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Ecos del debate

Por: Víctor López Jaramillo

El diseño estratégico de cada campaña empieza a mostrar sus virtudes y sus primeras grietas. El debate organizado por el IEEQ en el Club de Industriales el pasado miércoles es una prueba de ello.

Empecemos por el puntero: La estrategia de Roberto Loyola Vera, candidato de la Coalición Querétaro Nos Une. Su apuesta es avasallar, mostrar un bloque unido de partidos (PRI, PVEM, Panal, PT y el apoyo externo del humanista) más el apoyo de independientes.

Loyola le apuesta a una presencia avasalladora en las boletas electorales donde como en juego de bingo, su solitario rostro aparezca varias veces mientras que sus rivales sólo parezcan una vez.

Sin embargo, durante el debate, esta misma estrategia mostró sus fallas. Solitario, tuvo que soportar los embates del dúo conformado por Francisco Domínguez, del PAN, y Salvador López Ávila, de Movimiento Ciudadano.

Sin respaldo más que los chistes ocasionales de Adolfo Camacho, del PRD, Roberto Loyola Vera salió golpeado del debate y sólo atinó a decir que si alguien tenía pruebas, que presentaran su denuncia.

El remate se lo propinó Celia Maya -de Morena- al afirmar que las sospechas de conflicto de interés de Loyola con la especulación de terrenos eran equivalentes a la Casa Blanca de Peña Nieto y Angélica Rivera. No hubo respuesta.

Así como Cárdenas no respondió las acusaciones de Cevallos en el 94, Loyola evitó casi siempre el enfrentamiento directo.

Su discurso inamovible desde su gestión como alcalde: un Querétaro bonito. Un Querétaro seguro. Un Querétaro idílico. Casi el paraíso.

Y como el priismo da como cierto el dogma de que el debate se gana en el posdebate (lo cual, si eso fuera cierto, implica que los debates son inútiles), siguiendo la táctica de avasallar, compró las portadas de casi todos los diarios que circulan en la capital con el mensaje homogéneo: Roberto Loyola ganó el debate.

Que no quede portada sin el rostro de Loyola, que la boleta electoral esté atiborrada con su rostro, llenar la ciudad de espectaculares, quemar los de los enemigos. Avasallar, avasallar.

Ante esto, el equipo de enfrente ha optado por una táctica distinta. Francisco Domínguez, del PAN, es un mal orador pero tiene experiencia en batallas legislativas. Aunque claro, aquí no puede dar patadas como cuando fue diputado en 2006.

Se pone nervioso en los debates. Le cuesta articular ideas claras. Para ganar simpatías se va al extremo: Pinta un Querétaro que parece sucursal del infierno. Todo se ha perdido, parece decir. Pero esa no fue su mejor arma.

Al tener como aliado tácito al candidato de Movimiento Ciudadano, el ataque a Loyola fue con táctica guerrillera. Golpear y huir. Pero Loyola no se enganchó, aunque hasta el momento no hay recuento de los daños ante tal ataque. Las planas del día siguiente maquillaron el daño.

Por su parte, la izquierda desaprovechó el escenario para mostrarse como una verdadera alternativa de gobierno. Tan lo desaprovecharon, que los candidatos de Morena y PRD terminaron debatiendo como padres divorciados que pelean la potestad del hijo único sobre a quién le pertenece Andrés Manuel López Obrador.

Claro, habría que entender la estrategia original de cada candidato. Es evidente que Celia Maya no pelea por la gubernatura (los antecedentes y primeros números de esta campaña así lo indican), sino que su papel es más bien de sacrificio político.

Sacrificio político para que Morena mantenga el registro estatal y para mantener fresca la imagen de López Obrador en los votantes. Así lo mostró durante sus intervenciones al recordar el exitoso gobierno de AMLO en el DF. Si esa era su intención, lo logró con creces, pero sacrificó la oportunidad de mostrar un proyecto de izquierda queretana capaz de enfrentarse a la aristocracia del PRI y PAN.

En tanto, Adolfo Camacho del PRD, se diluyó entre dos frentes. Primero, se sumó al ataque contra Domínguez pero sin tanto punch. Eso sí, más de una carcajada logró arrancar entre los asistentes al debate. En fin, desaprovechó el escenario.

Falta un tercer debate, el que organiza la Universidad Autónoma de Querétaro, el cual se realizará a menos de una semana de las votaciones. Ese puede ser definitivo.

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