Opinión

Superstición en Querétaro (Tercera y última parte)

Por Sergio Centeno García

El artículo tercero constitucional establece que una de las principales funciones de la educación pública, laica y gratuita que imparte el Estado mexicano, es luchar por la erradicación del pensamiento supersticioso, de ahí que quienes vivimos de la educación pública tenemos el deber de cumplir con dicho mandato.

El pensamiento mágico y supersticioso plantea que figuras, imágenes, objetos inertes o entes sobrenaturales, tienen la capacidad de ejercer acción directa sobre objetos o personas para infligir perjuicio o beneficio. El pensamiento supersticioso acepta que los acontecimientos y procesos del cosmos ocurren por la acción u omisión de dioses o demonios, y que el universo o el devenir histórico de las sociedades no se rigen por leyes naturales.

Este tipo de pensamiento supersticioso está presente por lo regular en todos los pueblos, y es un caldo de cultivo ideal para el dominio de las masas por parte de grupos políticos disfrazados de sectas religiosas. Sumidos en su ignorancia, nobleza e ingenuidad, los seres humanos de escaso espíritu crítico son presas fáciles de estos comerciantes de almas y manipuladores de conciencias.

Como motivo especial los inventores de dioses o fundadores de sectas religiosas idearon lo que denominan “pecado”, y al mismo tiempo crearon sistemas para vender las mejores mercancías del mundo, pues no se necesita materia prima, maquinaria o ningún medio para producirlas: la salvación de las almas y el perdón de los pecados.

En nuestro Querétaro el pensamiento supersticioso está bien arraigado desde hace siglos, pues se sabe que la gran mayoría de sus habitantes son adeptos a la secta católica, una de las más especializadas en promover y difundir el pensamiento supersticioso y la existencia del pecado.

No hace mucho tiempo cuando leí en periódicos locales que una figura de cera, la cual representaba al Papa Juan Pablo II, había abierto un ojo cuando la paseaban por las calles de Querétaro entre la algarabía de la masa, pensé que era una broma como las que publican el Día de los Inocentes, pero ya con más calma me pareció cosa de alucinaciones o delírium trémens, pues deduje que sólo a alguien con severos problemas mentales o grandes deficiencias cognoscitivas, se le podía ocurrir que una figura inerte, sin vida, hecha de cera pudiera abrir un ojo.

Pero bueno, en nuestro hermoso Querétaro se puede ver más que eso. Por ejemplo, en una ocasión vi en la televisión un programa donde pasaron una muñeca de porcelana que representaba a un personaje de la secta católica, la cual según ellos, lloraba, pero no lágrimas, sino sangre. Y la verdad esto me pareció sorprendente, pues mi razón no concibe cómo de un objeto inanimado de porcelana o madera pueda brotar sangre o algún otro líquido.

También leí que aquí en nuestro estado existía una especie de “comisión” o de grupo de sacerdotes católicos, cuya principal ocupación era encargarse de “expulsar los demonios que se han posesionado de las personas”, es decir, de hacer ¡Exorcismos! Desde mi muy particular punto de vista opino que esto es por lo menos preocupante, ya que no se espera que en pleno siglo XXI prevalezca este tipo de pensamiento medieval y oscurantista.

Lo preocupante del caso estriba en que quienes poseen este tipo de pensamiento supersticioso, son al mismo tiempo electores, y normalmente ejercen su voto influenciados por sectas religiosas, y con un electorado de esta naturaleza, se vuelve difícil el triunfo de una opción racional y progresista de izquierda. Pienso.

 

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