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El zapatismo en la Universidad 1994-2006

Por: Abelardo Rodríguez

El historiador Eric Hobsbawm marcó el fin del siglo XX en octubre de 1989 con la caída del muro de Berlín y la consecuente caída del mundo socialista europeo.

Ante la supuesta “victoria final” del capitalismo, hubo quienes anunciaron “el fin de la Historia” y de las utopías. Sin embargo, a escasos tres años del fin del bloque socialista, surgió la insurrección indígena zapatista en Chiapas, México, que desmintió este triunfalismo de los voceros intelectuales de los grandes dueños del dinero mundial.

El zapatismo hizo visible de nuevo lo que la propaganda oficial había borrado del imaginario político: La gran explotación e injusticias en contra de los pueblos indígenas y vino a replantear y a revitalizar lo que algunos habían mandado al cementerio de la historia: La lucha por un mundo no capitalista. La universidad pública fue uno de los espacios más receptivos y solidarios con el zapatismo.

La Universidad Autónoma de Querétaro no fue la excepción y desde 1994 a la fecha, miles de estudiantes, profesores y trabajadores se han involucrado en otra manera de hacer política, pacífica, por fuera de los partidos, aparatos corporativos y las instituciones.

 

1994: Un año axial en la historia.

A raíz del levantamiento zapatista el primero de enero de 1994, fecha en que entró en vigor el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica, el TLC, el país entero se sacudió.

De hecho, ese año fue de grandes y graves acontecimientos como el asesinato de Luis Donaldo Colosio, candidato del PRI a la Presidencia de la República.

Desde los primeros días posteriores al levantamiento, emergieron respuestas ciudadanas como el “Comité queretano en solidaridad con Chiapas” y la “Convención Nacional Estudiantil” en Querétaro, constituidos principalmente por universitarios.

En la UAQ se formaron comités y colectivos estudiantiles, como el de muchachos que apenas un año antes habían realizado trabajo social en la zona de guerra, para la Diócesis de San Cristóbal de las Casas, encabezada por el Obispo Samuel Ruiz García.

Uno de ellos, Antonio Flores González, relató el impacto que les causó la insurrección zapatista a toda su generación y el intenso activismo político que generó. A finales de este año, se conformó la Convención Nacional Democrática, la CND, la cual pretendió crear un espacio de convergencia de todas las izquierdas, desde la electoral, hasta el EZLN.

 

1995: La Convención Nacional Democrática en Querétaro

Este año se celebró la Tercera Reunión de la CND en la Ciudad de Querétaro. La idea fue conformar el Movimiento de Liberación Nacional, con un programa de lucha común de la izquierda electoral y la izquierda social, en el marco del 78 aniversario de la Constitución de la República, realizada en Querétaro en 1917.

La reunión que convocó a cientos de organizaciones, se llevó a cabo en el Auditorio “Josefa Ortiz de Domínguez”, aunque originalmente se propuso que fuera en la Universidad Autónoma de Querétaro, cosa que no ocurrió porque el Consejo Universitario, tras un ríspido debate, no aprobó su realización en el campus universitario.

Los argumentos a favor y en contra de esta propuesta ilustran de manera muy clara las posiciones a favor y en contra del zapatismo al interior de la universidad.

“Fue una situación de mucha fricción dentro de la universidad. Recuerdo posiciones muy extremas. De los pro-zapatistas de que si nos niegan la universidad la tomamos (…) argumentábamos que la universidad debía estar abierta a todas las corrientes del pensamiento (…)

“Por otro lado, los que se oponían en el Consejo Universitario y que temían que se entregara la universidad al zapatismo, utilizando argumentaciones francamente racistas, como que los indígenas iban a defecar en nuestros jardines y cosas de este tipo para negar que se celebrara la Convención Nacional Democrática en la universidad”, recordó Flores González.

A pesar de esto, Antonio Flores consideró que “la universidad en estos 20 años se convirtió en un referente importante de la reflexión de lo que estaba pasando en el país y con el zapatismo”.

 

2001: La Marcha del color de la tierra.

En su toma de posesión como presidente de la República, Vicente Fox Quezada (2000-2006), prometió arreglar el conflicto de Chiapas en 15 minutos.

Ante semejante ofrecimiento, los pueblos zapatistas chiapanecos, encabezados por su portavoz y jefe militar, el sub comandante insurgente Marcos, propusieron una gran reforma constitucional de gran trascendencia para el país, para considerar a los pueblos indígenas sujetos de derecho. Para promoverla organizaron una larga marcha por medio país, llamada “La marcha del color de la tierra” (2001).

Esta reforma indígena era producto de los llamados “Acuerdos de San Andrés” (1996), después de arduas y difíciles negociaciones con el Estado Mexicano durante el gobierno del presidente Ernesto Zedillo (1994-2000). Sin embargo, esta reforma no fue apoyada por ningún partido político y no se aprobó ni en la Cámara de Diputados, ni en el Senado, ni en las Legislatura locales.

Los tres principales partidos: PRI, PAN y PRD, aprobaron, en cambio, una propuesta insólita, que hasta ese momento nadie conocía y que se conoció como “la contra-reforma indígena”. Respecto de los motivos que la clase política esgrimió para no aprobar esta reforma ciudadana, es interesante el comentario del entonces senador del Partido de la Revolución Democrática, Carlos Navarrete, cuyo partido había prometido apoyo a la iniciativa zapatista, que resulta revelador por los motivos que expone:

“No podíamos dejar que el EZLN triunfara con su iniciativa, porque entonces el espacio de la izquierda en México lo ocuparía el zapatismo y no el PRD”.

En este contexto, el gobernador queretano Ignacio Loyola Vera se opuso a que los zapatistas visitaran Querétaro durante la “Marcha del color de la tierra”. Loyola Vera opinó “que a los zapatistas habría que fusilarlos en el Cerro de las Campanas por traición a la patria”.

La respuesta del sub-comandante insurgente Marcos fue: “Si el firulaís Loyola supiera la historia del estado que dice gobernar, se daría cuenta que fue un gobierno conservador, como el suyo, el que fue derrotado por un ejército patriota, como el nuestro, y quienes terminaron fusilados en el Cerro de las Campanas fueron los conservadores como él y no los patriotas como nosotros”.

 

2006: La “otra campaña”

Ante la “contrarreforma indígena” del gobierno, que los zapatistas llamaron “traición”, surgió en junio de 2005 la Sexta Declaración de la Selva Lacandona. En ella los zapatistas rompieron con la clase política e hicieron un llamado a los pueblos de México a organizarse para acabar con el “mal” gobierno y con el capitalismo, proponiendo la realización de un nuevo Constituyente que refunde la nación mexicana.

En este marco, el sub comandante insurgente “Marcos” recorrió el país en lo que se llamó “La Otra Campaña”, que estuvo en Querétaro del 3 al 8 de marzo de 2006.

Destacó la participación de estudiantes, maestros y trabajadores de la Universidad Autónoma de Querétaro durante las actividades del también llamado, en ese momento, “Delegado Zero”. El 8 de marzo, Marcos estuvo en Radio Universidad, conmemorando el “Día internacional de las mujeres”, en el espacio del programa “El sonido rebelde”, que difunde las actividades zapatistas en la frecuencia radial universitaria desde 2004.

Al término del programa, “Marcos” presidió una asamblea popular en la explanada de la Universidad.

“Marcos” y la caravana que lo acompañaba se hospedaron en las instalaciones del Sindicato Único de Personal Académico de la Universidad Autónoma de Querétaro, el SUPAUAQ.

 

Saldos zapatistas en Querétaro.

El catedrático Antonio Flores consideró: “Que la universidad es más abierta que hace 20 años. No sé si sólo atribuirlo al zapatismo o también a otros elementos que también han jugado. Pero la participación estudiantil y de maestros de la universidad en general se ha visto enriquecida en diversos momentos, en los últimos 20 años, por las coyunturas zapatistas (…) nos ha marcado a muchos con una alternativa de hacer política fuera de la lógica de los partidos y una alternativa también de país (…)

“El zapatismo sigue siendo un movimiento muy importante para entender a México (…) es un parteaguas en las izquierdas. Es una primera guerrilla que declara no a la toma del poder, que se maneja con otra lógica y que esa lógica ha generado un pensamiento, una reflexión teórica, una praxis a nivel mundial (…) y lo que queda por decir el zapatismo en los próximos años”.

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