.

También es una observación al contenido televisivo basura que se consume a diario en los hogares y a espectadores tan insensibles que les parece lo más real un exorcismo hecho bajo el amparo de un profesor que merece el galardón al peor actor.

Entre rituales satanistas y conciertos de metal, los personajes descubren que el nacimiento del mal va más allá de una sola noche y de la manifestación alucinógena de una cabra. El Anticristo ya está en las calles, siembra el terror mientras los Reyes Magos orquestan su fallido rito navideño.

La reflexión de este filme sería la respuesta del embriagado personaje de Juan Vicente Melo en la Obediencia Nocturna. “No, no da lo mismo” porque aunque exista violencia, aunque el caos penetre hasta convertirse en el orden establecido y aunque sea gracioso ver a un sacerdote vender su alma al maligno, no da lo mismo porque siempre se puede regresar del borde de la humanidad, porque a veces pecar es necesario.

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