Hasta ‘La Llorona’ dejó de pasar
Por: David A. Jiménez
La construcción del actual templo de Santa Rosa de Lima, ubicado en las inmediaciones de la delegación de Santa Rosa Jáuregui, fue posible gracias a que los habitantes caminaban los domingos con las piedras a sus espaldas por órdenes del entonces sacerdote, para que así ayudaran a trasladar los cimientos de lo que es ahora la edificación religiosa.
“El domingo cada quien cargaba una piedra que nos ponía el padre y la llevábamos al templo, era un montón de piedra para formar la iglesia. Ahí está nuestro esfuerzo en la iglesia, nos dio mucho gusto que hayamos tenido iglesia nueva y cupieran muchos feligreses”, manifestó Antonia Pichardo, mujer que ha vivido sus 81 años en Santa Rosa Jáuregui.
Así, Doña Antonia recordó que a los once años, al igual que otros habitantes de Santa Rosa, el sacerdote del lugar los ponía una piedra para que ‘contribuyeran’ a la construcción del templo.
Antonia Pichardo tiene toda su vida en Santa Rosa Jáuregui. Dijo que antes todos se conocían en el pueblo y era muy pequeño además de tranquilo.
Tanto ella como su marido (con quien lleva 62 años casada) se dedicaron a hacer pan. Sus hijos laboran en el mismo negocio, hizo memoria de que en la presidencia (refiriéndose al edificio de la delegación) estaba el mercado. Recordó cómo era vivir en Santa Rosa hace 30 años.
“Tenía mis puercos y mis pollos, hoy los vecinos ya no quieren animales. Fue difícil readaptarse, uno estaba acostumbrado a comer sus productos; todavía tengo algunas gallinas y cuando se antoja un caldo de pollo matamos una gallina y a comer con arrocito muy sano”.
Dice que los valores también cambiaron en Santa Rosa, pues tanto a ella como a su marido les enseñaron que había que respetar a los adultos mayores besándoles la mano.
“Ahora en vez de besarnos la mano, nos la refrescan ¡Qué barbaridad! Un niño estaba haciendo berrinche a mitad de la calle y le agarré la mano (porque venía un automóvil) y cuando me dijo ‛chingá madre’ le jalé la oreja y lo solté”, expresó.
Doña Antonia dice que algunos toques místicos inclusive han desaparecido con la paulatina urbanización de Santa Rosa Jáuregui.
“Antes veía uno muchas cosas. En la noche la Llorona o la Bruja pasaban pero actualmente como hay mucha luz, ya no se pueden ver. Cuando vamos a un rancho o un cerro todavía se ven cosas de esas”.
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