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Ciudades que se va(n)

La revista se sostuvo tanto tiempo gracias al dinamismo y tesón casi heroico de sus fundadores; los artículos eran evaluados por un comité interno que discutía de manera colectiva y neutral las virtudes y defectos de los trabajos.

Acabo de enterarme que la revista Ciudades dejará de publicarse después de 120 números ininterrumpidos, publicados trimestralmente durante 30 años. Menudo logro cuando sabemos que la mayor parte de las revistas académicas tienen una vida efímera. Preciso un poco de historia de la publicación para entender este casi milagro.

1989: acababa de terminar el desastroso sexenio de Miguel de la Madrid. Los académicos -y no solamente ellos- terriblemente golpeados en sus salarios, empezaban a ver aparecer varias zanahorias en su camino. Por un parte el Sistema Nacional de Investigadores y, en algunas universidades, estímulos a la producción, que, en la Universidad Autónoma Metropolitana, pionera en ese mecanismo, llamábamos burlonamente los “tortibonos”. Con esas medidas aprobadas por muchos pero aborrecidas por otros, se inauguró una fase de progresivo sometimiento de las universidades a reglas externas. Se promovieron de esa manera muchas externalidades poco sanas, como la competencia desenfrenada para sacar los “puntos” y reconocimientos necesarios para acceder a esos beneficios, diferenciaciones entre profesores y muchos otros aspectos que no detallaré aquí y que son el centro de las discusiones actuales frente a la amenaza por parte del gobierno actual de desaparecer esos salarios sustitutivos, ya que es lo que acaban siendo.

Las cuestiones urbanas también se encontraban en una fase compleja, después de un boom petrolero constructor seguido por un paso rápido hacia un neoliberalismo que se olvidó de las ciudades y sus necesidades. A raíz de esas inquietudes, un grupo de investigadores de diversas instituciones se organizó con la intención de crear una nueva revista que llamaron muy sencilla y atinadamente “Ciudades”.

Las particularidades de la misma son notorias: por una parte, la revista se sostuvo tanto tiempo gracias al dinamismo y tesón casi heroico de sus fundadores; se comercializaba por suscripciones individuales pero también en venta en Sanborn’s; los artículos eran evaluados por un comité interno que discutía de manera colectiva y neutral las virtudes y defectos de los trabajos, entre otros factores. Quizás lo más significativo es que el equipo directivo jamás aceptó los criterios “de excelencia” de Conacyt y mantuvo su independencia financiera y de estilo de revista.

Más que marginarse por esa actitud independiente, ocurrió todo lo contrario: la revista formaba parte de los archivos de un gran número de bibliotecas académicas; fue leída por numerosos estudiantes; además alcanzó un público internacional, sobre todo latinoamericano, tanto que se volvió un punto de referencia internacional en cuestiones urbanas.

Para generaciones completas de estudiantes en arquitectura, urbanismo, geografía, antropología, sociología o estudios territoriales, entre otros, la revista se volvió un referente accesible, en nuestro idioma y con temáticas variadas propuestas en textos de calidad. No hay “índice de penetración” para argumentarlo, pero quienes somos “del tema” sabemos bien que así fue.

RIP entonces “Ciudades”; es una gran pérdida para la academia y lamento profundamente la desaparición de una revista que me acompañó en la mayor parte de mi vida profesional como académico y en la cual tuve la oportunidad de colaborar en varias ocasiones.

Sin embargo, quisiera subrayar algo particularmente relevante: atrás de la revista, durante 30 años de dedicación, hubo una gran mujer: Elsa Patiño Tovar de la BUAP, la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Decir que la dirigió es insuficiente, la verdad es que le metió cuerpo y alma, sin contar, sin priorizar cómo escalar esa terrible cuesta que es el ascenso académico en un mundo de competitividad desenfrenada. Cuando las mujeres son insultadas, acosadas, maltratadas y peor, es bueno recordar la virtud y el tesón que muestran en todos los aspectos de la vida y agradecerles lo que nos aportan en el día a día, y en este caso en la difusión de los estudios urbanos.

Curiosamente, en el mismo momento, otra académica, la argentina Regina Schluter, piensa en dejar la revista Estudios y Perspectivas en Turismo después de 30 años de pelear por ella, dirigirla y meterle también cuerpo y alma, bastión similar de inteligencia y dedicación hacía los estudios turísticos, que quiero saludar de la misma manera.

30 años son toda una vida y sus aportes no tienen parangón por lo que termino ese breve relato con mis felicitaciones, mi agradecimiento más sincero a esas dos mujeres que dedicaron gran parte de su vida para abrirnos espacios de dialogo y difusión, a consolidar la vida académica, en muchas ocasiones con entornos insoportables y dificultades que vencieron con su solidez moral y su dedicación. Gracias a las dos…

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